
Este sería el último. No había vuelta atrás. La próxima vez que se jugara el derby, él estaría del otro lado, portando la otra camiseta, la que siempre quiso ver derrotada, a la que gritó tantos y tantos goles....envuelto en otros colores, en otra bandera....colores y bandera que hasta ahora solo le habían provocado una mezcla de rechazo y burla.
Sus estadisticas, hasta ahora, hablaban bien claro. Ocho derbys jugados, ocho ganados. Veinticinco goles a favor, de los que doce fueron suyos y solo nueve en contra. Brutal, enorme, ¿cómo no iba a ser el ídolo de aquella afición?. Afición sabia, entregada, joven y divertida.
Pero la Historia, juguetona ella, le había preparado una emboscada, una trampa para sus sentimientos, una herida en sus convicciones más profundas. Aquel maldito contrato. Pero tenía que ser así, no había otra,"el normal desarrollo de los acontecimientos", "tienes que pensar en tu futuro y el de los tuyos", que le decían todos sus íntimos.
Total, que el próximo año estaría en el otro lado, en el otro vestuario, con todos los que hoy serán sus compañeros por última vez convertidos en sus enemigos, en el contrario a batir. Y , todavía, el único que lo sabia de toda la plantilla era él. ¿Cómo y cúando sincerarse?.

Al principio cuando le llegó la propuesta y la contó en casa, viendo la reacción de todos él también se sintió embalado, los términos del contrato sonaban de fábula y dio orden de seguir adelante.....pero hace ya unas semanas que el arrepentimiento ronda su cabeza. Está desorientado, perdido y su juego empieza a resentirse.
El día del partido, su último derby con el equipo de toda su vida, le costó vestirse en el vestuario. Tardó un montón en colocarse cada prenda....enrollarse las vendas.....ajustarse las botas. Se imaginaba vistiendo la otra.......colocándose los otros colores y rápidamente tuvo que sacudir la cabeza para volver en sí. No dejaba de pensar que sería el último derby en el que tirar una pared con Pepelu....en el que recibir un pase al hueco de Guille....ese genio del mediocampo....que nunca más en un derby recibiría, de Edu, ese centro perfectamente tocado que convierte el remate de cabeza en una pura delicia. Recordó que la próxima vez los tendría enfrente y se le hizo un nudo en la garganta.
Embocaba ya la salida del vestuario, aparentemente concentrado, pero , en realidad, serio y triste cuando le vino a la cabeza, la pregunta que Marisa le envió vía SMS.......pregunta que cortaba como una daga...."·¿se lo dirás hoy a los muchachos?"....y su respuesta...."sí, hoy....cuando el partido haya terminado".
Empezó a calentar, sus compañeros, camaradas de años, lo notaron distante, frío. Él miraba a los que serían el próximo año sus compañeros y no podía entender su propia decisión. "Con esos desgraciados no gano un partido más" se dijo.Durante el encuentro no le salió una, ni un pase, ni una pared, ni un regate, ni un remate entre los tres palos, nada. Hasta el aliento, los cánticos y los gritos de la afición le hacían daño. Se pasó el partido pensando cómo tirar atrás aquel pre-contrato .....y la posible reacción de su hermano, representante y abogado, cuando se lo sugiriera...El clásico terminó 1 a 0 gracias a una genialidad de Edu, pero no hubo nada más.
Se duchó, se cambió rápido y se fue, incapaz de contarles nada, ni siquiera se quedó a comer los habituales pintxos con los muchachos.
Los días siguientes estuvo raro, pensante y desaparecido. El primer viernes de Enero, a las 11, debía firmar el contrato definitivo. Todos querían estar presentes, los padres, sus hermanos, Marisa, su familia....todos.
Se rajó, no soportó la presión de cambiar de bando, de equipo. Intimamente sabía que , por culpa de aquel contrato, no volvería, que ya no vería a los chicos, que aquel había sido su último partido, su último clásico. Su último “solteros contra casados".