viernes, 30 de agosto de 2013

J3 - Real Madrid - Athletic Club

Después de dos victorias parece que la sensación generalizada es que tenemos más puntos que juego, pero bueno, a día de hoy me declaro resultadista recalcitrante y lo que quiero es ganar y ganar y volver a ganar... ya si eso después jugar bien.

Este domingo, a la hora del angelus, visitamos el Bernabeu, plaza en la que de un tiempo a esta parte salimos con el saco bien lleno y mal que me pese, es de esos partidos que prefiero que pase rápido... aunque en mi fuero interno aún albergo la esperanza de que el que ocupe la puerta merengue cante y arda Troya... pero claro, eso es ser muy optimista...

Por otra parte ayer salto la noticia de que el United ofrece 30 kilos por Herrera... cosa que no me creo ni harto de kalimotxo... (otros dicen que es un error y el Herrera al por el que van es uno del Oporto...)

En fin... acomodaos aqui un poquito, que al fondo parece estar lleno el local...

miércoles, 21 de agosto de 2013

La Catedral cumple cien años


Miguel de Unamuno publicó en 1913 Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos. Escribe el filósofo bilbaino en esta obra que 'todo lo vital es antirracional, no ya sólo irracional, y todo lo racional, antivital'. Aseguran los expertos que para escribir este libro Unamuno bebió en las fuentes de eminentes figuras del pensamiento como Søren Kierkegaard o de la espiritualidad como San Ignacio de Loyola. No obstante, quizás hubiera que buscar entre sus influencias algo mucho más prosaico: el futbol, o, para ser más precisos, el Athletic.

Sin el menor sustento documental que avale dicha hipótesis, supongamos que bien pudo ocurrir que hasta Salamanca, en cuya universidad era rector, a Unamuno le llegaban, procedentes de su villa natal, noticias en torno a la pasión (antirracional) que un deporte llamado football levantaba entre jóvenes y mayores, entre burgueses y proletarios. Yendo un poco más allá, podemos imaginar que en la hipotética misiva, le contaban que su sobrino Rafael Moreno Aranzadi, a quien todos llamaban Pichichi, formaba parte de la plantilla de jugadores de esa locura llamada Athletic Club de la que sus paisanos no paraban de hablar. 'Efectivamente', debió pensar don Miguel mientras doblaba la carta en la que era puesto al corriente de aquel estado de embriaguez colectiva en que dicho club sportivo había sumido a los bilbaínos, 'todo lo vital es antirracional'.

La vitalidad de la afición al futbol en Bilbao era un hecho en los inicios del siglo XX. Desde que fuera fundado el Athletic Club, no había dejado de crecer el número de personas que acudían al campo de Lamiaco a presenciar los partidos. El desplazamiento desde la Villa, de donde procedía el grueso de la afición, se hacía largo y, a pesar de que en 1905 se introdujo alguna comodidad, como la posibilidad de comprar conjuntamente la entrada para el futbol y el billete de tren, el viaje suponía algún que otro riesgo añadido y es que, al no haber allí estación o apeadero alguno, no eran pocos los que se bajaban del tren en marcha. La necesidad de encontrar un campo en Bilbao, que evitara todos los inconvenientes a los que se enfrentaban aquellos cinco millares de espectadores que solían acudir hasta Lamiaco, fue perentoria después de ganar la Copa de 1910. El campeonato iba acompañado de la responsabilidad de organizar la edición del año siguiente y se consideró que aquel campo, además de lejano y mal comunicado, se quedaba pequeño ante el enorme crecimiento del número de aficionados. A lo máximo que pudo llegar el Athletic en ese momento fue a alcanzar una solución provisional: el campo de Jolaseta, con mayor aforo, aunque también alejado para aquella ingente cantidad de devotos futboleros. Pero la determinación por conseguir un campo de futbol en Bilbao era grande, tanto como para desembocar en una decisión histórica. El 10 de diciembre de 1912, en Junta General Extraordinaria del Athletic decide que esa perseguida aspiración se haría realidad en los terrenos del antiguo Convento de San Mamés.

Manuel María Smith, renombrado arquitecto de la época, se hizo cargo del proyecto, que inicialmente se presupuestó en la nada despreciable cantidad de 50.000 pesetas. Era tan poderoso el anhelo por construir un nuevo campo que fueron muchos los que contribuyeron a sufragarlo. Mediante suscripción popular se cubrió buena parte del presupuesto original, concretamente 40.770 pesetas, y con un préstamo que algunas personalidades relevantes de la sociedad bilbaina concedieron al club se cubrió el coste total de la construcción, que finalmente se cifraría en torno a las 80.000 pesetas. Las obras comenzaron el 20 de enero de 1913. El campo constaba de dos tribunas, una principal cubierta y otra, enfrente, sin techo, para cobijar a 10.000 espectadores. Un campo grande, muy cercano a lo que por aquel entonces se proyectaba como el  ensanche de Bilbao, pero a la vez, a decir de quienes lo conocieron entonces, elegante y enclavado en medio de un entorno pintoresco: rodeado de campas trufadas por algún que otro caserío y situado entre la Casa de Misericordia y el Convento de Capuchinos. La inauguración del nuevo campo de futbol de San Mamés tuvo lugar entre gran expectación y ambiente. He aquí un extracto de la crónica que publicaría El porvenir vasco al día siguiente:
Como único número en los festejos figuraba ayer en el programa la inauguración del campo de football del Athletic Club, y puede decirse que ha sido de los que con mayor brillantez se han celebrado. Puede ufanarse hoy el Athletic Club de tener un campo de football magnífico, elegantísimo, en el que están atendidas admirablemente todas las necesidades que esa clase de campos requiere, y como no habrá otro en España. Un gran acierto de la simpática sociedad sportiva ha sido la construcción de este campo, pues así dará más facilidades al público bilbaíno, en el que cada día reina más afición al football, para presenciar los interesantes matchs que organicen y en los que siempre harán un lucido papel los equipiers del Athletic. Además supieron elegir muy bien el campo, puesto que este está situado en uno de los sitios más pintorescos de la Villa. Como se esperaba, dadas las grandes simpatías de que goza el Athletic y la atracción del partido, la inauguración de dicho campo de football resultó brillantísima. Allí se dió cita toda nuestra buena y elegante sociedad. La concurrencia fue verdaderamente extraordinaria, por lo que el campo presentaba un animadísimo y encantador aspecto.
A las cinco horas y veinte minutos de aquel jueves 21 de agosto de 1913 el balón empezó a rodar por vez primera sobre el césped de San Mamés. Disputaban el choque inaugural el campeón de España, el Racing Club de Irún, y el anfitrión, el Athletic Club. A los pocos minutos de iniciarse el partido, Pichichi marcó el primer gol. El primero que celebrarían alborozados los espectadores de San Mamés. El primero de los miles de goles que serían ruidosamente festejados a lo largo de los cien años siguientes.


A partir de la misma fecha de la inauguración, San Mamés ha estado asociado en todo momento a la sensación de que el campo se quedaba pequeño. Dicha impresión existía en 1923, cuando se inicia una primera remodelación que concluye con una ampliación del aforo hasta las 16.000 localidades, y siguió existiendo durante muchos años, hasta que en 1953 se acometió una reforma estructural que no sólo dotó a San Mamés de mayor capacidad, sino que, además, aportó a la historia del Athletic uno de sus símbolos más reconocibles: el imponente arco de hierro que se alzaba sobre la misma tribuna principal cuyo peso soportaba. La construcción del resto de las tribunas en 1956 (sur), 1962 (norte) y 1972 (este), dando cobijo a un número de aficionados cada vez mayor, no fue, sin embargo, el remate final a la evolución de un campo que ya era comúnmente conocido como La Catedral.


Con motivo de la elección de Bilbao como una de las sedes del Campeonato del Mundo que se disputaría durante el verano de 1982, San Mamés vive su última gran remodelación y que junto a algunas reformas menores posteriores, ha dado forma a La Catedral en esta última etapa de su longeva vida.

Para un espectador neutral estas reformas no han sido otra cosa que una evolución a base de hormigón, hierro y plástico de aquella obra que hoy hace cien años que se inauguró. Una adaptación racional al discurrir de los tiempos. Sin embargo, hace apenas un par de meses, multitud de aficionados del Athletic experimentaron en sus propias carnes esa mezcla unamuniana de irracionalidad y vitalidad al despedirse de San Mamés a pocos días del inicio de su demolición. Más que de un inmueble, más que de un enorme y vetusto objeto inanimado, parecía que fuera la despidida de un familiar o de un amigo muy cercano. La Catedral, por alguna causa alejada de la razón, se ha convertido en un gigantesco contenedor de sentimientos. Durante aquellos días, en los que proliferaron los reportajes en la prensa, los programas de televisión o los documentales sobre la casi centenaria historia de San Mamés, pudieron leerse o escucharse infinidad de testimonios de personas que trataban de explicar qué había significado para ellos el campo del  Athletic: muchos recordaban a su padre o a su abuelo, con quien fueron por vez primera a La Catedral, otros repasaban los momentos de gloria deportiva allí disfrutados, un partido, una jugada, un gol,... pero si hay que quedarse con un testimonio que encierra la verdadera esencia de la vitalidad antirracional posiblemente sería el de un espectador que, sensu contrario, no habla de lo más sencillo de recordar, los familiares, los triunfos, sino que echa la vista atrás y suspira: 'Es que San Mamés ha sido muy especial y mira que aquí hemos sufrido más que la órdiga...' 

Sam Mamés cumple cien años. Así es, los cumple porque hoy aún resiste un pequeño vestigio de las que fueron sus gradas. Y también los cumple porque, de forma análoga al origen de la bíblica Eva, que fue creada a partir de una costilla de Adán, el nuevo estadio de San Mamés nace de una parte del terreno del viejo campo. Es por ello que La Catedral no sólo cumple hoy un siglo de existencia, sino que aún le queda una larga vida por delante.



Anexo: Aquí os dejo esta aplicación en la que se puede rememorar lo que fueron las gradas de San Mamés hasta hace pocos meses. Pinchando sobre la imagen, esta va girando y utilizando la herramienta de la izquierda, se puede acercar o alejar. Ahora que esas gradas ya no existen, una buena forma de recordarlas para los nostálgicos.

sábado, 10 de agosto de 2013

Desconexión total

Desde que en mi habitual lugar de veraneo no reciben El Correo, mi desconexión canicular del Athletic es casi total. Sería absoluta si no fuera porque entro de vez en cuando a ver si sigue habiendo vida en el Ambigú.

Así me he enterado de los descartes de Aurtentexe e Iñigo Pérez. A mí el segundo nunca me convenció. Pero me extraña lo de el primero por las razones que ha explicado el Maestro Tao en la superpoblada entrada anterior. Ya veremos si no nos arrepentimos.

Alejado del mundanal ruido zurigorri, no he tenido ocación de constatarlo, pero adivino -por algo que dice el Maestro- que el despelleje internauta de los dos descartes ha empezado. Cuando jugadores tipo Floris o Amore nos dejan, nos planteamos si la llamada flosofía no fracasa en lo que respecta al sentimiento de los jugadores hacia el club. Pero habría mucho que hablar de la recíproca. Nos encanta arrastrar por el fango a nuestros jugadores. El tema daría para mucho y no estoy en situación de desarrollarlo ahora.

Antes de despedir esta entrada que -lo habéis adivinado- no tiene otro objeto de despejar el ambiente, me permitiréis otro comentario al hilo de que en estas fechas compro/ojeo/leo periódicos poco habituales en mí.

En el ABC de hoy viene una noticia a cuenta de la polémica sobre la txupinera de las Aste Nagusia (página 28 de la edición andaluza). No voy a comentar el fondo de la cuestión. Pero sí la foto que acompaña a la noticia: con el pie de foto "Jone Artola" aparece la sonriente cara de Iraia, la pregonera. Se le notan hasta las rayas de la camiseta zurigorri. Eso unido al titular de la noticia, que incluye la palabra "proetarra", me da qué pensar. Si no fuera porque meterse en pleitos es largo, tedioso y costoso, ganas me darían de aconsejar a nuestra capitana y sus allegados -si conociera a alguno- de que le pusieran una demanda a estos mastuerzos del ABC.