Crisis en el femenino

 

Campeonas de liga: eran otros tiempos

Ayer domingo, tras el cese de Villacampa, debutó en el banquillo del Athletic femenino Iraia Iturregi, una de las jugadoras más emblemáticas de la historia del Athletic.

Parecía cantado que este sería, tarde o temprano, el destino de Iraia; y el que esto escribe tenía una botella del mejor txakolí guardada para celebrarlo por todo lo alto cuando tal cosa sucediera.

Sin embargo, aunque efectivamente estoy contento por que Iraia dé este paso, he guardado la botella para mejor ocasión, porque este momento ha venido con un sabor agridulce, y no me refiero a la injusta derrota en casa ante el Eibar con la que la veterana leona ha debutado.

Me refiero más bien a que lamento mucho el cese de Villacampa. Es cierto que en fútbol los resultados mandan y que el equipo estaba en una dinámica preocupante; es cierto también que a veces hay que buscar un revulsivo y que aunque sea injusto a menudo este solo puede venir de un relevo en el banquillo. Pero en este caso el cese de Ángel Villacampa me parece que esconde una situación especialmente injusta.

Tengo que ser honesto y recordaros que desde hace unos años la vida no me da para todo y que no sigo al femenino como antes, pero sí que algo veo y escucho; y por eso me atrevo a decir que todas mis referencias apuntan a que Villacampa es un magnífico técnico de futfem, y que además ha estado muy comprometido con el Athletic. ¿El equipo está en su peor año? Seguramente. Pero ¿acaso es responsabilidad de Villacampa el proceso de debilitación que ha sufrido el Athletic?

Recapitulemos: el Athletic femenino nace cuando el Leioa asciende a División de Honor y el presidente Uría tiene la visión de absorberlo. Entre la inercia de la magnífica generación de jugadoras del Leioa, los fichajes que van llegando y las ventajas que la estructura de un club como el Athletic ofrece, foemento de la cantera incluido, el proyecto cuaja de una manera que sobrepasa todas las expectativas y nos convertimos en un referente del fútbol femenino, no ya por los títulos que llegan, sino por el impacto social que el equipo femenino genera en unos años que fueron especialmente duros para la familia athleticzale por la nefasta situación del primer equipo masculino.

La inercia se mantiene y aunque la edad de oro ya empieza a quedar un poco lejos, creo que nunca hemos dejado de vivir sucesivas edades de plata. Hasta hace poco: de repente parece que el futfem va a explotar, los equipos que ya estaban le dan un impulso, empiezan a venir extranjeras de un nivel muy alto, aumenta la profesionalización y hasta el Real Madrid se mete a fondo (como un elefante en una cacharrería, diría yo) ¿Lo hace Florentino por compromiso con la causa femenista? No creo; yo creo que lo hace porque le ve un futuro y quiere tomar posiciones.

¿Qué hace el Athletic? Desde luego, no es cosa de ponerse a fichar extranjeras, pero partiendo de una situación de ventaja que teníamos, dilapidamos esa ventaja y no solo no atraemos a las mejores jugadoras vascas, sino que dejamos que se vayan las que ya tenemos. Siendo pioneros, gracias a un presidente visionario, hemos tirado por la borda nuestra ventaja precisamente cuando los demás empiezan a ver el atractivo del asunto y nos tiembla la mano por aguantar el envite de las cantidades que se empiezan a manejar (el chocolate del loro en el contexto de nuestro presupuesto global)

Así se llega a esta temporada, los resultados se resienten y la directiva, responsable de la última fase de este proceso, cesa a un buen entrenador que no es el culpable del debilitamiento de la plantilla. Por eso me siento incómodo con el cese de Villacampa, aunque haya traído como feliz consecuencia el debut de Iraia como entrenadora del primer equipo.

¿Y sabéis lo más triste? Pues seguramente que en esto la directiva de Elizegi no hace sino reflejar el sentir de una parte muy significativa de la afición, que en el femenino solo ve la cuenta de resultados y seguramente comparte la visión tan corta que es la culpable de la situación del femenino.

Así que suerte a Iraia y a sus leonas. La van a necesitar mientras no cambie esa visión. Y aunque ese cambio se produzca, habrá que empezar otra vez desde abajo ¡Con el camino que se había hecho!

Aprovecho para... Bueno: mejor no, que ahora esas libertades están mal vistas. Los más veteranos me habréis entendido. 😉

P.S. Me permito aconsejar la lectura de una magnífica entrada que el gran y añorado Sir Piston de los Gorris dedicó a Iraia hace ya años: Iraia: ¿Gavilán o paloma?