Quizás fuera una señal, una especie de advertencia, y no debiera escribir ni una sola línea sobre ella. Quizás esté rompiendo un acuerdo de silencio, un acuerdo de siglos, arrojando luz sobre su existencia. Quizás negros conjuros, extraños sortilegios se vuelvan contra mí por haber traspasado la línea....no importa...siento que, aunque mortalmente herido, debo advertiros de su presencia, así quizás podré considerar, de una vez, mi misión terminada....
Seguí su pista por países distantes, por carreteras solitarias, pueblos casi abandonados, ciudades atestadas, allá donde una señal advirtiera de su presencia. Visité, persiguiéndola, centenares de locales nocturnos, algunos modernos y pijos, otros mugrientos y peligrosos, siempre, eso sí, con un punto barroco, pues son sus preferidos para ejercitar la caza. Muchas veces creí alcanzarla y justo entonces su figura se desvanecía como la niebla.
Finalmente llegué a aquel tugurio, que supe frecuentaba últimamente. Aquella noche me adelanté a su llegada, buscando un rincón desde donde me fuera fácil vigilar y atraparla. La ví llegar, envuelta en un cuerpo, cubierta por una capa, la observé acercándose, en aquel antro donde no entraba ni un rayo de luz, mirándome como se mira a una presa. Sin dudar ni un instante avanzó hasta mí, y como si todos los pájaros se posaran en su voz, sonando a melodía, me dijo su nombre, nombre de poema, de esos que poetas solitarios garabatean en una servilleta.
"Seguro que, además de nombre", susurré "también tienes una historia, una historia tras esos ojos cansados, de hoguera apagada, ojos con sabor a naufragio".
Sonrió al escucharme, y cuando, como resultado, aquellos ojos de noche, por fin, brillaron comprendí cuán difícil resultaría evitar la trampa y que, como mis antecesores, yo también sería, seguramente, víctima de su hechizo. Porque yo no era el primer enviado con la misión de detenerla, otros antes lo intentaron, gentes curtidas, de larga experiencia, con muchas muescas logradas en la caza de hechiceras. Muchos antes abordaron la misión y fracasaron, cayeron convertidos en esclavos del poder de sus conjuros y de sus extrañas pócimas y sortilegios.
Recuerdo haber sonreído, con suficiencia, cuando, al asignarme la misión, me obligaron a escuchar el postrer mensaje enviado por mi último antecesor..."puso sus manos tibias en mis manos, en una calle de un país cualquiera, y yo, que vivo huyendo de todo, decidí quedarme. Abandono, quiero ser ese amor que le sirva de manta".....un prolongado zumbido anunció el fin de aquella comunicación. Sí, otra víctima más de la blanca hechicera.
"¿Me prestas un abrazo que me calme la pena?", musitó....sin siquiera obedecer órdenes conscientes mis brazos la envolvieron y su cabeza reposó en mi hombro. Me sentía desorientado como una frase incompleta, confuso como una sopa de letras. Conversamos largamente, me daba cuerda escucharla hablar, "...soy un beso que ha quedado suelto en el alma de alguien, que va flotando y acaricia labios, soy un sueño manso que ha quedado herido, soy caricia muda como ese tacto invisible que hoy sientes. Soy frase para que me beses en las palabras, soy tiempo para que me encuentres en los recuerdos y soy aire para acariciarte siempre que tú quieras".
Me contó que era dueña del país de Irás y No Volverás. Una tierra inexplorada donde los relojes marcan, siempre, primavera en punto. Que es la reina blanca de un territorio donde se congelan las fuentes del llanto y sentí que ni con todas las alas de todos los pájaros querría uno emigrar del calor de aquel cuerpo y de su primavera en punto.
"Sé", le dije," que no necesito más que buscarte, ni necesito más para no encontrarte, y avanzar hacia ti, descubriendo que no dejas huellas sobre la nieve".
Así transcurrió la noche, las horas parecieron minutos y los minutos una simple exhalación...en la calma de aquel oscuro rincón, envueltos entre aquella extraña niebla, ella se hizo hueco entre mis dedos. Mi piel enfebrecida y mi corazón...mi corazón tiritaba al ritmo de sus latidos....
Cuando me dio a beber de su copa.....supe que yo también fracasaría...."¿Me dirás, al menos, de qué está hecho el conjuro?", solicité, sintiéndome ya vencido...me miró dulcemente, sus dedos rozaron mis labios antes de responder..."es sencillo, solo tienes que mezclar tres cuartos de mi sonrisa...unos gramos de mi balanceo al andar...veinte gotas de ternura....un puñadito de sensibilidad....dos cucharadas grandes de ingenio...unos chorritos de pasión....tres miradas de mis ojos.....se agita todo y.....".........y bebí, como mis antecesores, como los que vendrán después que yo.....sí, bebí mientras la música, premonitoria, repetía..."this is the end....my only friend, the end....."...bebí un trago largo hasta apurar la copa....¿quién puede culparme por ello?....y bendito conjuro.... en un solo clic mágico, travieso tomé mi teléfono y llamé...."tiene un sabor de barca abandonada en una fría playa, y entre sorbo y sorbo, un poquito de azúcar y un poquito de ron, va, pasito a pasito, recorriendo mi línea de la vida. Lo siento, abandono, he dejado que en la palma de su mano caiga mi alma..."
La blanca hechicera y su encantamiento fueron para mí la dulce aparición de un cuento....un hálito de Abril en otoño. Este es mi legado, mi último testamento "si os cruzáis con ella.....dejad que su veneno recorra vuestras venas. No encontrareis muerte más dulce".