“Bebo sin mesura y escribo cualquier estupidez para olvidar aquellos tiempos en Berna y esos suizos que por su juventud tanto daño me causaron” (Asilovich deprimido y profético)
-“¿Conoce usted a Holderlin?”,preguntó el doctor mientras cavaba el foso.
-“¿De quién habla?", musitó aburrido el centinela, un joven suizo, de rápidos movimientos, natural de Berna.
-“Amigo mío….de quién escribió el "Hiperión o el eremita en Grecia"", explicó el doctor, a quien le gustaba mucho explicarse. "Hablamos de quien es, seguramente, la figura cumbre del romanticismo alemán.....Y a Heine, por ejemplo, ¿a Heine le conoce?.."
-"¿Quiénes son esos?", volvió a preguntar, ahora un poco molesto, el centinela (suizo, natural de Berna, por si no había quedado claro antes).
-"¿Qué quienes son?.....son poetas....amigo mío .....!!!poetas!!!!"...añadió irritado el doctor...."¿Tampoco le sonará, supongo, el nombre de Schiller?"
-"Sí, si.....Schiller si que me suena" , balbuceó timidamente el centinela, mientras hacía gala de su velocidad con varias carreras….
-"Ya...... me imagino.......¿Y el nombre de Rilke? ...al menos Rilke sí que le sonará!!!!.."
-"Claro, claro , Rilke.....quién no conoce a Rilke!!...¿está refrescando , verdad?"....intentó regatear el centinela...(suizo, natural de Berna y por lo que dicen acostumbrado a corretear en hierba artificial)
-"Sí, un grande Rilke...." suspiró el doctor....."pero no hablo del delantero checo", añadió con sorna, "sino del autor de algunos de los más bellos poemas en alemán...."
-"Por supuesto que hablamos del poeta....¿qué se cree usted?"....casi gritó el centinela queriendo parecer ofendido.....y mostrando una vez más su rapidez en el contragolpe…
-"¿Y que ha leído usted concretamente de Rilke si puede saberse?"....preguntó el doctor con la sonrisa propia del cazador que ha arrinconado a su presa....
El centinela se puso colorado como un tomate.....las manos le temblaban....."De Rilke he leído...he leído......".....sonó un disparó....
"Mira que son leídos estos jodidos intelectuales"...añadió el centinela, natural de Berna y , en consecuencia, suizo, sudoroso tras la última palada demostrando un perfecto estado de forma.
Como se evidencia en esta anécdota la Cultura puede matar, como puede matar el Fútbol. He aquí la primera de sus similitudes. Negadas, eso sí, con frecuencia, por los llamados “intelectuales” que , en su mayoría, se erigen en “despreciadores” oficiales de ese fenómeno de masas llamado Fútbol.
Y no lo entiendo, porque entre la Cultura y el Fútbol hay muchos puntos de encuentro. Fijaros sino en esta alineación…..Camus de portero, Dostoievsky y Tolstoi como duros, muy duros, casi indigestos, centrales, Hemingway y Faulkner en el puesto de carrileros de ida y vuelta, Borges para recuperar balones e ideas ajenas, Cervantes en funciones de organizador, Nabokov como enlace “ofensivo”, Kafka y Calvino de extremos, de esos de pisar la cal, y Chéjov como delantero artífice de ese momento supremo, pero breve , que es el gol.
Sin embargo, es una evidencia, durante mucho tiempo "fútbol" y “cultura” no han terminado de llevarse bien. Alguien, una vez, se preguntó: “¿En qué se parece el fútbol a Dios?”, y él mismo se respondió…”en la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales”.
Kipling (conocido masón sí, pero al menos no se sabe que naciera en Berna, ni está documentado que fuera , alguna vez, joven o suizo) es un ejemplo de esa “desconfianza”, ya en el año 1880, en Londres, se soltó el pelo burlándose del fútbol con ese "las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan".
Hay quien se cuestiona, a lo Sánchez Dragó (emérito intelectual suscriptor de Marca), …¿es posible considerar “cultura” a un deporte donde unos señores en calzoncillos corren detrás de una pelota?. Esa pregunta formulada en un tono de desdén es prueba del divorcio que hace tiempo ya se instaló entre cultura elitista y cultura popular.
Bueno, en realidad, reconozcámoslo ya mismo, parece obvio que el fútbol como tal no tiene grandes pretensiones “culturales” pero si consideramos que seguramente es el espectáculo productor del mayor número de conversaciones en el mundo habría que reconocer que, al menos, a nivel de fomentar la comunicación humana es un instrumento a considerar.
Bien es verdad que tampoco el fútbol ha ayudado a fomentar un buen matrimonio con la “intelectualidad” vigente. El balón y su entorno han manifestado frecuentemente recelo hacia la cultura o la lectura como pasatiempo. Se ha caricaturizado al deportista con preocupaciones culturales, suponiéndole escaso de casta y arrojo, elevándose a los altares la épica cortante y visceral propia del “a mí el pelotón que los arrollo”.
Adicionalmente, hemos de reconocer que, curiosamente, el futbol quizás sea una de las pocas expresiones que en su desprecio une a intelectuales “conservadores” y de “izquierda”. Para los “conservadores” la idolatría de la pelota es la única superstición que el pueblo merece. Poseídos por el balón, la plebe piensa con los pies, que suponen, es lo suyo. Resurge el instinto animal que supera con creces a la razón humana, la ignorancia aplasta a la Cultura (así en mayúsculas) y la chusma recibe lo que quiere….de nuevo, aparece aqui la Teoría Dragoniana.
Por el contrario, para muchos intelectuales de izquierda el futbol castraba a las masas (lo formulo en pasado porque ya no sé si de aquellos quedan y si resta masa por castrar) y reducía la energía revolucionaria. Hipnotizados por la pelota la clase obrera atrofia su conciencia y se deja llevar, cual rebaño, por los enemigos de la Revolución. A principios del siglo XX cuando el fútbol empezó a dejar de ser cosas de ricos y se organizaron los primeros equipos populares algunos dirigentes anarquistas denunciamos esa maquinación burguesa destinada a evitar las huelgas y esconder las contradicciones del sistema. La difusión del fútbol en el mundo era el resultado evidente de una maniobra imperialista para mantener en la infancia a los pueblos oprimidos. Un esfuerzo más por parte del Estado para adoctrinar a las masas, educarlas en la competencia, el fanatismo, el nacionalismo, el sexismo y la violencia irracional, el culto desmedido a los ídolos, en definitiva, pura manipulación ideológica.
Y es que la intelectualidad progresista se ha relacionado poco y mal con el deporte. Solo hay que recordar todo lo que nos costó convencer a Stalin, punta de lanza del pensamiento zurdo (no, no “burdo”, he dicho “zurdo”!!!), de los beneficios que para la Revolución podía significar el efecto fútbol. Eso sí, una vez convencido en pocos años nos llenó la URSS de esos maravillosos campos de fútbol “cementosos” y descubiertos (como es bien sabido nunca llueve al Este de Polonia) que pueblan nuestra geografía. Y es que haciendo “campos” somos los mejores. Lástima que los estadios de fútbol no pudieran desfilar el 1 de Mayo.
Y en el fondo…si el fútbol no es cultura….¿qué más da?….¿qué es antes, y que importa más, me pregunto yo, el juego o la cultura?. En realidad los animales no han esperado a que el hombre les enseñara a jugar. El juego es anterior a la cultura y solo por eso merece un respeto. Se puede vivir sin “culturizarse”, (no, CR9, aunque suene parecido lo que tú haces en el gimnasio es otra cosa) pero no conozco a nadie que viva sin jugar. A mi, por ejemplo, me encanta jugar. Si puedo elegir, la mayoría de las veces prefiero determinados "juegos" antes que un libro….e incluso antes que un partido de fútbol.
Claro que como en todo hay excepciones, existen intelectuales que han valorado mucho y bien los valores futboleros. Es muy conocido que Albert Camus, nuestro guardameta en la selección internacional de escritores, reconoció que lo que sabía acerca de la moral y de las obligaciones humanas se lo debía al fútbol y que lo que aprendió en su equipo le sirvió toda la vida (a diferencia de nuestros centrales que deben reaprenderlo todo cada pretemporada).
La única explicación posible, pues, al desapego que tantos intelectuales sienten por el balompié debe ser que jamás han visitado San Mamés en partido oficial. Porque allí, como bien sabemos, el fútbol se convierte en literatura, en arte. Más allá de instantes poéticos bien rimados como el eterno “Macua pepero, se te ha visto el plumero”….la Catedral produce imágenes que nos acercan a la belleza, al arte, a la literatura, en definitiva a la Cultura.
Pocos momentos más bellos que ése en el que Yeste dibuja una pose de bailarina antes de golpear el cuero al saque de una falta, ¿acaso ha logrado la escultura, la pintura, la poesía dibujar algún otro momento de tamaña intensidad?. ¿Es que puede haber algo más épico que la enésima carrera de Toquero detrás de un contrario?. ¿Es que no da para una “Critica de la razón pura” los acertados planteamientos del entrenador local? ¿Es que no es firmar una “Utopia” ir al campo esperando disfrutar? ¿Es que no es ver jugar a Etxebe tanto como la lectura de “La lentitud”? ¿Es que no hay similitudes entre el pase de Orbaiz y la magna obra “Todo fluye”? ¿Es que “El idiota” no es buen reflejo de las acciones de Ocio? ¿Es que Llorente no te sumerge en las profundidades de la obra “El avaro”? ¿es que miras al palco y no evocas “El barbero de Sevilla”?...¿no es Ustaritz un enamorado de “Bambi” esa joya de la literatura infantil?....¿acaso no es ver a JaviMar en su infinito correteo y rememorar “Esplendor en la hierba”?....¿no es la historia de Muñoz como “El libro de la risa y el olvido”?....¿no tiene Gurpe en su nariz la épica de “Espartaco”?...¿quién no ha visto a Iraizoz frente al delantero rival y ha pensado en “Cien años de soledad”?.....¿quién no ha visto saltar al campo a Muniain y ha dicho...ahí va….”El Principito”?....¿o acaso nuestra Pamela todavía, al recordar a su amado “8”, no sueña con “Capitanes intrépidos”?....
Sí, compañeros, en San Mamés, fútbol y literatura, fútbol y arte, fútbol y cultura se matrimonian para siempre. Tal y como este "breve" ensayo trata de demostrar, en el interior de ese recinto sagrado se evidencia que el fútbol, como la Cultura, puede matar ……de aburrimiento.