La primera edición de la Liga española comenzó en febrero de 1929 y finalizó en junio del mismo año. Diez fueron los equipos fundadores de la Liga: Athletic Club, Arenas Club, Real Sociedad de Futbol, Real Unión Club, Real Racing Club, Real Madrid Futbol Club, Athletic Club Madrid, Futbol Club Barcelona, Real Club Deportivo Español y Club Deportivo Europa. Desde entonces se han disputado ochenta y dos ediciones de la Primera División de la Liga y actualmente se está jugando la octogésima tercera. Actualmente compiten en Primera seis de los diez equipos fundadores, aunque sólo tres (Athletic, Real Madrid y Barcelona) han permanecido ininterrumpidamente en la categoría durante todas las ediciones disputadas hasta el momento, por lo que los diferentes partidos entre estos tres equipos son los enfrentamientos más repetidos en la historia de la Liga española.
Actualmente, ha hecho fortuna en los medios de comunicación de masas la denominación de clásico para referirse a los partidos que disputan Real Madrid y Barcelona. Dados los antecedentes históricos comentados, es indiscutible que, efectivamente, estos enfrentamientos son merecedores de dicho adjetivo, si bien la preponderancia mediática de estos dos equipos, a quienes se ha erigido en representantes del sempiterno antagonismo madrileño-catalán, de las trincheras centrípeta y centrífuga respectivamente y, en suma, de esa dialéctica de todo a un euro tan del gusto del periodismo actual, ha hecho que se diluya la legítima posibilidad de denominar también como partidos clásicos a aquellos que el Athletic juega contra el Real Madrid o el Barcelona. Nada que como aficionados rojiblancos no sepamos y que, aún no levantando mucho revuelo, aprovechemos de vez en cuando para reivindicar. El domingo, por tanto, el Real Madrid rendirá visita por octogésima tercera vez en competición liguera al campo del Athletic en lo que desde este Ambigú no tenemos duda en calificar como un clásico.
El viejo campo de San Mamés fue inaugurado el 21 de agosto de 1913 y hasta que fue derruido, cien años después, fue el único campo de futbol en el que se habían jugado partidos de todas y cada una de las temporadas de la historia de la Liga. El primer partido liguero en San Mamés se disputó el 17 de febrero de 1929, un partido en el que el Athletic vapuleó por 9-0 al Español. Y aún tuvieron que transcurrir algunos meses más para que La Catedral degustase el primer enfrentamiento de la que, con el tiempo, sería una larga serie ante el Real Madrid. Fue el 23 de junio de 1929, en la última jornada de aquella primera Liga. El Real Madrid llegaba a Bilbao con opciones de conseguir el título, en disputa con el Barcelona, mientras que el Athletic trataba de asegurarse el tercer puesto del campeonato. Dirigidos por Máximo Royo, los leones se impusieron a los merengues por 2-0, goles marcados por Unamuno I y Carmelo. Como anécdota diremos que Lafuente por los locales y Quesada por los visitantes fallaron sendos penaltys.
No hay nada más socorrido que utilizar eso de mucho ha llovido desde entonces, aunque dada la prodigalidad con la que la lluvia se suele despachar por tierras bilbainas creemos que disponemos de cierta licencia para utilizar el citado tópico. Ochenta y dos vistas del Real Madrid a San Mamés y, por ahora, un saldo favorable al Athletic: treinta y siete partidos ganados, dieciséis empatados y veintinueve perdidos. Un saldo este que se ha dulcificado algo para el Real Madrid debido a la reciente racha en la que ha conseguido ganar siete de los últimos diez partidos disputados en La Catedral. Pero más allá de las estadísticas futbolísticas hay dos circunstancias que hacen de la edición número ochenta y tres de este clásico un partido, si cabe, más especial que sus predecesores: será la primera vez que este añejo enfrentamiento se dispute en el nuevo campo de San Mamés y se iniciará con el Athletic aún invicto en Liga desde que se éste inauguró.
Dos ingredientes que, sin duda, aportarán un poco más de chispa a un choque que, incluso sin ellos, siempre goza de un ambiente especial. No podemos obviar esa rivalidad atávica que buena parte de la parroquia zurigorri siente, muchas veces heredada de sus ancestros, hacia el club merengue. Aunque el discurrir de las temporadas cada día ha separado más al Athletic del Real Madrid a la hora de disputar títulos o puestos de honor en la tabla clasificatoria, para el grueso de la afición se trata del RIVAL, con mayúsculas y en síngular; en realidad, para muchos es, incluso, más que eso: se trata del enemigo, siempre, claro está, dentro de los límites deportivos. Pocas cosas hay más gratas para un aficionado rojiblanco que batir al Madrid en San Mamés, plantarle cara, de tú a tú, de igual a igual. De esta forma, con esta mentalidad, durante muchos años La Catedral ha sido uno de los escollos más duros que tenía que salvar el Real Madrid durante la temporada. Muchas veces ha embarrancado y otras apenas ha salvado los muebles, pero lo que casi siempre ha caracerizado a este clásico es que la visita a Bilbao rara vez era una salida fácil para ellos. Y así han ido sucediéndose las temporadas hasta que ha comenzado esta fatídica racha en la que el equipo blanco ha ganado con más comodidad de la prevista durante la última década. En sus últimos años de existencia, el viejo San Mamés fue testigo de una especie de resignación, alimentada por la sensación de que los días en que el Athletic solía ser superior en casa al Madrid habían pasado.
Esta temporada el Athletic está protagonizando un curso sensacional, especialmente en casa. El inconcluso nuevo campo, lejos de confirmar las dudas que acechaban sobre una eventual falta de adaptación del propio equipo y de la afición al mismo, está sirviendo como una especie de catarsis para renacer de unas cenizas que han dejado estas últimas temporadas, en las que, incomprensiblemente, han vlado infinidad de puntos ante equipos de toda índole y condición. En el ambiente se vive este clima de renacimiento: hay un buen equipo que, gracias a la dirección de un estupendo entrenador, está ofreciendo un nivel futbolístico muy alto, se llega en medio de una buena linea de resultados (al menos en lo que se refiere a la Liga), el público está muy ilusionado y hay un magnífico escenario que espera ir sumando hazañas poco a poco para llegar a ser algún día tan apreciado como lo fue su predecesor. ¿Qué más se necesita para derrotar al Real Madrid? Pasada la resaca de la Copa, queremos volver a brindar este domingo por la victoria en este clásico.