Cuando hace 12 años se creo el Athletic femenino no era fácil prever que en esos años de andadura las neskas ganarían cuatro superligas, amén de varios subcampeonatos del torneo de la regularidad en lo que cabe calificar como un palmarés más que notable, excelente, en el torneo más importante del futfem español.
Sin embargo, ni siquiera nuestros grandes equipos que arrasaban en la Superliga fueron capaces de conseguir el trofeo que, sin embargo, es el equivalente de aquel en el que sus homólogos masculinos han conseguido sus mayores éxitos históricos: la Copa de la Reina.
Asignatura pendiente pues la que se puede aprobar esta noche frente al peor, o mejor, de los rivales posibles: el F.C. Barcelona.
Los inescrutables designios de la Federación Española de Fútbol hacen que tan importante partido se juegue fuera de la península, en una ciudad mal comunicada, con poca capacidad hotelera y en un campo de hierba artificial. Vamos: que ni adrede se podía haber hecho peor. Pero esas circunstancias son iguales para los dos equipos y es con lo que ha tocado competir. No deben ser obstáculos para las leonas.
Sí es un obstáculo el Barcelona. Las culés parten con la vitola de favoritas. Pero ni siquiera eso creo que nos perjudique. Antes bien al contrario: creo que nos conviene. Las neskas han estado pasando eliminatorias como quien no quiere la cosa, levantando resultados de ida no muy propicios; casi se puede decir que dando sopresas. ¿Por qué no darla también en la final?
Aparte del fantasma de la carencia de este título, tenemos otros dos: el de la otra final jugada y pérdida en la prórroga con un arbitraje que debío ser dantesco, y la reciente desilusión del título de liga que las catalanas nos arrebataron en San Mamés.
Un partido con muchas cosas en juego que no se merece la frialdad que creo ver en el ambiente. Hoy jugamos una final y no veo banderas en las ventanas ni escucho conversaciones en la panadería o el kiosko de periódicos, donde sin embargo no puedo ir habitualmente sin que alguien me saque temas futbolísticos. ¡Cómo ha decaído el ambiente alrededor del femenino!
Por eso he robado el título de una novela de Evelyn Waugh y me parmito deciros ¡Izad más banderas! ¡Qué se respire algo de ambiente de final! Aparquemos por un momento el Mundial y sigamos a las nuestras. Ganen o pierdan seguro que van a dejar el pabellón muy alto.
Esta noche a las 20:45 en ETB1. Yo lo veré. Espero que Rote haya podido ir como deseaba y haga las veces de corresponsal para Ambigú Press. Sino tendré que hacerlo yo. Claro que viendo el partido, aunque sea por la TV, no sé si me saldrá bien.
sábado, 21 de junio de 2014
martes, 17 de junio de 2014
El Caballero Rojo
Arturo, rey de los bretones, busca a los caballeros más fuertes de la comarca para llevárselos con él a Camelot. Se adentra en un bosque y le sale al paso un terrible y valeroso guerrero, el Caballero Negro, que se niega a dejarle paso. Arturo y el Caballero Negro cruzan sus espadas y en la refriega el rey arranca de cuajo uno de los brazos de su adversario.
- Ahora apartaos, digno adversario.
- No es más que un arañazo.
- ¿Qué decís? ¡Os he cortado un brazo!
- No, no es cierto.
- Entonces... [Arturo señala el brazo ensangrentado en el suelo] ¿Eso qué es?
- Heridas más graves he sufrido.
Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (Terry Jones y Terry Gilliam, 1975)
José Antonio Camacho Alfaro, cincuenta y nueve años, natural de Cieza (Murcia), es el Caballero Negro del futbol español, aunque, para ser más precisos, dado el color de la camiseta de la selección nacional, deberíamos llamarlo el Caballero Rojo. Es valeroso, no teme a nada ni a nadie y es capaz de defender cualquier causa, por perdida que esté, con un arrojo del que sólo los más aguerridos caballeros pueden presumir. Esa, al menos, es la conclusión a la que uno llega tras el partido entre España y Holanda, correspondiente a la primera jornada del grupo B de la Copa del Mundo que se está disputando en Brasil.
La apabullante victoria de la selección Oranje por cinco goles a uno dio paso, principalmente, a dos tipos de reacciones entre los aficionados de la Roja. Por un lado, los de quienes veían con horror cómo iban cayendo goles, uno tras otro, en la portería de Casillas y consideraban que había que ser respetuosos con esos jugadores que, otrora, les habían hecho saborear la gloria del triunfo. Entre este grupo se puede decir que la derrota ante Holanda se ha visto, en general, como el final de una era y que, con todo el dolor de su corazón, lo único que les quedaba era agradecer a sus héroes los servicios prestados y pensar en una pronta regeneración. Por otro lado, está el grupo más numeroso, el que en sus asadurillas lleva impresa la carga genética más añeja del celtíbero: el cainismo. Estos no esperaron a que el árbitro señalara el final del partido para arremeter contra entrenador y jugadores y vomitar la bilis que durante años llevan envejeciendo en barrica de roble. No crean, sin embargo, que el grupo de los despellejadores es compacto y homogéneo: unos se cagan en las muelas de Del Bosque, mientras que otros lo hacen sobre las de Casillas o Xavi; unos se acuerdan de la madre de uno y otros del padre de otro; unos está por el apaga y otros por el vámonos. ¿Y nuestro Caballero Rojo qué? Pues Camacho ni con unos ni con otros, para él ese tropiezo en el primer partido del mundial no fue más que un arañazo.
Y es que Camacho es de los que, en lo que se refiere a España y a su selección, no tiene la menor duda: prefiere morir que perder la vida. Así lo dejó bien claro en sus intervenciones como analista antes y durante la retransmisión televisiva del partido:
'España tiene los mejores centrales del mundo' [antes de empezar un partido en el que Piqué y Ramos fueron los mejores delanteros holandeses, con participación decisiva en cuatro de los cinco goles encajados]...
'España va a ganar porque es el mejor' [Sneijder acababa de fallar un uno contra uno frente a Casillas nada más empezar el partido]...
'Vaya atraco otra vez... Nosotros no somos Brasil' [tras una jugada en la que Diego Costa pedía penalty, minutos después de que el árbitro pitara uno, como mínimo discutible, a favor de España]...
'España se va a venir arriba' [cuando la Roja empezaba a flojear tras el empate holandés]...
'Estos dos goles nos han hecho un poquito de mella' [el equipo español, en ese momento, presentaba señales francamente preocupantes de rigor mortis futbolístico]...
'Mala noticia para Brasil cruzarse con nosotros en octavos' [el Caballero Rojo comienza a dar por perdido su brazo y avisa a su rival de que le queda el otro sano]...
'Es imposible criticar a este equipo. Ahora hay que animar a España que es nuestra selección' [traducción: nos han metido cinco pero yo soy español, español, español]...
Imagino a Camacho durante estos días encerrado en una habitación de hotel en Brasil. Seguramente Manu Carreño o Kiko Narváez hayan llamado varias veces a su puerta: Jose, pisha, nos vamos un rato a tomar unas caipirinhas a la piscina. ¿Te vienes? Y Camacho les habrá soltado un bufido, les habrá mandado a esparragar y habrá seguido con sus ejercicios de concentración para canalizar toda su energía en cantar un gol... qué digo uno, dos, o tres, o quizás cuatro... y pensará: Ay, Iniesta de mi vida, tú nos guiarás a la victoria frente a los chilenos... que sí, es cierto, corren mucho y son fuertes y es un equipo que presiona arriba y a nosotros se nos hacen un poquito largo los noventa minutos porque físicamente estamos hechos unos zorros... pero da igual, porque somos los mejores y quien no lo sienta así ni es español ni es ná.
martes, 10 de junio de 2014
Se votan los nuevos estatutos
Esta tarde a las 19:30 se celebra el el Euskalduna una Asamblea General Extraordinaria con el objeto de referendar (o no) el proyecto de nuevos estatutos amasado por la comisión nombrada ad hoc.
Los trabajos de esta comisión han sido lentos. O eso me han parecido a mí. Pero al final hoy presentan su trabajo al refrendo de la Asamblea.
La aprobación deberá contar con los 2/3 de respaldo para salir adelante. Esta mayoría cualificada se nos antoja un escollo si, como parece, hay un grupo significativo de compromisarios de entre los más activos que han decidido votar "NO".
Sería la segunda vez que se rechaza la propuesta. La anterior, los medios afines al poder de turno concluyeron, de forma interesadamente apresurada, que la razón fueron los intereses corportativos de los compromisarios que estarían obstaculizando una buena reforma por aferrarse al poder (sic)
No sé qué pasará hoy, pero espero que si la reforma sale derrotada prestemos atención a las razones que se esgriman para el voto negativo y no -o no solo- a ciertos prejuicios contra los compromisarios que se quieren alimentar desde algunos medios.
No puedo opinar sin ruborizarme sobre este asunto: por circunstancias personales que algunos conocéis y que he apuntado en uno de los últimos comentarios de la entrada anterior, he vivido muy lejos de este proceso.
Sin embargo me da la sensación de que hay ciertas razones que pueden justificar el "NO". Eso no quiere decir que yo votaría en ese sentido (me falta información para votar sí o no) pero aunque creo que un segundo rechazo debería estar muy justificado, creo intuir que algunos argumentos contrarios a la aprobación son razonables. Y me extraña que no haya habido voluntad para cocinarlos: no parecen cuestiones insalvables si la comisión, que cuenta con dos representantes de los compromisarios, hubiera mostrado un talante receptivo.
En fin. A ver que pasa hoy. Por un lado me gustaría ver este tema zanjado y no dar la sensación de ingobernabilidad que un rechazo ocasionaría. Pero tampoco quisiera que se aprobara una chapuza, y tres personas que conozco, con las que suelo estar de acuerdo a menudo, y que han estudiado el tema más que yo, parece que andan mosqueados.
No sé: ¿alguien puede aportar alguna luz a este convaleciente?