jueves, 8 de octubre de 2020

Tempus fugit: es hora de una moción de censura


Estuve a punto de decirlo en la entrada anterior pero me contuve: al fin y al cabo estábamos a las puertas de una Asamblea y no se ven alternativas claras.

Pero después de la rueda de prensa de hoy del presidente y el anuncio de que la asamblea será el domingo 15 de noviembre en San Mamés creo que urge tomar medidas.

Esta crisis la iniciamos los socios eligiendo a este incompetente y nadie la va a solucionar en nuestro lugar: nosotros metimos la pata, nosotros tenemos que sacarla.

Ya llevamos unos días valiosos perdidos discutiendo de Llorente ¡a estas alturas! en vez de viendo como un nuevo entrenador contrastado se va a haciendo con el equipo. Pero estos no toman decisiones, ni las van a tomar. La táctica es la misma que con la Asamblea, patadón y alejar el balón.

Llegará el 15 de noviembre y como mucho se rechazarán las cuentas y se convocará otra asamblea, con la esperanza de que una segunda derrota les lleve a dimitir, constituirse (ellos mismos) en gestora y convocar elecciones.

Un itinerario muy largo y sometido a muchos condicionantes. No nos lo podemos permitir. Creo que tenemos que movilizarnos ya.

Alguno lo considerará una exageración. Yo no. Anteriores mociones de censura se impulsaron por grandes meteduras de pata concretas (Lamikiz y Zubiaurre, Macua y su sorteo amañado...) Parece que necesitamos un gran bombazo para movilizarnos y que ahora, aparte de una mala clasificación que pudiera ser coyuntural, "no es para tanto".

Pues no estoy de acuerdo: la acumulación de incompetencia que hay en todos los estamentos del club es más grave que la debacle que pudo ser y no fue (Zubiaurre) y un bochorno lesivo para los socios pero sin consecuencias estructurales para el club (el sorteo) El riego potencial al que estamos expuestos con esta gente al timón del Athletic, en lo deportivo e institucional, es enorme.

Por eso, "Ecce nunc tempus acceptabile, ecce nunc dies salutis" (Ahora es el tiempo favorable, ahora es el tiempo de la salvación) El reloj y el calendario corren, el daño que nos pueden hacer es creciente: ya estamos tardando.

martes, 6 de octubre de 2020

El Athletic convertido en un circo de tres pistas...

...con unos payasos que hacen muy poca gracia.

Espectáculo garantizado: uno no sabe dónde mirar

Me gustaría tener tranquilidad para ordenar mis ideas y convertirlas en una entrada esquemática y ordenada; pero me siento incapaz de hacerlo.

Lo único que puedo decir con claridad es que estoy muy preocupado. A la crisis deportiva, ya bastante grave de por sí, se une una crisis institucional sin precedentes. No es nuevo vernos en apuros con la sensación que ni en el banquillo ni en Ibaigane están las personas adecuadas. Pienso sobre todo en "los dos llamados años" en los que, con un para mí nefasto Lamikiz en la presidencia, vivimos sendas crisis deportivas con entrenadores que parecían incapaces de dar con la tecla para levantar a unas plantillas limitadísimas pero tal vez no peores que otras tres.

No voy a entrar en si Elizegi es peor o no que Lamikiz. Con Macua en el tercer cajón del podio, la distribución del oro y la plata como peor presidente de la historia entre esos dos sujetos se la dejo a otro. Pero con independencia de eso me temo que la situación actual es mucho peor. ¿Por qué digo eso?

Solemos referirnos al Athletic como una institución, porque lo es; y eso le da una especial fortaleza que definiría como la suma de una serie de intangibles construidos a lo largo de sus más de 120 años de historia: un saber hacer institucional, un arraigo social, una forma de ser Athletic en dirigentes, técnicos, jugadores.... y periodistas.

Por mal que lo pasáramos con el tándem Sarriugarte-Lamikiz, por ejemplo, aunque ya se notaba cierta decadencia en esa fortaleza de intangibles, uno al menos mantenía una cierta confianza en todo ese entramado.

 Pero ¿qué queda de todo ello?

Nuestro triunvirato
No es ya que el entrenador lleve meses demostrando que ha llegado a una situación de bloqueo con su plantilla, ni que tengamos a un presidente que confunda el liderazgo con la repetición de frases sacadas de un calendario: es que además la dirección deportiva está en manos de alguien que todavía no sabemos que mérito acredita para ese puesto y que da vergüenza ajena cuando abre la boca. Es que la prensa se ha convertido en una camarilla de cortesanos que hacen propaganda en vez de periodismo. Es que el vestuario parece el camarote de los Hermanos Marx, con declaraciones extemporáneas de jugadores descontentos, reprimendas públicas de unos jugadores a otros, interferencias en el trabajo del entrenador y de la dirección deportiva, y exhibicionismos nada ejemplarizantes en unos momentos tan duros como los que la sociedad está viviendo este año. Encima tenemos un equipo directivo improvisado -la precampaña y campaña de Elizegi fue una mala comedia- que por si fuera poco al parecer está dividido y yo añadiría que desorientado, como parece confirmar el culebrón que se vivió ayer por la tarde con el "Caso Llorente"

Con el público de San Mamés confinado a efectos futbolísticos y la prensa mirándose al ombligo de sus intereses particulares, no veo cómo transmitir a este conjunto de malos payasos que no tienen gracia.

Me decís algunos de vosotros que esa labor la hacen las redes sociales, que el presidente las sigue de forma enfermiza y que eso le puede presionar tanto como las gradas de San Mamés. Lo dudo. Y además, ¿en eso radica nuestra esperanza? Pues cuidado, porque según donde mire, igual se nos vuelve terraplanista.

Quedaría la Asamblea de Compromisarios, pero más allá de que varios de ellos encuentren desahogo en soltar en público lo que muchos pensamos, no veo qué va a poder aportar al gobierno del Athletic. La influencia de la Asamblea, por caliente que resulte, durará lo que tarde en secarse la tinta del periódico del día siguiente, o igual menos.

Soy muy pesimista.

Hasta ahora el Athletic ha soportado muchas crisis gracias a esa robustez que he definido antes como una fortaleza hecha a base de intangibles; pero hasta la roca más sólida se termina desgastando por un goteo constante. Y aquí no hay un goteo: hay una manguera de agua a presión mezclada con arena. Convendría no olvidar que ese chorro lo abrimos nosotros cuando elegimos a un candidato cuya campaña electoral fue toda una exhibición de inconsistencia, contradicciones, vacuidad y falta de sinceridad a la hora de contestar preguntas incómodas.

¿Exagero? ¿Escribo influido por un momento depresivo de la ciclotimia propia de un aficionado al fútbol y de la que tanto nos reímos cuando la vemos en la la que llamábamos la web amiga? Eso espero. Los acontecimientos de las próximas semanas (parón, vuelta a los partidos, asamblea...) lo dirán.