En la antigua Roma, el acto de declaración de guerra era muy solemne.
Los fetiales, magistrados encargados de juzgar si la guerra era necesaria o no, una vez tomada la decisión desarrollaban unos complicados ceremoniales al final de los cuales un iaculum (jabalina) era lanzado en el campo enemigo.
Ahora son los fetiales zurigorris del ambigú los que pueden ser convocados para reunirse en cualquier momento.
El ambigú nació en tiempo de paz. Cierto que ejercemos nuestro derecho a la crítica, pero dentro de un orden. No nos consideramos en la oposición frente a Macua. Hay cosas de Macua que no nos gustan, pero estamos en la fase de criticar acciones concretas; no de hacer una crítica global a su mandato. El templo de Jano, que permanece abierto en tiempo de guerra, está pues cerrado.
Pero negros nubarrones se acercan al ambigú. Llegan rumores de que la directiva baraja ahorrar en el perejil de la merluza, castigando al inocente solo porque además es débil. Y todo ello en un vano intento de cuadrar unos presupuestos desangrados por la desvergüenza y el despilfarro de otros. Otros que, eso sí, son más fuertes y temibles.
Pero cuidado: no seremos muchos, no; pero los dispuestos a pelear por ese perejil somos perseverantes y decididos.
Nuestros armeros han tallado ya un asta de la mejor madera. Una punta de hierro vizcaíno ha sido templada y fijada a ese asta. Nuestro iaculum está ya preparado por si hay que lanzarlo hacia los jardines de Ibaigane. Los sacerdotes de Jano han engrasado las puertas del templo.
Sir Piston y yo estamos afilando nuestras espadas. Él ha vendido parte de su bodega y yo algunas de mis tierras para sacar dinero con el que levantar y armar cada uno unas cuantas legiones. El golpe, si llega, no nos cogerá por sorpresa.
Las vestales rojiblancas pueden estar seguras: si Octavio (Macua) intenta algo contra ellas, no estarán solas. Como Bruto y Casio lucharon por la república, así Sir Piston y yo estamos prestos para el combate. Sabemos de nuestras fuerzas y de las del contrario, pero no tememos un nuevo Filipos. Nunca se sabe qué puede pasar, sobre todo cuando este Octavio está muy solo y no tiene un Antonio que le ayude; y aunque las cosas se tuerzan y acabemos inmolados, la nuestra sería una hermosa causa por la que morir.
Y si ganamos, será un gran momento cuando Sir Piston y yo, como en su día Brenno ante las murallas del Capitolio, lancemos sobre la balanza que contrapese el oro de Macua, las cuatro copas de la Superliga al grito de ¡Vae Victis! (¡Ay de los vencidos!)
Los fetiales, magistrados encargados de juzgar si la guerra era necesaria o no, una vez tomada la decisión desarrollaban unos complicados ceremoniales al final de los cuales un iaculum (jabalina) era lanzado en el campo enemigo.
Ahora son los fetiales zurigorris del ambigú los que pueden ser convocados para reunirse en cualquier momento.
El ambigú nació en tiempo de paz. Cierto que ejercemos nuestro derecho a la crítica, pero dentro de un orden. No nos consideramos en la oposición frente a Macua. Hay cosas de Macua que no nos gustan, pero estamos en la fase de criticar acciones concretas; no de hacer una crítica global a su mandato. El templo de Jano, que permanece abierto en tiempo de guerra, está pues cerrado.
Pero negros nubarrones se acercan al ambigú. Llegan rumores de que la directiva baraja ahorrar en el perejil de la merluza, castigando al inocente solo porque además es débil. Y todo ello en un vano intento de cuadrar unos presupuestos desangrados por la desvergüenza y el despilfarro de otros. Otros que, eso sí, son más fuertes y temibles.
Pero cuidado: no seremos muchos, no; pero los dispuestos a pelear por ese perejil somos perseverantes y decididos.
Nuestros armeros han tallado ya un asta de la mejor madera. Una punta de hierro vizcaíno ha sido templada y fijada a ese asta. Nuestro iaculum está ya preparado por si hay que lanzarlo hacia los jardines de Ibaigane. Los sacerdotes de Jano han engrasado las puertas del templo.
Sir Piston y yo estamos afilando nuestras espadas. Él ha vendido parte de su bodega y yo algunas de mis tierras para sacar dinero con el que levantar y armar cada uno unas cuantas legiones. El golpe, si llega, no nos cogerá por sorpresa.
Las vestales rojiblancas pueden estar seguras: si Octavio (Macua) intenta algo contra ellas, no estarán solas. Como Bruto y Casio lucharon por la república, así Sir Piston y yo estamos prestos para el combate. Sabemos de nuestras fuerzas y de las del contrario, pero no tememos un nuevo Filipos. Nunca se sabe qué puede pasar, sobre todo cuando este Octavio está muy solo y no tiene un Antonio que le ayude; y aunque las cosas se tuerzan y acabemos inmolados, la nuestra sería una hermosa causa por la que morir.
Y si ganamos, será un gran momento cuando Sir Piston y yo, como en su día Brenno ante las murallas del Capitolio, lancemos sobre la balanza que contrapese el oro de Macua, las cuatro copas de la Superliga al grito de ¡Vae Victis! (¡Ay de los vencidos!)
¿Rumores? ¿Ahorrar en el perejil? ¿Neskas?
ResponderEliminarNo parece muy creible. Se ha recorrido ya un camino que no se puede desandar.
De creer a los rumores, princesa, no sería algo radical, evidente y despiadado.
ResponderEliminarSería un recorte presupuestario, un negar esto, un dificultar aquello ... Algo que no cante mucho y que pase desapercibido.
¿Desapercibido? No, si el Sir y yo podemos evitarlo.
Sin haber oido los rumores, no voy a decir que llegué a esa conclusión porque sería mucho decir, pero la forma en que les ignoró en la última Asamblea, me pareció significativo y preocupante.
ResponderEliminarQue deje de decir "Socios y socias", "compromisarios y compromisarias", etc. Lo odio. Esa distinción de género me repatea. Sólo hay una forma que me agradaría escuchar de su boca : "jugadores y jugadoras".
Triste me encuentro al leer que Sir Piston ha vendido parte de su bodega y no he podido pujar por hacerme con ella...
ResponderEliminara pesar de todo, espero que los sextercios conseguidos ayuden a las neskas a sufragar los gastos de las proximas batallas...
Cónsules, la infantería a sus órdenes. Octavio (O FernandoII?) va a tener que sudar sangre y pasar por encima de nuestros cadáveres para cargarse a las fems.Pero ellas ya sobrevivieron a Fernando I el Zokete. En esta batalla altavoces no les van a faltar a las neskas.
ResponderEliminarA las barricadas!
Cualquier "ofensa" a las neskas será tomada como "casus belli" en este sentido senado zurigorri...
ResponderEliminarYa lo decía Flavio Vegecio Renano en el tercer Tomo de su famoso tratado: "Epitome Rei Militaris"
Si vis pacem, para bellum... (Si quieres la paz, prepárate para la guerra)...