Newton en Sudáfrica

Comparecieron ante el público de Rustemburgo los combinados nacionales de Inglaterra y los Estados Unidos para disputar el partido más esperado de los inicios de este Mundial. El comienzo del campeonato está siendo soso y de poca calidad, por lo que no es de extrañar que el aficionado tuviera puestas sus esperanzas de ver un buen partido en este encuentro que enfrentaba a una de las selecciones que mejor fase de clasificación ha hecho y la revelación de la pasada edición de la Copa Confederaciones. El partido no defraudó, fue un choque muy disputado y con alternativas. Frente al futbol lento, estático y anodino con que nos han castigado los enfrentamientos anteriores, ingleses y estadounidenses ofrecieron un juego abierto y, sobre todo, muy dinámico. El protagonista fue Isaac Newton y sus leyes del movimiento.

Ley de la inercia: Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él.

Dicho de otro modo, en términos futbolísticos: una cosa es estar y otra distinta aparecer. Es lo que ocurrió en el cuarto minuto de juego cuando uno de los medios ingleses, Gerrard, se incorpora al area desde posiciones más atrasadas para culminar ante el portero un buen servicio de su compañero Heskey. Fabio Capello no acaba de encontrar un centrocampista con un estilo que podríamos llamar posicional y que tanto le gusta, así que, haciendo de la necesidad virtud, se decantó ayer por poblar su medio campo con tres jugadores, Lampard, Milner y Gerrard, cuya principal característica es el dinamismo. Este tipo de jugadores no es compatible con un futbol controlado y de muchos pases, algo que por desgracia se está viendo en exceso en Sudáfrica. Al revés, se buscan rápidamente las bandas o conectar con los delanteros con un mínimo de estaciones intermedias y, muy especialmente, la incorporación de estos centrocampistas al ataque, sorprendendo a la defensa rival.

Ley de fuerza: El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime.

Que uno de los favoritos para hacer algo importante en el Mundial se adelante casi al comienzo del partido y el equipo rival, lejos de venirse abajo, se erija en dominador del encuentro dice mucho de la fuerza motriz interna de este combinado. Los Estados Unidos demostraron ayer que su crecimiento ha sido considerable en los últimos tiempos y que las buenas sensaciones, trufadas con cierta ingenuidad competitiva, que mostró en el anterior campeonato mundial y que refrendó en la Copa Confederaciones, pueden confirmarse ahora convirtiendola en una de las mejores selecciones del torneo. A los pocos minutos del golpe inicial inglés, los yanquis se habían hecho con los mandos del partido gracias a una insistente presión que ahogaba la construcción del juego inglés y gracias también a un futbol de ataque muy fluído, en el que el tandem formado por Bradley y Donovan alimentaban de balones a las peligrosas apariciones de los Dempsey, Altidore, etc. El juego norteamericano se fue imponiendo durante toda la primera parte al de sus primos a base de unas muy buenas maneras futbolísticas, aunque el merecido empate llegó al filo del descanso en una jugada en la que se beneficiaron de una buena dosis de suerte, al fallar estrepitosamente Green cuando trató de atajar un disparo lejano de Dempsey.

Ley de acción y reacción: Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: o sea, las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en direcciones opuestas.

Tras la buena primera parte de la selección estadounidense llegó la reacción inglesa. Antes de acabar el primer tiempo Capello había tratado de corregir un problema en la estructura de su equipo. La escasa aportación en ataque del lateral izquierdo Cole y el hecho de que Milner, interior zurdo, jugara más por dentro que por fuera, estaban propiciando muchas entradas norteamericanas por esa banda. La entrada de Wright-Phillips por Milner, aunque no aportó gran cosa en ataque sí fijó más a su par en tareas defensivas. Por la otra banda, Johnson llegando desde atrás y un rapidísmo e incisivo Lennon en el extremo no sólo contenían las subidas del rival, sino que generaban las mejores jugadas del ataque inglés. Pero en este segundo acto la figura destacada, el principal artífice de la reacción británica, fue Rooney. Su movilidad y su constante contacto con el balón en todas las jugadas de ataque desbordaron por momentos el buen trabajo táctico que los estadounidenses habían practicado durante el primer tiempo. Con Lampard y Gerrard en la sala de máquinas, más llegadores que creadores, fue Rooney quien bajaba a posiciones más retrasadas a por el balón. Unas veces arrancando él, otras abriendo a las alas, fue quien propició las mejoras jugadas de Inglaterra durante buena parte de la segunda mitad. La torpeza porpia, como el fallo del tanque Heskey en un mano a mano con el portero americano, la falta de precisión a la hora de centrar tras buenas jugadas por la banda o la meritoria defensa estadounidense, destacando la labor del central Onyewu, impidieron que los ingleses marcaran.

Al final, el empate hizo justicia a lo visto sobre el campo, dejando ambas selecciones buenas sensaciones. Obviamente, deberán mejorar algunos aspectos y realizar ciertos ajustes a medida que trascurra el torneo, pero la impresión, a falta del debut de otras selecciones importantes, es que los Estados Unidos e Inglaterra han presentado su candidatura a los puestos nobles del campeonato.