
Los funerales que ayer se celebraron por un vulgar escritor, Alexander Solzhenitsyn, nos parece el marco ideal para describir con justicia y equidad la emérita figura de Stalin, padre de las naciones soviéticas. Descripción, adelantamos, alejada de la falsa imagen que las fuerzas imperialistas y del capital siempre han divulgado.
Con este noble fin, el sector rusófilo y revolucionario de este ambigú tiene el placer de recuperar la conferencia que presentó, hace ya algunas décadas, en los cursos de verano de la afamada Universidad de Straton-on-Avon, el camarada Mijail Mariosilovich Renanov quien fue durante años uno de los más fieles compañeros del líder, quizás quien mejor le conocía. Miembro, a la sazón, del Comité Central, Comisario del Pueblo para Asuntos Internos, y premio Orden de la Bandera Roja. Lamentablemente el virus del troskismo terminó haciendo mella en él, aunque felizmente, en su caso, la reeducación fue posible. He aquí un extracto de su conferencia:
“Se me pide que glose la genialidad de un gran líder. Es un honor inmerecido para alguien que como yo he tenido el privilegio de meditar en su figura desde el extremo oriental de Siberia, en las llanuras de la fría Kolimá, entre el Ártico y el mar de Ojotsk, embutido en mi ropa de prisionero marcada con la “T” de troskista. Fui enviado, con justicia debo confesar, allí donde los escupitajos se congelaban en el aire, a pagar mis horrendos pecados, por difundir propaganda “antisoviética” y traicionar a mi bien amado camarada Stalin.
Siempre agradeceré a nuestro líder aquellas jornadas de dieciséis horas de trabajo a sesenta grados bajo cero, nieve y niebla, tifus y escorbuto, desnutrición y agotamiento, llagas y piojos, dedos tiesos por la congelación y suicidios, incontables suicidios. Nunca podré olvidar, más allá de las marcas en mi cuerpo, las palizas de los guardias, tan regeneradoras para el espíritu. Allí aprendí a ver el pan duro como un pastel, virtud proletaria donde las haya. Hambre y frío. Siempre el hambre y siempre el frío. Mañanas de meditación aquellas en las que despertabas con los cabellos, helados, pegados por el frío, a los barrotes de la litera. Cuán importante resultó en mi reeducación los años que pasé en el Gulag, ese parque temático, ese Stalin World, por otra parte, tan visitado.
Y ahora, desde la habitación de este hospital psiquiátrico en el que llevo décadas internado, se me ofrece la bendita posibilidad de poder devolver un poco de lo mucho que nuestro líder y la Revolución hicieron por mí, glosando fielmente su figura.

Y es que han sido tantas las mentiras......algunas de las cuales hasta yo mismo fui persuadido a creer. ¿Qué puedo decir ahora?. Solo esto.... Escucha!...pon atención y dirige tus oídos hacia el pavimento de la Plaza Roja. Observa la cara del veterano patriota, de la madre del héroe. ¿Lo oyes? ¡Atención ahora! ¡El líder se acerca! ....El líder es más grande que un hombre, más grande que una figura histórica, más grande que una época. Es una aparición cósmica. El líder está allí, sobre su Semental Rojo, luchando contra las tinieblas, ¡!!por la Patria y por el Pueblo!!!.
Y es que el amado Stalin, héroe del pueblo, cinceló a Rusia con sus manos, al igual que las gentes, cuando sueñan, dibujan sus sueños con el material de las nubes. Y su obra fue orgullosa, y universal, como un Demiurgo Creador.
Pero... ¡escucha más atentamente!....presta atención al pavimento de la Plaza Roja, fíjate como, entre los truenos, destacan unos pasos de botas. Y ahora mira el cielo, ese negro cielo ruso. A orillas del Moskova el remolino puede distinguirse a lo lejos. Pero no, no es un remolino de viento, sino una espiral de fuego. Los que tengan oídos, que escuchen, porque el líder se acerca.
Y no puedes imaginarlo de otra manera porque ese es el Stalin real. Y todo lo demás es ilusorio, o es mentira, sucia mentira.
Occidente habla tanto de sus crímenes y sus purgas....¿crímenes?..¿purgas?... ¿y cómo librar al Estado y al Partido de los pequeño burgueses, los infiltrados, los subversivos, los burócratas, los revisionistas que siempre acechan...entre los cuales yo fui el peor de todos?....Fue necesario aplicarnos la legalidad vigente porque de otro modo hubiéramos logrado nuestro objetivo...la traición a espaldas del pueblo, siempre a espaldas del pueblo.
Es difícil comprender la figura de Stalin para los que no han tenido, como yo, el privilegio de crecer junto a él, de trabajar a su lado. Por eso quisiera contarles algunas anécdotas que les acercarán el lado más humano de nuestro Padre con la esperanza de que eso les permita ver claro la genialidad de su figura.
Recuerdo nuestra infancia en Georgia, los padres de Josef, permítaseme la confianza, solían pelearse a bofetadas y Josef las recibía de ambos. A Josef le encantaban, por aquella época, los apodos, el primero que eligió para él fue “Koba”, que era el protagonista de una novela popular de titulo muy sugestivo: “El parricida”. También le llamábamos “Soso”, diminutivo georgiano de Josef, que en esa época resumía bastante bien su personalidad. Otro detalle más de su niñez..... nunca vimos llorar a Josef....preludio quizás de aquel “Moscú no cree en las lágrimas”.
A pesar de los malos recuerdos de la infancia, Josef, de espíritu sensible, siempre amó profundamente la tierra georgiana. Esto se hizo patente en 1921 cuando decidimos anexionarnos , de nuevo, esa provincia. Stalin me miró y me dijo...”Mijail....¿por qué vengarnos de nuestros padres si podemos vengarnos de toda una provincia?”....cuando los trabajadores georgianos nos recibieron al grito de “renegados” y “traidores”...su genio político quedó evidenciado....”hay que trabajar esta tierra georgiana con un hierro al rojo vivo!...hay que romperle las alas a esta Georgia.....que corra la sangre de los pequeño burgueses hasta que depongan toda resistencia”... luego resonó su grito ... ”empaladlos!” ... ”descuartizadlos!” ....ciertamente, Josef, nunca fue cariñoso con los nacionalismos pero detrás de esa energía y esas decisiones solo estaba el amor por su tierra y sus gentes.....aquel sentimiento encerrado en el dicho “el que bien te quiere, te hará llorar”.
Luego en 1937 su pasión por su tierra natal, a la que quería redimir, renació con fuerza. De los 644 delegados que asistieron al congreso del partido comunista georgiano, que se celebró en Mayo de aquel año, 425 acabaron fusilados o como compañeros míos en el Gulag. Todavía recuerdo como gritaba Mamia Orajelashvili, cofundador de la República, cuando le sacamos los ojos y le perforamos los tímpanos delante de su mujer. O el jefe del partido, Néstor Lakoba, que ya había sido el año anterior envenenado y enterrado con honores. Que duro fue descubrir en él, ya muerto, un enemigo del pueblo, tener que exhumar su cadáver, y vernos obligados a torturar a su mujer hasta la muerte delante de su hijo que tenía catorce años, de quien nos ocupamos para educarle como convenía enviandole a la University of Gulag donde, lamentablemente, no fue capaz de reeducarse y tuvo que terminar fusilado. El mismo fin que corrió Budu Mdivani, ex jefe de gobierno de la República de Georgia, detenido, torturado durante tres meses y fusilado junto a su mujer y sus cinco hijos, cuatro varones y una niña, esta última de ricitos rubios, y ojos que sonreían al mirar, verdaderamente preciosa, lástima que ya fuera, a tan tierna edad, un instrumento del Imperialismo.
Alguno querrá ver barbarie en estos actos. Que ceguera!. Barbarie donde solo hay amor por los camaradas que han confundido el camino, un esfuerzo sublime por intentar recuperarlos a ellos y a sus familias, actuando igual que el cirujano que corta la pierna a la altura del muslo aunque la gangrena solo parezca subir hasta la rodilla. Y amor por la tierra que te vio nacer, dedicación absoluta para mantenerla limpia, pura, brillante como el sol, ejemplo para todas las naciones soviéticas.

En los años treinta, en los que trabajé muy cerca de mi líder natural, Stalin ordenó matar a todos los que habían conocido estrechamente a Troski. ¿Comportamiento sanguinario, parcial, victima de los celos?. En absoluto, al fin y al cabo también decidió matar a todos los que habían conocido estrechamente al propio Stalin mostrando así una equidad, justicia y clarividencia propia solo de un genio.
Lo justo y necesario de sus decisiones creo que queda evidenciado en este suceso real que paso a relatar:
“Lázar, dijo Stalin cierto día del difícil año 1937, dirigiéndose a uno de sus más leales subordinados Lázar Moiséievich Kaganóvich, ¿sabías que tu hermano Mijaíl se relaciona con elementos derechistas? Hay pruebas sólidas contra él”.
Kaganóvich replicó al cabo de un momento, “Entonces debe tratársele de acuerdo con la ley.” Asi que Kaganóvich llamó puntualmente a su hermano Mijaíl (bolchevique desde 1905 y comisario para la construcción aeronáutica), que aquel mismo día se pegó un tiro en el cuarto de baño de un colega.
Lázar solo fue uno de tantos de los que trabajaban con Stalin todos los días y bebían con él todas las noches y que supieron poner la Revolución por delante de sus afectos personales.
¿Quién puede acusar al líder de criminal si hasta la propia familia del condenado concordaba en lo justo y necesario que resultaba aplicar la legalidad vigente?.
Recuerdo que, por aquella época, las dos frases que Josef repetía con mayor asiduidad eran:
-“La muerte soluciona todos los problemas. No hay hombre, no hay problema.”
-“Golpead, golpead y golpead otra vez”. Esta era pronunciada cada vez que Beria reconocía tener problemas para arrancar una confesión.
¡Que bien reflejan estas frases la sencilla clarividencia que emana del auténtico genio!
Si algo refleja el carácter insobornable del gran mariscal es lo que sucedió con Bedny, uno de sus poetas de cabecera, amigo personal, principal glosador de la musicalidad de las sirenas que llamaban al trabajo en las fábricas soviéticas, y fustigador de la clase proletaria cuando no era capaz de cumplir los objetivos fijados (maravilloso su poema “Aleja la espalda del horno” en el que lamentaba duramente, en una sátira constructiva, el descenso de la producción de carbón).
El caso es que Bedny vivía alojado en uno de los más preciosos apartamentos del Kremlin con los lujos lógicos en la clase dirigente y la intelectualidad de vanguardia. Cierto día., el poeta expresó a un amigo que le fastidiaba dejarle libros al líder porque éste se los devolvía con los márgenes manchados de grasa. Días después fue expulsado del Sindicato de Escritores....y del apartamento del Kremlin. ¿Un ataque de infantil orgullo de Josef?, en absoluto, solo que en ese par de días coincidió que se probó claramente que la mayoría de sus poemas calumniaban al proletariado ruso. Todavía recuerdo las sabias palabras del Padre Stalin...”decidle a este Dante de última hora que ya puede dejar de escribir”.
Ahora repaso la cuadragésima carta sin respuesta que Bujarín, siempre elocuente y perspicaz, dirigió al líder desde su celda...”Koba, ¿qué necesidad tienes de matarme?”...él que había aplaudido la ejecución de Zinoviev y Kamenev con aquella frase que todavía resuena en mi cabeza...”me alegro, Mijail, de que los hayan matado como a perros”...Nikolai, mírate ahora, rebajándote, perdiendo la dignidad que nunca tuviste....ahora que no eres capaz siquiera de abrocharte los pantalones sin ayuda y sin romper a llorar...
¿Creíais Bedny, Bujarin y tantos otros que vuestra amistad personal y el aplauso constante al líder os hacían inalcanzables, que impedirían al Padre de la Patria tomar las decisiones que la justicia y el pueblo reclamaban?. ¿Tantos años junto a él sin conocerle?.
Cierro los ojos y veo aquel tren humeante entrando en Moscú....el gran retrato de Lenin y su pausada voz al decir...”es cierto que la libertad es algo precioso, tan precioso que debe ser cuidadosamente racionado”.
Esta es la verdad, lo demás es tan solo Historia. Alguien tenía que contarlo”
Camarada Mijail Mariosilovich Renanov