Las noches de verano, aunque no sean especialmente calurosas, son propicias para las historias. Historias de esas angustiosas y sórdidas. Si a una noche de verano le sumas, además, una ventana abierta ya tienes la intriga, el suspense, asegurado. Qué bien sabía esto el maestro Alfredo.
Y es que quizás sea cierto lo que solían decir los griegos (que no sé si lo decían todos, quizá no, pero, al parecer, había algunos griegos que sí que lo decían) que las cosas ocurrían para que los hombres tuvieran algo que contar. Las historias épicas, las tragedias, los horrendos crímenes, las gestas, todas tenían para los dioses un único fin, proporcionar tema a los escritores. Relatos que terminaron siendo, a menudo, más ilustres que los sucesos narrados.
Pues bien, esta noche pasada ha sido una noche de ese tipo, noche de verano con ventana. Noche que viajaba en carro tirado, al unísono, por Épica y por Tragedia. Noche para cantores, cronistas y narradores de cuentos. Noche de héroe y juglar, de Aquiles y Homero, de Eneas y Virgilio.
Todo ha comenzado mientras dormía yo plácidamente con la ventana abierta, soñando un sueño (¿se puede soñar otra cosa?) en el que curiosamente, varios de los clientes de este local tenían un papel protagonista. No, no, Renano, tranquilo, que no se trataba de un sueño húmedo. Al parecer, los hay de otros tipos como he descubierto cuando esta madrugada me he despertado sobresaltado en pleno sueño.
El reloj marcaba las 3:13 y el motivo de la interrupción abrupta de aquella onírica historia quedó pronto al descubierto. Un horrible, descomunal, gigantesco, abrumador ruido de ronquidos abismales, que partían de alguna otra ventana del amplio patio interior, se colaba por mi ventana ligeramente abierta.
Supongo que estaréis pensando que exagero. O que soy un tiquismiquis. Uno de esos individuos que necesitan absoluta paz interior y exterior para poder conciliar el sueño. Mentira cochina. Mi conciencia, blanca o negra, se me desconecta a partir de medianoche y jamás me ha impedido dormir. He sido capaz de dormir con una fiesta latina en el piso contiguo, en medio de una tormenta descomunal e incluso justo encima de una discoteca mal insonorizada. Lo que es más, estoy doctorado en esto de dormir rodeado de ronquidos. El que esto suscribe ha sido capaz, en el pasado, de viajar por Europa durmiendo en la misma habitación de Fran (a quién no tenéis el gusto de conocer, un tipo magnífico), Gran Maese del Ronquido, a quién, llegada la noche, nadie quería en sus cercanías ni siquiera su mujer. Debo decir que Fran es varias veces medallista en las Olimpiadas del Ronquido, oro en Ronquido de Altura, Triple Ronquido, Cien Ronquidos lisos, Ronquitlon, Tres mil Ronquidos con obstáculos y otras modalidades que sería interminable detallar. Solo la medalla en el relevo del cuatro por cien ronquidos se le escapó y porque el resto del equipo no supimos estar a la altura.
Vamos, que no soy “virgen” en este asunto. Y ni así. Al lado de lo que he experimentado esta madrugada los ronquidos de Fran son como el dulce discurrir del agua que serena y tranquiliza el espíritu. Como os digo jamás he tenido que enfrentarme a un ronquido tan brutal, tan ensordecedor, tan asesino de sueños como el que esta madrugada rompía mi ventana.
Soy un tipo con determinación y arrojo. Por eso, tras la parálisis inicial producto del asombro he reaccionado rápido. Lo he intentado todo para reconciliarme con Morfeo. Jugándome el tipo….. sabiendo que el simple conteo de ovejas nunca sirve en casos extremos…. con valor rayando la inconsciencia….me he dispuesto a repasar mentalmente partidos completos del Athletic de Caparrós creyendo que así Hipnos se apiadaría de mí. He hecho la lista de laterales izquierdos ya fichados y posibles alternativas para ese puesto, la relación de los errores cometidos por Macua y su Junta en versión ambigú, la lista de jugadores de nuestra cantera que de haber dispuesto de diez partidos en el primer equipo hoy serían campeones del mundo….todo ha sido inútil, incluso esas medidas extremas han fracasado ante el rugido roncador, enorme y, a la vez, equilibrado, perfectamente medido en intensidad y frecuencia.
Ante tal situación la imaginación me ha llevado por caminos oscuros. ¿Qué clase de ser vivo podría ser el origen de tales estridencias?. Es obvio que un humano no es capaz de emitir semejante ruido. ¿Qué seres de la noche habitan mi vecindario?, ¿sería acaso un dragón?, ¿un orco?....sí, quizás un habitante de Mordor fuera capaz de expresarse guturalmente así…..
Esas elucubraciones amenazaban con trastornar mi agotada mente cuando el reloj marcaba ya las 4:21….Sé lo que estáis pensando. Que lo tenía fácil. “Idiota, levántate y cierra la ventana, hombre”. ¿Así, sin más?. ¿De esa manera tan cobarde queréis acabar con una historia que apunta a gesta o a tragedia griega?. Prefiero ser como nuestro César Macua, afrontar los problemas, verles venir de cara y observar cómo éstos huyen de mí. A fuerza de ser sincero debo reconocer que ni mi tendencia a la comodidad me permitía tomar dicha medida ni creo que ese doble cristal reforzado, cerrado hubiera aguantado la salvaje embestida.
Pensé en estirar la mano, tomar el móvil y llamar a los municipales o a los marines que igual era más procedente. Con un medidor de decibelios en manos de la autoridad competente esta historia hubiera terminado solo en una fuerte multa. Con ese simple gesto, tal vez, hubiera evitado la posterior catástrofe. Pero entre mi proverbial comodidad y mi poca implicación ciudadana no he sabido frenar la tragedia.
Y es que le reloj marcaba las 4:56 cuando al bárbaro y feroz gruñido, y justo detrás de él, de forma perfectamente acompasada, se le ha unido una especie de gritito femenino. Un segundo sonido, ahora sugerente, que estaba, en realidad, entre el gritito y el gemido. Era el sonido que uno asocia a una mujer excitada. Entiéndaseme bien. No se trata del grito histérico habitual en una mujer excitada porque alguien ha ensuciado el suelo, no. Hablamos del gemido leve propio de una mujer aristocrática, sexualmente excitada. Asemejándose al cine porno que mezcla rítmicamente el dúo “empujón”, “gemido”, esta madrugada tañía en mis oídos el doblete “ronquido brutal”, “gemido tenue”, “ronquido brutal ”, “gemido tenue”, “ronquido brutal”, “gemido tenue”…y así hasta el infinito. No me digáis que no ha sido como para volverse loco.
De nuevo mi imaginación me ha llevado por procelosos senderos. ¿Qué razón hay tras un doble sonido de ese tipo? ¿tan bueno es el tipo en la cama que es capaz de montárselo totalmente dormido? ¿será la dama de tan fácil excitación que hasta un ronquido, si es lo suficientemente grande (al final el tamaño siempre importa), le pone?. Este último pensamiento me hizo rebullirme inquieto. Estiré el cuello para ver si alcanzaba a situar la ventana de la que partía el concierto porque, estaréis conmigo, una mujer así es una joya que merece ser conocida.
Unos gramos de sensatez me permitieron dar con la solución más probable. Ella, como yo, era incapaz de dormir con semejante escándalo y la muchacha había optado por pasar el rato lo más agradablemente posible. Y si esta situación se repite esta noche creo que terminaremos haciendo dúo. En la distancia, eso sí. Pero seremos dúo.
El reloj marcaba las 5:47 cuando se ha desencadenado la tragedia. El final, que presupongo, ha sido sangriento. A esa hora en la que ya parecía querer amanecer, mientras caía la lluvia, se ha producido el último y enorme ronquido….sostenido en el tiempo más que sus anteriores hermanos….su terminación ha sido abrupta, como si quedara inconcluso….y esta vez no ha sido seguido por el gemido leve sino que le ha acompañado, segundos después, un breve y agudo sonido….como un estertor de muerte…..seguido de un sepulcral silencio…..terminada la tempestad sonora, de nuevo, ha vuelto a ser audible por el patio los sonidos familiares….la lluvia llamando en el cristal, la tos enfermiza de fumador empedernido que proviene de la China de Mao, el agradecido erupto árabe y la risita femenina del Caribe….vamos, lo que habitualmente nos regala, cada noche, la globalización.
Pero yo ya no podía dormir….de nuevo la imaginación toma el control…..¿qué habrá sucedido tras esa ventana?....¿se habrá despertado él y al verla en esa situación habrá optado por asesinarla, víctima de un crimen pasional?....lo descarto…porque hasta un habitante de Mordor si se despierta y se encuentra con ese cuadro tiende a aprovecharlo, digo yo….¿habrá sido ella, la que cual mantis religiosa, una vez satisfecha le ha clavado un picahielo entre ceja y ceja?.....si este es el caso hay eximentes incuestionables para su culpa….
Y en esas elucubraciones estaba cuando ha sonado el amable despertador. Y ahora estoy aquí, horas después sin saber muy bien qué hacer. ¿Debería estar atento a la publicación de alguna esquela en el barrio? ¿sería lo propio seguir vigilando lo que acontece tras esa ventana? ¿es prudente intentar conocer a tan agradecida dama? ¿lo sensato sería poner en conocimiento de la ertzaintza estos hechos? ¿opto por comprarme unos tapones y cerrar la ventana?...¿qué partido del Athletic caparrosiano me recomendáis recordar, jugada a jugada, si esta situación vuelve a producirse?...¿debo incluir a Endika Bordas entre los posibles campeones del mundo de haber tenido un poco más de paciencia con él?.
Han pasado poco más de cuatro horas desde la tragedia, quizás sangrienta. Si la policía fuera avisada ahora todavía podría encontrar el cuerpo caliente. Sobre todo el de ella.
PS: Estos hechos relatados son reales. Nombre y lugares han sido omitidos por seguridad y por no conocerlos. El nombre de Fran sí es real. El de Endika Bordas también. El termino “Renano” no alude a un individuo, se trata de un colektibo.