Angustia, episodio III. El retorno.

Ya está aquí. Lo veía venir y, finalmente, tras el enésimo ejercicio de impotencia, ha llegado. Se ha vuelto a materializar la angustia, la preocupación, el duerme-vela, calculadora mental en mano. Esta noche me he ido a dormir con síntomas de abatimiento moral, tocado, supongo que por acumulación de espectáculos horrendos. A eso de las cuatro me he despertado sobresaltado. Como si fuera un condenado con conciencia, ya no he conseguido dormir. Ni siquiera las caricias de Cristina han podido darme sosiego. La he abrazado, me he aferrado a su pecho que es como aferrarse a la vida, he hundido mi cara en su melena sedosa tratando de olvidar....inútil....ha vuelto la eterna melodía a sonar en mi cabeza..."este próximo Domingo hay que ganar como sea...si conseguimos esos tres puntos y el Recre pierde su partido....si el Murcia no pasa del empate y si...."....y si....los acordes de la vieja canción que nos acompaña desde hace tres años y que uno quisiera olvidar. La canción del condenado.

Me veo abocado, otra vez, a cuatro meses de sufrimiento, de angustia, diría más, de miedo. Y sé bien de lo que hablo. La experiencia es un grado. Dieciséis semanas más con la palabra "descenso" en la boca, en la única neurona que me queda, y en el corazón. "Descenso", esa palabra que sabe a frío y a destierro. Ya imagino que algunos diréis que exagero, que es pronto, que queda mucho, que este equipo está más puesto, que nos puede "regalar" un final de liga tranquilo. Ojalá tengáis razón. Nada me gustaría más (o quizá sí que hay alguna cosa que....). Daría lo que fuera por equivocarme y que dentro de seis jornadas me pueda reir de lo escrito aquí. Pero viendo lo que ofrecemos una jornada tras otra y lo que ofrecen nuestros compañeros de viaje, me temo que iremos de la mano hasta el final. Y no sé si podré aguantarlo otra vez.

Es posible que sea la próxima visita del Levante la que me haya sumido en este estado. Menudos recuerdos. Aquella semana un tipo encantador, simpático y risueño como yo se había convertido en un ser huraño y desagradable. Claro que era el resultado de muchas jornadas de tensión y angustia que desembocaban en una situación dramática como aquella. Vida o muerte en 90 minutos.

Recuerdo perfectamente aquel Domingo que pase casi entero con algunos de vosotros, desde el desayuno, pasando por el paseo mañanero, los vinos, las charlas, las bromas, la comida. Sin duda compartirlo con vosotros tuvo un efecto analgésico, convirtió el drama, por unas horas, en algo irreal, inexistente. Hasta que miré el reloj y ví que eran las 16 h. Entonces ni la mejor droga hubiera podido anestesiarme. Los nervios conquistaron hasta mi último reducto. Alguno de vosotros me dijo "¿te pasa algo?, estás pálido". Que si me pasaba algo...oía vuestras voces lejanas...os oía reir y bromear y podéis creer que no lo entendía..."¿no se dan cuenta estos irresponsables de lo que nos jugamos en 90 m.? ¿no ven que dentro de tres horas podemos estar en Segunda?".....para entonces aquellas afirmaciones de que el partido estaba ganado antes de empezar, que me habían consolado toda la semana, ahora caían en saco roto, no me parecían reales. Llegué al campo angustiado. No pude disfrutar de nada, ni del ambiente, ni de la afición, ni de las ocasiones de gol, (del juego no hablo porque hace ya tanto que no puedo disfrutar de eso...). Cada parada de Molina me parecía que tiraba por la borda la teoría de la victoria sin bajar del autobús. Aquel descanso fue una tortura, se me hizo eterno, no sabía si quería que terminara o que no llegara nunca la segunda parte. Cuando fallamos la primera ocasión de gol del segundo periodo no pude más y me fui, con las manos heladas a pesar del calor. Haberse quedado hubiera sido una imprudencia.

Nada más pisar la calle pude oír el clamor desatado del primer gol....no sé cómo pude contener las ganas de saltar, bailar, gritar en una calle Sabino Arana semidesierta...por supuesto, no volví al campo, no hubiera soportado una falta o un corner a favor del Levante. Me dirigí andando, ensimismado, como un autómata, hacia el Guggenheim, intentando adivinar en los rostros de aquellos con los que me cruzaba que llevaban aparato de radio la cara de la victoria o de la angustia ...cerca del museo me pareció oír otro clamor....¿sería el segundo?....no pude más...entre en un bar y ahí lo ví....2-0.....todos los músculos se relajaron al instante...no sé ni como pude mantenerme en pie, pero pude volver a los aledaños de San Mamés a ¿disfrutar?...supongo que si...de haber salvado el cuello.

No me he llevado grandes disgustos nunca por caer eliminados en cualquier competición. No ganar títulos no me ha robado el sueño jamás, pero podéis creer que el abismo del descenso me agobia sin remedio.

¿A revivir todo esto me quiere condenar esta plantilla? Estos actores con sus guionistas, productores, realizador (ya podríamos tener uno), director están empeñados en estrenar un episodio más de la saga, "Angustia, Episodio III. El retorno". Próximamente en San Mamés. Francamente no sé como gritarles que no me apetece, que el futbol de miedo, con sus escenas angustiosas, sus sustos inesperados, su suspense hasta el último segundo no me interesa nada. No me gusta. Ahora estoy más por la comedia romántica. Sí, no estaría mal que por una vez ellos pareciesen galanes futboleros capaces de "seducirnos" en el campo con su juego en lugar de asustarnos cruelmente. Yo estoy por la labor de entregarme fácil, pero , leches, que ofrezcan algo, un mínimo. Hasta el cine "porno" de los tiempos de Arrate, con sus escenas de despacho y sus contratos, me parece ahora preferible. Joer...casi acaba de empezar la película y ya estoy deseando que termine. Pero sobre todo que termine bien, con el beso de rigor y el consabido fundido a negro...

PD: Este Domingo llega el Levante y no puedo menos que recordar también la visita que el año pasado nos hizo el Nastic, en parecida situación. Fue la primera vez que sentí cerca el fétido olor del descenso. Que no pase lo mismo.