
Érase una vez un hombre hecho a sí mismo ...
Es curioso que todavía en pleno siglo XXI haya gente que mire por encima del hombro a los que han sido poceros, chatarreros o similares antes de convertirse en importantes empresarios. Yo no. Yo les admiro.
Aunque hay entre ellos una variedad con una faceta que no me gusta. Me refiero a los que además se jactan de no tener cultura ni formación.
Me parece estupendo que no se sientan acomplejados por eso. Y me da vergüenza ajena quien se cree superior a otro por el hecho de tener un título. Pero si no hay que sentirse superior por tener un título universitario, creo que tampoco por no tenerlo, por mal que esté la universidad.
A estos pertenece nuestro hombre. No solo se enorgullece de sus logros, sino también de su falta de estudios. Aunque para ser exactos, más que la ausencia de títulos, lo que llena de orgullo es lo pintoresco del único que ostenta: una FP en peluquería, de la que ha alardeado en algún medio, según me ha hecho saber la pizpireta fuente que ha hecho posible esta sinsorga entrada.
Y sucedió que el peluquero encontró al abogado. Y uno le sirvió al otro como asesor legal, y hay que pensar que en contrapartida el primero comenzó a cortarle el pelo al segundo.
Todos eran felices. Y más cuando el abogado se convirtió en presidente de una importante entidad con el apoyo indisimulado de su peluquero y el placet del señor feudal de la zona.

Y colorín colorado, este cuento tan malo se ha acabado. Habrá que esperar a que el abogado encuentre un nuevo peluquero. ¿Lo conseguirá? ¿O se acabarán cortando el pelo unos a otros en su JD? ¿Habrán Delgado y Palomar empezado a afilar sus tijeras?