Rosellini, Visconti, De Sica....todos los cineastas que dieron vida a eso que se llama el neorrealismo italiano nos enseñaron el dramatismo de la vida cotidiana en la Italia de la posguerra. A mitad de camino entre el relato y el documental uno puede, a través de esas películas, como si fuera una fotografía en movimiento, echar una mirada a un país en ruinas, traumatizado por la guerra, la pobreza, el hambre y el sentimiento colectivo de fracaso. Sin duda maravillosas historias sin "happy endings" ni "star system".
Pues bien, en medio de esas condiciones el fútbol se convirtió en una de las pocas vías de escape de aquella población castigada y en crisis absoluta. Así nació el mito. Su grito de guerra: "Grande Torino". Sí, aquel equipo turinés, en los años cuarenta, alegró la miserable vida de muchos italianos.
El Torino pugnaba, entonces, por ser el mejor equipo de Europa, y por qué no, del mundo. Y tenía sólidas razones para reclamar ese cetro. Solo hay que repasar aquella plantilla y encontrarse con gente como su legendario capitán, el gran Valentino Mazzola, padre de Sandro quien llegó a ser otro de los grandes de Italia (véase la emotiva foto en la que Valentino le ata las medias a su hijo Sandro). A su lado jugaban los no menos aclamados Menti, Rigamonti, Bacigalupo , Franco Osola o los hermanos Ballarin.
Aquel Torino se había convertido en un equipo casi invencible en la década de los cuarenta, dominador absoluto en Italia , donde había logrado cinco campeonatos consecutivos, y aunque por entonces no había competiciones internacionales que permitieran valorar su capacidad frente a otros rivales lo cierto es que se adjudicaba prácticamente cuantos partidos amistosos internacionales disputaba.
Por eso no extraña que el 11 de Mayo de 1948 el seleccionador italiano convocara nada menos que a diez jugadores de aquel Torino para el partido contra la potente Hungría, a la que derrotaron. Aquella selección italiana era el Torino y los periódicos de Turín no tuvieron empacho en reconocerlo así, saludando aquella victoria con titulares como "El Toro conquista Hungría".
Y así llegó la temporada 48/49. El Torino era lider destacado cuando solo quedaban cuatro jornadas para terminar el campeonato. Habían sido capaces de anotar, aquel año, la nada despreciable cifra de 124 goles en 40 partidos disputados.
La fama de aquel equipo había crecido tanto a nivel mundial, sus jugadores eran tan reconocidos y admirados que las peticiones para jugar amistosos en otros países llovían sin cesar y con suculentos contratos económicos de por medio.
No era el caso de aquel partido jugado el 3 de Mayo de 1949, el que se convirtió, maldita sea, en el último partido de aquel Torino. Tuvo lugar en Lisboa, donde los italianos se desplazaron para jugar un amistoso contra el Benfica. La razón principal de la asistencia del Toro a aquel partido no fue la económica, sino la gran amistad que unía a Mazzola con el capitán del Benfica, el gran José Ferreira. Esa fue la razón por la que el luso pidió que en su partido homenaje, el partido que significaba su adiós al fútbol, estuviera presente el equipo de su "hermano" Mazzola.
Al día siguiente el avión que los trasportaba, mientras comenzaba el aterrizaje, debido a la densa niebla, se estrelló contra los muros del jardín de la Basílica de Superga junto al aeropuerto de Turín. Fallecieron los 31 pasajeros. La que se conoció como "La tragedia de Superga". Un frío salvaje recorrió la espina dorsal de toda Italia y quizás del mundo. El país quedó, otra vez, conmocionado.
De un solo golpe se frustraron las esperanzas de un club que estaba en lo mejor y se arrancaron en un solo instante las ilusiones que un país entristecido tenía puestas en su selección que al año siguiente disputaría el Mundial de 1950. Una vez más la bicicleta había sido robada y no iba a ser posible encontrarla. Si sería impactante aquel accidente que al año siguiente la selección italiana fue a Brasil en barco.
Dicen que un millón de italianos se dieron cita en la plaza de Turín para dar el último adiós a los que hasta aquel fatídico 4 de mayo y , en realidad, para siempre, serían sus héroes. Ver la enorme multitud de gente (ahí le cedo el testigo, Almirante) dando la última despedida a sus héroes, dice muy claro lo que ese equipo significaba. Y el porqué de su leyenda.
Desde ese día la Basílica de Superga, donde se encuentran los restos del avión, una placa con los nombres de los fallecidos y una lápida, se convirtió en un lugar de peregrinación para los torinistas y para los amantes del futbol.
Solo uno de sus jugadores, Sauro Tomá, que tenía el menisco lesionado no formó parte de aquel viaje y salvó así la vida. También se cuenta, como anécdota , que Ladislao Kubala había acudido a aquel partido en Lisboa como estrella invitada. Que debía volver junto al Torino, dado que entonces jugaba en Italia, pero que su hijo pequeño que le acompañó en el viaje junto a su mujer se puso malo y la pareja se quedó en Lisboa para que le atendieran allí. Los tres se libraron así de una muerte segura.
En el momento del accidente, el Torino era líder del Calcio, con tan solo 4 partidos por disputarse para acabarlo. El club tuvo que jugar con el segundo equipo y sus juveniles, y en señal de luto y de respeto, sus contrincantes en esos partidos, Génova, Palermo, Sampdoria y Florentina, también jugaron repletos de juveniles. Fue el último título, título póstumo, que ganaron Mazzola y sus compañeros.
El 4 de Mayo de 1949, el día en el que el corazón de Turín se hizo pedazos. "Grande Toro", siempre en el recuerdo.
Desde entonces, cada 4 de Mayo en Turín se realiza un homenaje a aquel Torino. No hay más palabras, basta con contemplar las imágenes. Su turno, Almirante.
El General dicit:
ResponderEliminar"Su turno, Almirante."
Voy raudo, preso por la emoción, a buscar los santos...
En Youtube hay videos de la tragedia y del homenaje..
ResponderEliminarTuve el placer de ver jugar al chaval ese que en la foto no sabe ni cómo sujetarse las medias en la Italia del 70, subcampeona del mundo, ante la mejor Brasil que yo haya conocido...
ResponderEliminarUn jugador de gran clase, Sandro, con aspecto de patricio, rubio, con el pelo rizado y bigote, que jugaba de medio creativo, escoltado por los extraordinarios Riva, Fachetti, Rivera, Domenghini, Burgnich y Albertossi de cancerbero de la azurra...
Conozco su admiración por la azurra del 70, querido Almirante, y es que ver desfilar a las legiones por el Campo de Marte siempre ha enardecido a espiritus castrenses como el suyo.
ResponderEliminarYo solo le recuerdo por ver años más tarde el video de aquel Brasil-Italia y los resúmenes de ese Mundial.
Un caso más en los que se puede decir aquello de "de casta le viene al galgo"...
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ResponderEliminarLa verdad es que Sandro no parecía italiano en su fútbol preciosista... le habría pegado mas jugar con la camiseta carioca y a Gerson, el medio brasileño, con la azzurra...
ResponderEliminarSandro ya algo mayor solía ser sustituido a veces por el emergente Rivera, il bambino de oro
De aquel maravilloso Mundial del 70 me quedo con dos partidos en los que casualidad jugó Italia... La final y, sobre todo, el partido mas épico que mis ojos hayan visto jamás: la semifinal contra Alemania...
Lo tuvo absolutamente todo. Dos equipos de altísimo nivel, con los teutones que venían de levantarle un 2-0 a Inglaterra en cuartos, tomándose revancha del torneo anterior. Un gol de Schnellinger en el tiempo añadido, que compensaba el inicial de Boninsegna. La prórroga más inolvidable, con cinco goles: primero Müller rematando con todo, remontada de Italia con goles de Burgnich y Riva, otra vez el Torpedo poniendo el 3-3, y a dos minutos el tanto postrero de Rivera, que significaba la final. Y a todo esto, Beckenbauer jugando gran parte del partido con un hombro dislocado y el brazo vendado.
Un monumento a la grandeza del fútbol.
Creo que a partir de ahora antes de leer las entradas de Mariosila, iré directamente a por el paquete de Kleenex. porque ... sniff. Muy triste... y otra vez... muy bien escrito. Gracias.
ResponderEliminarY al Mundial que comentas no "llegué", si me acuerdo de la finales de Alemania-Holanda y de Argentina-Holanda. Yo era de la naranja mecánica, pero... les debí echar el gafe. Pero me encantban cómo jugaban!!! Los años no me acuerdo, 74, 78?
Yo siempre he apreciado a los italianos por su estilo y su suciedad elegante-baggio, gianni bugno (era capaz de irse de fiesta con media docena de ragazzotas y ganarle a indurain con la pata coja), tassotti, materazzi, menegin...quizá me haya gustado como les han dado pal pelo a los ídolos patrios???
ResponderEliminarSólo recordar con que ramploneria se llevaron el mundial 82 con rossi metiendo media docena de chicharros con la espinilla, me hace saltar las lágrimas!Piu Grande!!!!!!!!!!