Parece que Macua cifra sus posibilidades de que le aprueben los presupuestos en que haya una mayor participación.
Pensé en ello el otro día, leyendo a mi admirado G.K. Chesterton, el maestro de la ironía y la paradoja.
En un artículo habla de un sujeto que, por haberse cambiado de residencia, para poder ir a votar tiene que perder todo el domingo en coger un tren de ida y vuelta.
El hombre se pregunta: ¿Acaso no puedo emplear el domingo en hacer otras cinco buenas acciones si no voy? ¿Acaso mi voto va a decidir algo? ¿Ganará o perderá mi candidato por un solo voto?
Pese a todo piensa que “Si todos hicieran así, no votaría nadie”
Así que va a votar.
Al día siguiente ve que su candidato ha ganado por 555 votos de diferencia. Podría pensar que no mereció la pena ir, pero no es así.
Parece ser que 555 es el número asociado a la perfección humana. Otros lo definen como el “número del hombre” por oposición al “número de la bestia”.
Por lo tanto, nuestro hombre ve algo de perfecto, de buen augurio, de respaldo a su opción por el candidato ganador, en el hecho de que este ganara precisamente por esa diferencia. Y de repente cae: si él no hubiera ido a votar, hubiera ganado por 554. Un número anodino, asimétrico y carente de toda simbología. Y se da por satisfecho.
Supongo que esta historia está inventada por Chesterton y que por eso no se puede hablar de casualidad. Si fuera una historia real, podríamos preguntarnos qué conclusiones habría sacado de otro número dictado por el azar. Y sobre todo si ese número hubiera sido el 666. No cuesta trabajo adivinar que ese es el número que el escritor hubiera elegido de haber querido orientar su artículo para criticar a un votante que se quedó en casa; o a uno que hubiera ido a votar pero por razones perversas.
Pero esto sería una manipulación. En la vida real no se dan esas casualidades. ¿O sí?
25 de Octubre. Segundo punto del Orden del Día: aprobación del presupuesto.
Síes: 266
Noes: 373
Blancos: 18
Nulos: 9
¿Total?
Pensé en ello el otro día, leyendo a mi admirado G.K. Chesterton, el maestro de la ironía y la paradoja.
En un artículo habla de un sujeto que, por haberse cambiado de residencia, para poder ir a votar tiene que perder todo el domingo en coger un tren de ida y vuelta.
El hombre se pregunta: ¿Acaso no puedo emplear el domingo en hacer otras cinco buenas acciones si no voy? ¿Acaso mi voto va a decidir algo? ¿Ganará o perderá mi candidato por un solo voto?
Pese a todo piensa que “Si todos hicieran así, no votaría nadie”
Así que va a votar.
Al día siguiente ve que su candidato ha ganado por 555 votos de diferencia. Podría pensar que no mereció la pena ir, pero no es así.
Parece ser que 555 es el número asociado a la perfección humana. Otros lo definen como el “número del hombre” por oposición al “número de la bestia”.
Por lo tanto, nuestro hombre ve algo de perfecto, de buen augurio, de respaldo a su opción por el candidato ganador, en el hecho de que este ganara precisamente por esa diferencia. Y de repente cae: si él no hubiera ido a votar, hubiera ganado por 554. Un número anodino, asimétrico y carente de toda simbología. Y se da por satisfecho.
Supongo que esta historia está inventada por Chesterton y que por eso no se puede hablar de casualidad. Si fuera una historia real, podríamos preguntarnos qué conclusiones habría sacado de otro número dictado por el azar. Y sobre todo si ese número hubiera sido el 666. No cuesta trabajo adivinar que ese es el número que el escritor hubiera elegido de haber querido orientar su artículo para criticar a un votante que se quedó en casa; o a uno que hubiera ido a votar pero por razones perversas.
Pero esto sería una manipulación. En la vida real no se dan esas casualidades. ¿O sí?
25 de Octubre. Segundo punto del Orden del Día: aprobación del presupuesto.
Síes: 266
Noes: 373
Blancos: 18
Nulos: 9
¿Total?
tengo miedo...
ResponderEliminarla suma me da exactamente 666...
será que el Athletic esta poseido y regentado por el mal en alguna de sus extrañas formas?
si en la proxima asamble vuelven a votar 666 será para preocuparse...