Cinco años, dos meses y 23 días. Es el tiempo que ha transcurrido desde la última visita del Athletic al National Arena de Bucarest. La noche del 9 de mayo de 2012 fue muy triste y frustrante para la familia rojiblanca, que tras una temporada europea de ensueño, estaba convencida de que aquel partido significaría el definitivo salto adelante en el concierto continental de un club más que centenario. Pero no pudo ser y tan altas expectativas derivaron en una durísima caída sobre el suelo de la realidad. El sueño se hizo añicos y a punto estuvo de convertirse en pesadilla durante los siguientes meses por innumerables problemas extradeportivos y un significativo bajón en el nivel futbolístico. Tras el fracaso de Bucarest todos los caminos parecían conducir a un punto de colisión entre el Athletic y el desastre. Sin embargo, la inauguración del nuevo estadio, la llegada de un nuevo entrenador y algunos buenos resultados en la etapa recien iniciada contribuyeron a una especie de sosiego para afrontar nuevos retos. Un ciclo de cuatro temporadas en el que se ha conseguido una regularidad que apenas los más viejos del lugar recordaban: presencia regular en competiciones europeas, alguna final copera y un título, menor, pero título al fin y al cabo. Acabada esa etapa empieza hoy otra y es precisamente en el lugar en que tantos sueños se frustraron donde debe empezar a tomar cuerpo de nuevo el sueño europeo del Athletic. Pero antes de poder correr hay que caminar y para caminar hay que saber que primero se avanza con una pierna y luego con la otra.
El partido de esta tarde -19:30 horas, en horario metropolitano bilbaino- es la primera zancada de la carrera que se espera conduzca a la cuadrilla de Ziganda hasta la final de Lyon. A las órdenes del noruego Tore Hansen, Athletic y Dinamo de Bucarest protagonizarán un partido que si en cualquier otro momento del año podría apostarse totalmente decantado al lado rojiblanco, la premura de la fecha y el escaso periodo de preparación de los leones, en contraste con el mayor rodaje de los rumanos, hacen que, por más improbable que parezca, hay cierto margen a algún tipo de sorpresa. Las palabras de Ziganda y de algunos jugadores que han hablado esta semana han sido tan claras como previsibles: el equipo no quiere líos, saben que en esto del futbol el más torpe hace relojes y no es cuestión de confiarse, así que afrontarán el partido con la máxima seriedad. Y lo harán porque, según explican los protagonistas, ambicionan llegar lejos en la competición europea. La prudencia, que es una virtud muy apreciable no sólo entre los débiles, sino también entre los fuertes, nunca está de más y es muy plausible en un Athletic cuyo nueva etapa aún está en fase de cocción, pero la realidad es que, por más handicaps que tenga el equipo a estas alturas, los leones son los claros favoritos en este partido y, por supuesto, en la eliminatoria. El entrenador del Dinamo, Cosmin Contra, así lo ha admitido al referirse al Athletic como el peor equipo que podía tocarles en el sorteo.
El Athletic llega hasta este partido tras varios partidos amistosos ante rivales, en general, de similar o superior nivel al del Dinamo de Bucarest y las sensaciones no han sido malas. Remitiéndonos al partido del pasado viernes en Brujas ante el equipo local -que disputará la previa de la Champions-, el once tipo de Ziganda parece bastante perfilado y, a falta de una finura física dificil de tener a estas alturas, la impresión es que hoy podría competir bien. Ese teórico once titular estuvo formado por Herrerín, De Marcos, Etxeita, Laporte, Balenziaga, Vesga, Beñat, Raúl García, Susaeta, Aduriz y Muniain. El propio Kuko ha señalado que es probable que ante el Dinamo haya un par de variaciones en ese equipo. Etxeita y Susaeta parecen los elementos más inestables de esa alineación y San José, Sabin, quizás Córdoba, incluso Lekue o Aketxe en diferentes combinaciones, parecen los candidatos con más posibilidades para formar hoy como titulares. A tenor de lo visto y lo que cuentan los jugadores, la etapa Ziganda está dando sus primeros pasos manteniendo buena parte de la estructura montada por Valverde e introduciendo algunas ideas de cosecha propia. En esa suerte de ensayo general que fue el amistoso de Brujas se pudieron disfrutar de unos 45 primeros minutos, hasta donde les dieron las piernas probablemente, con un estilo muy reconocible en cuanto a la presión adelantada. Si el Athletic, casi una semana más tarde, se supone que con las piernas menos pesadas y algo más frescas, es capaz de mantener 65 o 70 minutos esa presión, ese ritmo e intensidad de juego que tuvo ante el equipo belga durante medio tiempo, es más que posible que esta primera eliminatoria previa de la Europa League quede prácticamente vista para sentencia hoy. Si no,tocará sufrir.