Conceder al contrario un comienzo de partido tan endeble es sacar todas las papeletas para que te gane, y más si hablamos de una final. Nuestra primera parte fue desastrosa. Hay quien dice que estuvimos irreconocibles. No estoy de acuerdo: yo sí reconocí al equipo. Simplemente, de las caras que ha ido presentando esta temporada, mostró la peor. Lo que sucede es que dada la trascendencia de la cita, todos dábamos por hecho que la que íbamos a mostrar era la buena. Y no fue así.
Se podría hablar del posible penalty a Llorente con el 1-0. O de la "mala suerte" de no materializar las ocasiones (algo agónicas) que tuvimos de ponernos 2-1 y meter algo de miedo al un Atlético que jugó los 90 minutos con una comodidad que ni en sus mejores sueños hubieran imaginado.
Pero ni penalty ni "suertes" pueden esconder la realidad: regalamos la primera parte, y si eso es grave en cualquier caso, en una final es darte, no un tiro en el pie, sino en el paladar.
Así que el Atlético es justo ganador y no hay excusas que valgan. Se puede matizar que tal vez el 3-0 fuera excesivo, pero ese debate es secundario. Lo importante es que no estuvimos a la altura. ¿Falta de fondo físico a estas alturas de la temporada, como se ha estado temiendo desde hace tiempo? Puede: pero yo apunto más a la inmadurez del equipo. Creo que la final nos ha venido grande.
Se me objetará que hemos hecho grandes partidos frente a equipos como el United o el Schalke. Pero en esos partidos la ilusión pesaba más que la responsabilidad. Se quería ganar, pero la derrota era percibida como algo menos trágico que perder una final.
Ayer nos pesó la historia. La ilusión de la gabarra. Las ganas de ganar la segunda final europea después de 35 años. El ambiente que había en toda Vizcaya ... son ingredientes que al mezclarlos en la coctelera pueden dar como resultado una mixtura que te ponga a cien por hora; pero a la vez son tan delicados que una pequeña alteración de las dosis exactas pueden producir un brebaje que te deje amuermado. Ayer nos pasó eso.
¡Qué pases! ¡Qué balones al contrario! ¡Qué cantidad de decisiones equivocadas! El recital de despropósitos fue antológico. Y la lista de jugadores que riendieron por debajo de lo habitual, interminable.
¿Merece la pena ponerse a desmenuzar detalles? Seguramente no. Pero no puedo resistirme a hacer algunos comentarios:
-El enésimo resbalón. En el primer gol, Falcao gana los centímetros que necesita para ajustar bien el tiro gracias a que a su defensor le resbala el pie trasero cuando trata de reaccionar a su giro. Llevo toda la temporada viendo resbalones inoportunos, y escuchando y leyendo comentarios en San Mamés y en internet, respectivamente, sobre que algo pasa con los tacos. Nunca lo he creído: con lo minuciosamente que se tratan todos los detalles en el fútbol profesional -especialmente gente como Bielsa- no me puedo creer que ese tema se esté llevando mal. Y sin embargo ... anoche, al ver las repeticiones, me llevaban los demonios con los resbalones de los coj ...
-La mirada del tigre. ¿Vistéis los primeros planos de Falcao? ¿Y los de nuestro delantero centro? El colombiano parecía un depredador oliendo sangre. El nuestro recordaba a una alumna de ESO de las irlandesas teletransportada a un partido de fútbol callejero entre niños soldado de Mogadiscio o sicarios de una favela. Seguramente soy injusto: con esa misma cara de susto, nuestro delantero nos ha metido un montón de goles salvadores. Pero ese contraste ejemplifica muy bien lo que fueron las actitudes con las que los dos equipos saltaron al campo.
-Los lloros finales. Chavales: me alegro de que sintáis los colores hasta ese punto. Pero si queréis que sea sincero, puestos a perder, prefiero veros cabreados que tristes. Inspirar pena como el hermano pequeño frente al que no nos hemos dejado ganar ... No sé. Algunas imágenes de anoche me producen sentimientos encontrados.
-Fuera fatalismos. Yo mismo he dicho que perder ayer nos podría pesar mucho en la otra final. Chorradas. No hay que pensar así. Más bien al contrario. Ese pensamiento podría tener su base si jugábamos bien y perdíamos. Pero no ha sido así. Hemos jugado mal y hemos perdido. Lo que hay que hacer es sacar lecciones e ir a por el Barça con todo lo que no tuvimos ayer. Guardarse las lágrimas y soltarlas el 25 en forma de fuego devastador. Ira y furia zurigorris.
-El tópico del público. No me quedé a ver los últimos estertores de la velada. Pero ya me han llegado noticias de que propios y ajenos nos felicitamos/felicitan por nuestro comportamiento en la adversidad. Me alegro, de verdad. Pero empiezo a estar harto que nuestro narcisismo de hinchas fieles y pintorescos nos sirva de emoliente. Yo lo que quiero es ser magnánimo en la victoria, y que el espectáculo lo den los jugadores en el campo y no nosotros en la grada. Quiero verles levantar una copa. Quiero que mis descendientes vean la gabarra surcar la ría. El premio a la deportividad, que en mi cole daban siempre a los más inútiles, no me disgusta pero no me llena. Y me cansa que nos miremos tanto el ombligo en la derrota.
-La expedición del Ambigú. Unas condiciones de viaje terroríficas se van a ver colmadas con el calvario de un regreso condimentado con la amargura de la derrota. Las noticias que llegan de Bucarest hablan de grandes retrasos y un trato vergonzoso a los nuestros en el aeropuerto. Espero que se les haga llevadero. Un abrazo para ellos. Anoche me acordé mucho de lo mal que se lo deberían estar pasando. ¡Ánimo! ¡Hay que venirse arriba!
Caos en el regreso de Bucarest
-Nueva estrategia. Es la segunda vez que Pako viaja con el equipo y damos la de arena. La próxima vez le acompañaré yo. El Capitán de Corbeta Piston y el Teniente Coronel MarioSila tendrán mi compañía en Madrid. Algo se ha debido de oler Pujol que se ha quitado de enmedio. Como en el pasado, el senado y el pueblo, viendo derrotados a sus generales, ha enviado legados para pedir mi auxilio y mi amparo. Y como en el pasado, dejo el arado y empuño la espada. ¡Tiembla Guardiola!