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viernes, 1 de febrero de 2008
jueves, 31 de enero de 2008
El testamento de Coltorti.

"A mi futuro nieto, que ahora crece en el vientre de Ginebra, (joer...es el nombre ideal) , mi hija:
Hijo mío, no sé si tendré oportunidad de llegar a conocerte, ahora que las fuerzas me abandonan, pero quiero que sepas que, sin verte, te quiero más que a mi vida. Es por eso que te escribo para transmitirte personalmente el mejor de mis legados. Este testamento es un tesoro infinitamente superior al chalet junto al Leman, esta finca entre las montañas desde la que te escribo o la cuenta que poseo en el UBS, que el bobo de tu padre disfrutará tras mi muerte.
El tesoro que guardo para ti lo encontré una noche de invierno. Aquella noche en la que tuve la oportunidad de pisar el Olimpo, la residencia de los Dioses del Fútbol. Sí, tu abuelo tuvo el privilegio único de visitar el templo en cuyas gradas habitan los demiurgos del balompié, la única afición capaz de jugar un partido y , con su aliento, ganarlo. Tuve la oportunidad única de ver, a pocos metros de distancia, como los hijos de estos dioses se transformaban por el ímpetu y la energía transmitida por esa grada, y cómo pasaban de vulgares medianías balompédicas a héroes de leyenda, auténticos titanes capaces de bailar con un balón, correr, regatear, pasar y chutar...¿quién no lo haría empujado por el embrujo de esa grada?....sí, tu abuelo, hijo mío, pudo rozar y estrechar la mano de los favoritos de la Fortuna.
Antes del partido algunos de nuestros muchachos, los más veteranos, solicitaron a nuestro entrenador que renunciara al partido, temerosos del castigo que el cielo pudiera decretar por la osadía que significa pisar este sagrado terreno. Otros, los mercenarios traídos de lejanas tierras, que solo habían oído contar lejanas leyendas, hambrientos de monedas y gloria, escupieron al suelo y dijeron, "Estamos dispuestos a disputar la batalla si nos das, Marcelino, pan y vino".

Cuando se inició la contienda un efecto curioso aconteció en mí, mi miedo, el terror que instantes antes me dominaban tornó en un estado de bienestar y placer infinito. Comprendí que era un privilegiado y me dispuse a disfrutar del magnifico espectáculo que iniciado en aquellas gradas se trasladaba, de inmediato, al campo. Cada vez que tuve que ir a recoger el balón a las mallas no fue siquiera un momento de dolor, al contrario, fue un momento de gozo, de tranquilidad al entender que las cosas son como deben ser, como manda la Historia. Pude disfrutar de la transformación que en aquel equipo producía la energía que enviaban los miles de demiurgos que poblaban sus localidades. Y se obró el milagro, aquellos mediocres jugadores tornaron en aquellos míticos dioses del balón que habitan en ese cesped....el primer gol lo encaje por un remate acrobático de Pichichi....

Al terminar la contienda , exhausto, con las lumbares destrozadas de las veces que tuve que rescatar el balón de las mallas, pero inmensamente feliz por haber sido testigo directo de la magia de ese templo, fui recompensado con el mejor de los tesoros. Uno de esos jugadores que todavía no tenía ni rostro ni casi nombre y que hoy tiene un sitio esperándole en el Olimpo, Aitor Ramos, me sonrió y me regaló su camiseta. Esa que hoy te entrego. (va por ti, Beti).

Tu abuelo, que te quiere más que a su vida".
No sé....cuando los guardianes del sueño athleticzale me contaron esta historia durante mi viaje hoy a tierras gipuzkoanas no he podido menos que emocionarme. Tenía que haceros partícipes de ella.
Hoy, cada vez que Coltorti acuda a rescatar el balón de las mallas no podré menos que acordarme de él, de su hija Ginebra, del chocolate Milka que está divino y sobre todo, de ese Coltorti Junior a quién nuestros hijos animarán hasta la extenuación.
viernes, 4 de enero de 2008
La importancia de llamarse Ernesto...

Los periquitos,... que están cuajando una estupenda temporada metidos en puestos Champions mientras que nosotros intentamos eludir el descenso desesperadamente cuando, tan sólo hace tres años, por estas fechas, disputábamos eliminatorias de UEFA, curiosamente con esos dos mismos protagonistas que vemos en la foto...
Morbosos duelos nos depara este enfrentamiento:
En el banquillo: el pasado inmediato versus el presente actual... Valverde vs. Caparrós... O Ernest vs. Jokin, si lo preferís.... O lo que pudo ser y no fue contrapuesto a lo que somos y debiéramos ser...
Y si en el banquillo rival tenemos a un ex-rojiblanco, en la portería periquita nos encontramos a otro que todavía lo es: Iñaki Lafuente.
Otro emparejamiento con mucha "miga": Aranzubia vs. Lafuente...
El que en su día no pudimos empaquetar versus el que ninguneamos...
Tendría bemoles que le saliera al de Retuerto el partido de su vida contra nosotros y Dani nos obsequiase ese día, por contra, con alguna de sus famosas anchoas... Los foros echarían humo comentando el dislate...
Y si jugase Iraizoz el partido también el duelo tendría su "punto" de morbidez...
Inclusive podría saltar al campo nuestro "Mari" Lacruz en algún momento, pero me afecta mucho menos, casi tanto como que jugase el miércoles Lokanaza González unos minutos...
Curiosamente contra el Hércules se dio esta misma circunstancia de enfrentarnos a un entrenador y a un portero ex-rojiblancos... ¿Será una premonición del mismo resultado?...
Lo dudo... Además ahora jugamos la vuelta en Monjuitch, lo cual me desazona,... pero lo que mas me inquieta es que creo que moralmente esta eliminatoria el Espanyol parte con cierta ventaja anímica,...
Y es que el factor del rival que mas me preocupa no es el "valor seguro" Tamudo o lo que pueda provocarnos "el efecto Riera"... sino algo mucho mas simple y sencillo:
La importancia de llamarse Ernesto...
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miércoles, 2 de enero de 2008
La noche de los muertos vivientes...

Están matando el fútbol en España.
Esa es la conclusión que extraigo tras estar estos días, convaleciente, pegado al Televisor viendo partidos de la Premier a todas horas.
Resulta que allí, en liga inglesa, aprovechan estos días navideños para jugar cuantos mas partidos mejor ya que son jornadas en las que las familias pueden acudir con sus hijos al campo.

El fútbol en las Islas sí que se puede decir que es una religión. Y da igual el "templo" que se elija para la liturgia deportiva. Todos los estadios tienen esa misma efervescencia en la grada, esa magia escénica de cánticos y bufandas por doquier, y eso hace que sea impensable que los futbolistas, todos, no se dejen la piel en el campo, correspondiendo a ese fervor de la grada, unos con mayor calidad futbolística que otros. Casi ningún feligrés sale defraudado del espectáculo que ha visto, ya que les han dado todo lo que ellos iban buscando: entrega, lucha, pasión, emoción, goles, ambiente, nobleza,... el compromiso y la catarsis entre afición y jugadores es envidiable...
Sólo hay una cuestión que me llama poderosamente la atención, por lo incongruente a mi manera de entender el fútbol, y que choca con esa fidelidad sin límites de la parroquia: los pocos jugadores ingleses que tienen en sus centenarios equipos.
Pero volvamos al partido nocturno de hoy en La Catedral, que se me antoja mas gélida que nunca en muchos años.
Decía que en España estamos matando el fútbol porque no sólo desaprovechamos estas fechas propicias para fomentarlo, sino que además colocamos los partidos a horas escatológicas para que pueda acudir la gente. Mas que devoción o amor por tus colores, lo que hay que tener es una salud de hierro para aguantar estoicamente el partido de hoy sin coger una pulmonía doble...
Hoy jugamos con un Segunda, el Hércules, en día de labor, a las diez de la noche, un miércoles anodino, un partido también anodino de Copa, de la eliminatoria de 16avos creo y retransmitido por ETB-1. Son todo alicientes pues para acudir al campo con un par de chavales, por ejemplo.

Hoy, además de ser un partido con muy escaso atractivo, es también el día de "los muertos vivientes" de la plantilla zurigorri. Son "los invisibles" de Caparrós. Los que parecen estar condenados a no salir de la cripta del banquillo donde se hallan enclaustrados en vida. Esa jornada donde supuestamente los Garmendia, Prieto, Murillo, Susaeta, Muñoz deberían quitarse las telarañas, desempolvar las levitas y reivindicar a saco un puesto en el equipo de la Liga.
Pero... ¿estamos en condiciones de poder darles minutos a los "olvidados"?. ¿Invita nuestra situación a la relajación y a la confianza, tras estos meses de juego ramplón en ataque?.

Espero que a las 12 de la noche, hora de difuntos, una vez acabado el fúnebre partido, "los muertos vivientes" de Caparrós no tengan que regresar de nuevo a sus criptas, perseguidos por los alicantinos convertidos en licántropos a partir de la medianoche y con sus espectrales cuerpos empachados por una indigestión de turrón del duro...
Que viene El Lobo!... Qué gran turrón!...
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