Todos conocemos el chiste del prepotente barco de guerra que se niega a rectificar el rumbo de colisión que lleva contra una luz... hasta que le explican que la luz es un faro y que si no vira chocara contra un acantilado.
Al menos en el chiste se supone que el buque termina virando. Es evidente que Garitano no era el capitán: nuestro míster hubiera llevado su apuesta hasta el final.
¿También la llevarán los que tienen autoridad para cesarle y buscar otro capitán? Urge un golpe de timón, señores.
Por seguir con los símiles náuticos, las ruedas de prensa de Garitano me recuerdan cada vez más a mi admirado Humphrey Bogart (me refiero al actor, no al antiguo cliente que hace tiempo que no nos visita) cuando declara en la escena del consejo de guerra de "El Motín del Caine", totalmente sonado, tratando de justificar lo injustificable. A este paso solo le van a faltar las canicas.