viernes, 20 de marzo de 2015

La primavera zurigorri


Franz Schubert compuso en 1827 un ciclo de lieder titulado Winterreise (Viaje de invierno). Basado en un conjunto de poemas de Wilhelm Müller de idéntico título, las canciones del compositor austriaco se zambullen en las reflexiones y los sucesivos estados de ánimo a lo largo del invierno de un caminante cuyo amor por una chica no es correspondido. Como puede suponerse, el invierno es la metáfora del artista para describir la soledad, la tristeza y la desolación de este hombre. El undécimo lied de la colección se titula Frühlingstraum (Sueño de primavera) y trata de las ensoñaciones que tiene el viajero sobre la llegada de la primavera y, junto a ella, del amor. Lo problemático es que, cuando despierta bruscamente del sueño, nada es real y la melancolía lo atrapa. Cuándo llegará al fin la primavera y podré tener en mis brazos a mi amada, se pregunta.


No hace demasiado tiempo que el Athletic aún viajaba por el frío y oscuro invierno de la presente temporada. Un invierno largo que comenzó allá por septiembre. Agosto fue un mes, futbolísticamente, otoñal: hubo días agradables, como fueron los de la eliminatoria europea frente al Napoli o ante el Levante en San Mamés, y días tormentosos, como el tropiezo en la primera jornada liguera, en Málaga. Luego, el invierno cayó como una losa, a plomo, en septiembre, mes en el que todo fueron derrotas o empates caseros. Y lo que, según como se mire, fue peor es que a los fríos resultados habría que añadir una tenebrosa falta de luz en el juego del equipo. Un largo invierno que, con los normales altibajos de esta estación, algún que otro día soleado entre tanto aguacero, ventiscas y nevadas, se ha extendido hasta mediado el mes de enero. Concretamente hasta el día en que el equipo rojiblanco cae derrotado en Villarreal, cerrando una semana en la que encadenó tres derrotas: dos en casa, contra el Elche (liga) y Celta (copa), a sumar a la citada en El Madrigal (último partido de la primera vuelta de la liga).

El inicio de la segunda vuelta coincidió con la disputa de la eliminatoria de cuartos de final de la copa frente al Málaga. Por esa época, finales de enero, aún no se sabía que el Athletic estaba entrando en su particular primavera, algo que aún tardaríamos semanas en percibir. De hecho, el nuevo ciclo arrancó con dos empates frente a los malacitanos que sembraban más dudas que certezas y, si bien, se consiguió superar la eliminatoria copera y ganar al Levante de nuevo en la liga, la incertidumbre era el estado que mejor definía a la parroquia zurigorri respecto a su equipo. Al igual que la llegada de la primavera coincide con los días cada vez un poco más largos, los aficionados trataban de ver que en cada partido se iba mejorando algo, aunque fuera poco, respecto del anterior. Pero no se acababan de ver las cosas tan claras como para asegurar que el invierno había terminado: una contundente derrota en casa frente al Barcelona, un triste empate en la ida de las semifinales de copa contra el Espanyol y una desesperante igualada ante un Granada con un jugador menos hizo que se temiera que el invierno en Bilbao sería aún largo y penoso. Si en ese momento la afición no cayó en la mayor de las desesperaciones, como el caminante de Schubert al despertar de su sueño, fue porque en el debut de la Europa League se obtuvo un meritorio empate ante el Torino en su campo y el siguiente duelo del campeonato doméstico, contra el Rayo Vallecano en La Catedral, se ganó.

La eliminación del torneo continental, tras caer derrotados en San Mamés en un partido en el que se hicieron algunas cosas muy buenas a la par de cometer unos errores de bulto, apenas tuvo tiempo para digerirse. En apenas tres días se visitaba Ipurua y lo que se imaginaba como un partido difícil de sacar adelante se convirtió en una victoria con cierta autoridad, con actuación estelar de algunos jugadores que, aprovechando las bajas que ese día sufría el equipo, reivindicaron su futura importancia en el nuevo tiempo que empezaba a vislumbrarse. Desde entonces, ya en el mes de marzo, todos los partidos que se han disputado se han contado por victorias, algunas de ellas tan importantes como la de Cornellá, que valió el pase a la final de la copa, o la gran exhibición en casa ante el Real Madrid hace un par de semanas. Visto en perspectiva todo este periodo, desde Villarreal para acá, el Athletic ha jugado catorce partidos y sólo ha perdido dos. Si centramos nuestro análisis sólo en la liga, se han disputado ocho jornadas de la segunda vuelta y únicamente se han dejado escapar los tres puntos en un partido, la fuerte derrota sufrida frente al ahora líder, el Barcelona. Se han empatado dos partidos y el resto, cinco encuentros, han sido victorias, las cuatro últimas consecutivas. Junto a los buenos resultados se han recuperado buenas sensaciones futbolísticas, se ha mejorado considerablemente la seguridad defensiva y crear ocasiones de gol y marcarlas ya nos una tarea tan dificultosa como lo era hace no demasiadas semanas.

Hoy viernes, a las 23:45 horas de la noche, se producirá el equinoccio de primavera. Algunas horas más tarde, mañana sábado a las 22:00 horas, el Athletic recibe en San Mamés al Almería. Un rival que está luchando en la zona baja de la clasificación y que, dado el estado de forma de los leones, invita a pensar que será un objetivo sencillo para sumar la quinta victoria consecutiva en la liga (hito que no se produce desde hace tres décadas, en la temporada 1984/85), alejarse definitivamente de cualquier mínima posibilidad de correr peligro por abajo y fijar la vista en el por ahora lejano séptimo puesto que expediría automáticamente, pase lo que pase en la copa, el pasaporte para Europa. Pero, aunque ya nadie duda de que la primavera zurigorri ha llegado para quedarse, todo el mundo es consciente de que en esta estación, de vez en cuando, se produce una tormenta que puede aguarle el día a uno. Esperemos que esto no ocurra y que mañana en La Catedral veamos a un Athletic tan alegre y bullicioso como un vals primaveral de Johann Strauss.

viernes, 13 de marzo de 2015

Quinta jornada del Seis Naciones 2015

¿Volveremos a ver esta imagen? Difícil, pero no imposible. ¿Por qué no este fin de semana?
Este fin de semana, y después del segundo fin de semana de descanso, llega la quinta jornada del Seis Naciones. El torneo encara su recta final.

Empezaremos con un Gales-Irlanda en Cardiff. Es seguramente el partido estrella de la jornada. Con todos mis respetos para Escocia -los del trébol visitarán Edimburgo en la ultima jornada- Irlanda se enfrenta con el principal escollo que les separa de la Triple Corona y el Gran Slam. Los dragones no se lo pondrán fácil: una victoria galesa igualaría la clasificación por puntos, previsiblemente con Inglaterra como tercera en discordia, lo que dejaría la última jornada al rojo vivo.

Pese a mi corazón galés, veo favorita a Irlanda.

A continuación, el clásico de los clásicos: la Calcutta Cup desde Twickenham los escoceses llegan tocados después de su derrota ante Italia. Claros favoritos los ingleses. Aunque nunca se sabe...

El domingo cierran la jornada Italia y Francia. Ojito a este partido. Francia solo juega a ráfagas y los italianos, después de su victoria ante Escocia, llegarán a la vez crecidos y con los deberes hechos: les creo capaces de plantar cara e incluso ganar a los franceses. Así que, aunque el quince del gallo es favorito, creo que es el partido más abierto de la jornada.

A disfrutar. Los horarios son:

Gales- Irlanda: Sábado a las 15,30
Inglaterra - Escocia: Sábado a las 18,00
Italia - Francia: Domingo a las 16,00

miércoles, 4 de marzo de 2015

Si no pasáis a la final, no volváis


La interpretación de Rooster Cogburn, el sheriff al que una adolescente contrata para que encuentre a los asesinos de su padre en Valor de ley, le valió a John Wayne la nominación al Oscar en la categoría de mejor actor. El Duque se enfrentaría a Richard Burton (Ana de los mil días, la película más nominada del año), Peter O’Toole (Adios, Mr. Chips), Dustin Hoffman y Jon Voight (ambos por Cowboy de medianoche). Una competencia realmente dura. La ceremonia de entrega de los Oscar se celebraría en Los Ángeles, coincidiendo con aquellos días en los que John Wayne estaría entre Arizona y México rodando Río Lobo, producida y dirigida por Howard Hawks.

Río Lobo fue la última película que dirigió Howard Hawks, así que pocas cosas podrían poner nervioso a esas alturas de su carrera a un maestro del cine como él. Sin embargo, un rodaje no deja de ser un proceso industrial en el que todo está planificado y una interrupción o un retraso, por mínimos que sean, se traduce en un buen montón de dólares perdidos, por lo que el hecho de que John Wayne dejara por un día el set de rodaje suponía un problema para la producción de la película. Hawks y el Duque eran buenos amigos desde hacía años, había confianza, así que el director afrontó el asunto con cierta socarronería: Si no ganas el Oscar no se te ocurra volver, le dijo, a lo que el actor respondió con taza y media de aquella medicina: Si gano, lo más probable es que no vuelva.

Ganó... y volvió. El 7 de abril de 1970 se celebró la 42º edición de la ceremonia de entrega de los premios de la Academia de Cine en el Dorothy Chandler Pavilion y John Wayne recogió de manos de Barbra Streisand el galardón al mejor actor. Regresó al rodaje de Río Lobo y allí, en reconocimiento al papel del viejo sheriff tuerto de Valor de ley, se encontró a todos sus compañeros (incluso el caballo que montaba en la película) con un parche en uno de sus ojos.


Esta noche el Athletic tiene ocasión de volver a clasificarse para una final de Copa. Aparca la Liga por unos días y acude a Barcelona para enfrentarse al Espanyol en la que será una nueva cita con la historia. La tarea no será fácil: el equipo rojiblanco debe ganar o, en su defecto, conseguir un empate a más de un gol, el rival lleva una buena trayectoria en la competición, goza de una posición cómoda en la Liga y se muestra solvente en los partidos que juega en su campo, ahora llamado Power 8 Stadium. Pero por difícil que sea el reto, ni es imposible ni es improbable. Es más, nos atrevemos a plantear el reto a la muchachada zurigorri: si no pasáis a la final, no volváis. Y no será de extrañar, en ese caso, que los jugadores piensen en que acabarán pasando a la final... y no volviendo, al menos este sábado contra el Real Madrid eso se da casi por hecho,  aunque esa será una historia diferente.