En la última comida familiar que semanalmente nos reúne a tres generaciones de almas zurigorris surgieron, como suele ser habitual, comentarios diversos acerca de la actualidad del Athletic: la asamblea, los presupuestos, la actitud y aptitud de nuestros socios compromisarios, el comportamiento de los mandatarios…con comentarios contrapuestos, discrepancias parciales o absolutas, casi como si de un foro-blog se tratara.
En este "toma y daca" de opiniones fundamentadas o viscerales surge el golpe de timón del cabeza de familia que torna la dirección del entramado en dirección a la nostalgia: "Chicos, el domingo el Murcia. Hay que acabar el año, si no brindando con cava por los éxitos deportivos, sí al menos con la esperanza de que no se nos atragante el turrón. ¿Os acordáis de aquel 4-1 de las temporadas gloriosas?".
Por un momento, ese comedor familiar, hoy renovado por mor de la actualidad decorativa, me trasladó a aquella mesa de formica verde, con su vajilla de duralex esperando el último pitido de la olla express Magefesa donde terminaba de ponerse a punto el menú del domingo futbolero: sopa, garbanzos y zancarrón con tomate y pimientos; o lo que es lo mismo, sota, caballo y rey. A las dos y media. Como dictaba la tradición cuando el fútbol, al igual que la Misa Mayor al mediodía en punto, nos congregaba a las cinco en la tribuna norte alta de San Mamés.
Quizá aquel fue un día llovioso, tal vez no. No soy capaz de recordar la generosidad de Yllapa en aquella jornada de noviembre. Lo que sí soy capaz de generalizar de aquellos tiempos pretéritos, es la sensación con la que uno comenzaba su digestión en el peregrinar por el puente de Deusto con destino a "La Catedral", con la certeza de degustar una buena tarde de fútbol, sin dejar resquicio a ninguna duda de la eficacia de los nuestros. Al fin y al cabo, era un guión casi calcado al de cada jornada dominical.
Este domingo tengo la sensación de que nada será igual. Ni el horario, ni la compañía en el condumio, ni el recorrido hacia el santuario bilbaíno, ni mis sensaciones prepartido. Tampoco tengo la seguridad de que el adiestrador y sus fieros felinos sepan poner en escena, como en aquella ya lejana temporada 83-84, los haberes de nuestro juego e implicación. Menos aún, y como efecto colateral a horario nocturno, que el actual público se asemeje a aquella rejuvenecida e incipiente concurrencia que implicaba sus gargantas, bufandas y banderas sin temor a la "caraja" de los segundos tiempos, ni a las represalias por un comportamiento indigno de la mejor afición del mundo.
Tan sólo he pedido al Olentzero tres puntos. Para evitar utilizar el kalimotxo del Botxo, como mitigante de la acidez del tomate y pimiento murciano.
¡Sí serás c....!
ResponderEliminarYo, que quería estar sin escribir aquí varios días, y vas y me invocas ese partido.
El partido en sí no tuvo nada de extraordinario. Que un Murcia se atreviera a comparecer en la Catedral en aquellos años era previsible que trayera consigo esa consecuencia en forma de goleada.
Pero es partido dió lugar a un artículo en El País, qué es de lo mejor que he visto nunca sobre el público de San Mamés.
Tal vez toda vía lo guarde en casa. Lo buscaré. Y si lo encuentro, me tomaré el trabajo de copiarlo para recordar lo que hemos sido hasta hace bien poco y que ya casi se nos está olvidando.
Leido este post, Jon, solo me sale decir....qué felices sois los que teneis familia...y cómo habeis prosperado, cabrones!!....jajaja
ResponderEliminarJoer Jontxu, como añoro aquellos domingos de sota , caballo y rey,de chubasquero y botas gorila para la lluvia, de pipas para amenizar la espera, y despues Estudio Estadio para volver a ver los goles del Athletic.
ResponderEliminarTan solo te ha faltado decir que en estas Fiestas habra lombarda en tu mesa, para que el descreido de Piston sepa lo que se pierde por ser de Barakaldo jolin.
espero una tarde noche de domingo tranquila...
ResponderEliminaral equipo volcado sobre el area rival desde el pitido inicial y un par de goles tempraneros para disfrutar el resto del match a gusto...
que bien sabrian las navidades con esos 3 puntos en el zurron...
en fin...Feliz navidad a todos y que lo disfruteis en buena compañia
Leyendo tu sentido post, bastertxu, mi mente no ha podido evitar retrotraerse a hace 35 años, cuando mi tío, ya fallecido, el único hermano de mi padre, nos visitaba los domingos.
ResponderEliminarDe Indautxu de toda la vida, - vivía en la casa paterna de Pérez Galdós-, mi tío era un tipo peculiar. Un solterón empedernido, maestro, con mucho tiempo libre para poder dedicarlos a sus aficiones: el teatro, la música, la ópera, los toros, el fútbol y, sobre todo, su máxima pasión: "el debate".
De él heredé tres cosas que aún conservo: su interés por la ópera y el carnet del Athletic, aficones... La otra fue ese carácter vehemente, polémico y discutidor...
Mi tío era un asiduo a todos los espectáculos culturales de aquel Bilbao entrañable de los 50 y cliente habitual de los cafés-tertulia de la post-guerra. Los foros de antaño.
Cada uno de esos locales estaba "especializado" en una temática. Mi tío Francisco, Patxi para los amigos, iba regularmente a todos, dada esa condición polifacética suya en cuanto a aficiones, pero frecuentaba especialmente el Rimbombín, por su interés en el juego del billar. Además, el Rimbombin también era un lugar de encuentro para los tauromáquicos de la Villa, y cónclave asimismo de los aficionados al ciclismo de aquella época de los 50.
Mi tío en las dos ruedas era mas partidario de Bahamontes que de Loroño, pero no sé si esa admiración provendría realmente de la clase del toledano o de su atracción por la polémica. Seguro que en los toros sería mas de Belmonte que de Manolete. La cosa era discutir...
Mi tío acudía todos los domingos a mi casa en Barakaldo a comer. Era un ritual familiar. Al igual que en tu casa, bastertxu, nosotros también teníamos un menú festivo clásico, fundamentalmente pensado para agasajarle. Consistía en arroz con chirlas (las almejas creo que no existían en aquella época jajaja) y cordero guisado. Mi tío además nos traía siempre el postre: una docena de pasteles grandes.
Aprovechaba la ocasión para hablar con mi padre durante la comida de cosas varias, aunque casi siempre sacaba el tema de la política, que le encantaba. En aquella época de los años 60-70, mi tío era un acervo comunista, como lo era todo maestro, según se desprendía de la canción de Patxi Andión.
Mi padre, aunque le gustaba el tema, generalmente se limitaba a escucharle y apostillar algo de vez en cuando. Cuando la cosa comenzaba a calentarse, - generalmente al intervenir en la discusión mi madre que no comulgaba con sus ideas ateas y marxistas- mi progenitor terciaba sacando a relucir el partido del Athletic y qué equipo nos rendía visita ese domingo a La Catedral.
Pese a haber ido a San Mamés desde los años 20, a mi padre ya le importaba un comino el Athletic. Dejó de ir a La Catedral tras un enfado mayúsculo con el Club rojiblanco de sus amores, tras quitarle éste un año, de repente, dos cedidos al Indautxu cuando estaba a punto de ascender a Primera en los años 50. Y es que tanto mi tío como mi padre eran también seguidores fieles del Club de Garellano. Aún así conservó el carnet de socio hasta que, a mediados de los 60, se lo cedió a mi hermano mayor.
Dependiendo de qué equipo nos visitara esa tarde, la conversación futbolística se alargaba mas o menos y llegaba hasta el café. Así, si venía el Madrid o el Barça, ambos se recreaban contando anécdotas de Di Stéfano o de Kubala, que tanto mi hermano como yo escuchábamos atentamente, como preludio ideal de la jornada futbolística que apenas un par de horas más tarde ambos íbamos a vivir en directo en La Catedral...
Me encantaba oirle a mi padre - ahora mostraba mucho mas interés por la conversación que cuando se hablaba de política- contar historias zurigorris pasadas mientras me comía la carolina de postre, relamiendo una y otra vez la tarrina que desechaba. Y es que a mí, debo reconocerlo, siempre me ha gustado mucho el merengue...
Mi tío solía acabar la conversación futbolera, con una frase lapidaria que nos espetaba mientras se tomaba el café y encendía un Jean y dirigía su mirada aguileña a mi hermano y a mí:
- !Mira que habéis tenido mala suerte con este Athletic que os ha tocado vivir!...
Minutos después, y como todos los domingos, mi hermano y yo cogíamos el tabardo para ir raudos al tren, camino de Olabeaga...
Antes de marchar, nuestro tío nos daba la paga y nos hacía un pronóstico en función del rival: 5-1 al Betis. Esos de por ahí abajo de cabeza no ven una. Hoy seguro Uriarte se hincha.
Y mi hermano y yo, contentos como dos castañuelas, no sé si por la suculenta paga o por ese vaticinio, bajábamos calle Arana camino de la estación del chicharrillo, henchidos de euforia, haciéndonos ambos cábalas de qué alineación sacaría Ronnie esa tarde...
Hoy, al igual que te sucede a tí, baster, y quizás a todos los que frecuentamos este nuevo café-virtual y al que denominamos Ambigú, no vendrá mi tío a comer aquel arroz y ese sabroso cordero que guisaba con mimo mi madre durante tres horas, a fuego muy lento.
La verdad es que, pese a lo que me gustaba aquel menú, eso es lo que menos echo a día de hoy en falta, ya que la Basílica es una gran cocinera.
Ni tampoco ya subiré con mi hermano, con el corazón latiendo aceleradamente por la emoción y la pendiente, la cuesta de Olabeaga en procesión con el resto de los aficionados de la margen fabril...
Ni siquiera sé si veré el partido íntegro a esas horas tan extemporáneas...
Pero lo que mas hecho en falta es aquella tertulia gastronómica que, paradójicamente, acababa siempre con aquella frase marmórea, pero que nos dejaba ese halo de esperanza de que, algún día, en un futuro cercano, surgiría de nuevo aquel equipo vencendor que ellos, mi padre y mi tío, gozaron y contemplaron durante 30 años, y poder revivir, quizás en esos mismos años 70, con nuestros propios ojos la gloria zurigorri ...
Hoy, mientras deleitaremos la exquisita sopa de pescao que nos hace la Basílica, y el pollo de corrral sustituye al cordero, les hablaré a mis hijos de cuando nos visitaba aquel Murcia de Cervantes, Núñez, Higinio, Vidaña, Sierra, López, Guina, Santi, Ramírez, Figueroa y Moyano,... con aquel Macho que disparaba misiles y por eso nadie quería ponerse en la barrera...
Y al igual que antaño hacía mi tío, no me quedará mas remedio que decirles, a ambos, cuando ya se vayan a levantar de la mesa:
- !Mira que habéis tenido mala suerte con este Athletic que os ha tocado vivir!...
Y la Basílica seguro que apostilla:
!Pero que muy mala suerte!...
Se me olvidó decir que la vajilla de lujo donde se servía el arroz era igualmente de Duralex... y el cordero se pochaba lentamente en la "mayesti" también de la casa Magefesa,...
ResponderEliminar!Y es que cómo podía ser de otra marca la olla, si la cocinera era guriezana!...
Estimado Almirante, me veo en la obligacion de corregirle...la "Mayestic" no era de Magefesa...."Mayestic" en sí mismo era una empresa bilbaína, con fábrica en Gatika, que popularizó en este país la olla a presión y en la que tuvo mucho que ver mi señor padre....luego vinieron empresas más grandes como Magefesa copiando modelos y haciendose con el mercado(por la pereza y la falta de visión de los dueños de Mayestic). Eso sí el nombre "mayestic" quedó para la generación anterior como sinónimo de la olla a presión.
ResponderEliminarAlgo parecido a lo que ha sucedido con tantas otros productos que han terminado denominandose como la primera marca que los comercializó.
Suyo afectísimo....