A menos de veinticuatro horas para despedir la liga este año, poca es la expectación que entre la parroquia zurigorri parece despertar el enfrentamiento ante el Levante. Si de algo vale observar el microcosmos que es este Ambigú para hacernos una idea, asuntos como las declaraciones de un fósil de la comunicación, SuperButano, o el óbito de una estrella del flamenco, Enrique Morente, han suscitado más comentarios en los últimos días que cualquier circunstancia relativa al Levante-Athletic que se disputa mañana. A simple vista, varios factores parecen contribuir al escaso interés en el aficionado.
En primer lugar, probablemente muchos aficionados tengan su mente ocupada en múltiples tareas propias de estas fechas. El sábado anterior a la Navidad es, en la práctica, una de las pocas fechas libres que mucha gente tiene para hacer sus compras antes de llegar a la vorágine de las fiestas. Si el Athletic jugara en casa, la cosa hubiera estado más disputada: entre ir a un centro comercial a comprar, a regañadientes, un regalo para la pesada de su suegra o ir a La Catedral, no dudo que muchos se hubieran decantado por acudir al futbol. Si, además, el partido fuese contra un rival de más enjundia, el dilema no tendría más que dos colores, el rojo y el blanco. El hecho de que los leones jueguen en Valencia y se enfrenten, un sábado a media tarde, a uno de los equipos más flojos del campeonato son factores determinantes para explicar el poco interés que en los días previos está despertando el encuentro. Dado que el forofo rojiblanco siempre quiere que su equipo gane, este desinterés no significa que importe poco el resultado, sino que puede existir cierto convencimiento de que ante tan humilde rival los tres puntos son casi de obligada obtención.
No obstante, en segundo lugar, hay dos circunstancias más que mantienen al personal bastante despistado: el bis copero y el choque disputarán Euskal Selekzioa y Venezuela en San Mamés, después de conseguir una fórmula de consenso que zanjara, al menos por ahora, las discusiones bizantinas acerca de la denominación de la selección vasca de futbol.
Sin ningún género de dudas, cualquier aficionado daría alguno de sus órganos, vitales incluídos, por superar esta ronda copera frente al adversario culé. No es de extrañar que en su desvelo el aficionado rojiblanco repase una y mil veces las posibles combinaciones de jugadores y sistemas que permitieran al Athletic meterle un bocado al equipo de Guardiola en su propia casa. Obviamente, dichos desvelos de altos vuelos dejan poco lugar a preocupaciones más de andar por casa como el partido contra el equipo granota. Partidos de liga hay muchos, pero este enfrentamiento en el torneo del KO es un auténtico partido del siglo para el seguidor zurigorri.
Por otra parte, la convocatoria de Iribar y Etxarri, el hecho de que el partido se juegue en San Mamés, de que haya un homenaje a un león que ya forma parte de la leyenda del club -Joseba Etxeberria- y, especialmente, las ganas de muchos por recuperar con bríos renovados un partido que nadie sabe muy bien por qué ha estado ausente los últimos años de la programación futbolística navideña, son ingredientes que tampoco debemos despreciar a la hora de analizar las razones por las que la atención del mundo zurigorri tiene su cabeza en cosas muy diferentes a lo que mañana ocurra en el Ciudad de Valencia.

Si nos centramos en el partido, no me resisto a dejar de recordar a la distinguida clientela de este Ambigú el último enfrentamiento que protagonizaron Athletic y Levante, pues se trató aquella de una fecha que difícilmente olvidará ningún aficionado. Hace unos días, compartiendo una cerveza con el cónsul, recordamos la desazón, la angustia y el sufrimiento que ambos tuvimos en muchos momentos de aquella infausta temporada 2006-2007 y, sobre todo, aquel domingo 17 de junio de 2007 en el que un Athletic futbolísticamente agonizante se jugaba la permanencia –y con ella buena parte de su grandeza- ante un ya descendido Levante. No quiero evocar miserias del pasado y zanjo aquí cualquier otro comentario que me sugieren los hechos que se vivieron por aquellas fechas. Tan solo espero que todas las circunstancias que tuvo que soportar la afición entonces, tristes y penosas, no vuelva a repetirse jamás.
En el terreno estrictamente deportivo, no debería confundirnos la humildad del rival, con un presupuesto reducidísimo para la categoría, ni su puesto en la clasificación con el hecho de que sea un equipo sencillo. En este sentido, son varios los factores a tener en cuenta:
- La trayectoria del Athletic fuera de casa está siendo bastante pobre. Salvo la victoria en Alicante, muy sufrida, y el empate en Gijón ante otro rival muy modesto, el resto de los partidos lejos de Bilbao se cuentan por derrotas y, lo que es peor, con una cantidad de goles encajados más que preocupante. Si a esto añadimos las dudas que ha generado el equipo en sus dos últimos partidos en casa, nos encontramos con que el partido del sábado en Valencia presenta, como mínimo, luces rojas de aviso a navegantes.
- El Levante, dentro de su mínimo potencial económico, tiene una idea de equipo algo diferente a la que conocimos en su último paso por la primera división, aquella temporada 2006-2007, que se saldó con un descenso, prácticamente, en la primera vuelta. En esta ocasión ha confeccionado un equipo con jugadores de mayor experiencia. Se trata ahora de un equipo con más tablas y que, independientemente de su mayor o menor calidad futbolística, sabe competir mejor. O para ser más precisos, sabe adaptar mejor su debilidad congénita como equipo a los requerimientos de la competición. Recordemos que uno de los dos equipos que juegan la liga (el resto juegan otra cosa), el Real Madrid, con todas sus estrellas, sus CR7s, Mous y demás sólo consiguieron arañar un punto –muy peleado, por cierto- de ese estadio.
- Y, por último, conviene preguntarse: ¿con qué actitud saldrán al campo los jugadores del Athletic? Está más que probado que un Athletic falto de chispa, poco intenso o displicente es presa fácil prácticamente para cualquier equipo, por débil que este sea. Más aún cuando el rival, como suele decirse en el argot futbolístico, se está jugando la vida y, además, lo hace en su casa – si bien esto puede no ser el mayor problema, ya que lleva muy poco público al campo y a buen seguro que habrá abundante representación de la importante hinchada rojiblanca por tierras levantinas.
Esperemos que el Athletic acabe con buen pie el año en lo que a la liga se refiere. El duelo de la semana que viene en el Camp Nou será otra historia, en la que habrá que pensar a partir del sábado por la noche. Puede que la eliminatoria de la copa esté teñida con los colores de la gloria si el Athletic consigue superarla, pero no es bueno perder la perspectiva de que en un campeonato tan igualado, como lo es esta liga a partir del quinto sexto puesto hacia abajo, es absurdo despreciar la posibilidad de sumar tres puntos ante un rival que, sobre el papel, tiene aspecto de ser asequible.