martes, 26 de abril de 2011

¿Setas o Rolex?

La cuadrilla es una de las bases de la socialización de los vascos. No obstante, esta afirmación no explica su razón de ser, el origen de esta institución. Probablemente si nos atenemos a los estudios que al respecto han llevado a cabo eminentes sociólogos encontraremos enjundiosas claves que justifiquen razonadamente su aparición. Sin embargo, hace algún tiempo leí una explicación bastante prosaica, pero a mi juicio no menos atinada, sobre el asunto: la cuadrilla la inventaron los vascos para retrasar la hora de llegada a casa.

Mucho se ha hablado sobre las raíces populares del Athletic y mucho se ha escrito sobre las particularidades de un club que trasciende ampliamente los límites de una asociación deportiva. Sin ánimo de querer pecar de simplista en mis aseveraciones, estoy por afirmar que el éxito social del Athletic reside en su naturaleza: es la mayor de las cuadrillas que se conoce. Desde su funcionamiento orgánico, con un presidente que se encarga de administrar el bote que, religiosamente, ponen a escote sus miembros, hasta su finalidad: salir de casa y volver lo más tarde posible el mayor número de días de la semana que los partidos permitan. Es por esto que entre la masa social del Athletic es de vital importancia llegar lejos en una competición como la Copa u obtener el derecho a participar en competiciones europeas. Se trata de asegurarse, además de un domingo cada dos, la posibilidad de juntarse con la cuadrilla, rojiblanca en este caso, varias veces entre semana durante el transcurso de la temporada.



Observemos qué ocurre con la competición copera en otros clubes: habitualmente poca asistencia a los partidos, gradas semivacías y grave quebranto económico excepto si se alcanzan rondas nobles como pueden ser las semifinales. Y, a pesar de que el prestigio es teóricamente mayor por englobar un territorio mucho más amplio, la segunda competición europea suele sustanciarse en la mayoría de los equipos con escasos rendimientos económicos y, en general, escasa expectación. Sólo la más importante, la Champions League, suele ser interesante para los clubes, aunque también se han dado casos como el del Deportivo de La Coruña que, pese a jugar al más alto nivel frente a rivales de postín, era incapaz de llenar su estadio en esas noches europeas. Para el Athletic las competiciones europeas suelen ser siempre rentables y, por poco tirón que tenga el rival, lo normal es que el éxito de público esté asegurado. Por eso es tan importante, tanto en el plano económico-institucional como en el de la afición, llegar a disputarlas.

Recuerdo vagamente una especie de plan estratégico, más rimbombante que efectivo a la luz de sus resultados, que la directiva de turno expuso públicamente con gran aparato mediático y con el futurista, por aquel entonces, nombre de Athletic 2000, si no me falla la memoria. De aquello recuerdo más nítidamente una declaración de intenciones tan ambiciosa como hueca: se proponía el objetivo de que el Athletic jugara todos los años una competición europea. Desde entonces hasta nuestros días no sólo no se ha conseguido tan anhelado fin, sino que se ha vivido más en la mediocre inanidad que en Europa, por no hablar de los terribles acercamientos al precipicio, que también los ha habido. Ahora se nos presenta una oportunidad de regresar a la competición continental, pero a cuál: ¿a la Europa League o a la Champions League? Como dice el chiste: ¿vamos a por setas o a por rolex?

Antes de profundizar algo más conviene recordar que aún no está conseguido el objetivo europeo. Se está muy cerca, hay muchas posibilidades, pero la trayectoria de juego errático, desnortado y poco convincente que está exhibiendo el equipo últimamente mantiene viva cualquier tipo de cautela. Aún así, a falta de cinco partidos la situación es francamente favorable: cuatro equipos se jugarían tres plazas para la UEFA; de estos cuatro el Athletic es el que más puntos lleva y el cuarto, el Espanyol, está a seis puntos, dos partidos, que pueden ser siete si se obtiene un buen resultado el próximo lunes frente a ellos en Cornellá. Evidentemente, esas tres plazas no son iguales: el prestigio deportivo del quinto puesto no es el del séptimo; además, quinto sexto sólo deben disputar una eliminatoria previa en agosto, mientras que el séptimo debe jugar una más en julio. Aunque los equipos de las eliminatorias previas suelen ser de poca monta, recordemos los apuros que el Athletic pasó para clasificarse el año pasado frente a Young Boys y Tromso el año pasado.

Por otra parte, hay una pequeña posibilidad de alcanzar aún el cuarto puesto. Las opciones pasan por ganar, de los quince puntos restantes, siete más que el Villarreal (equipo que saca al Athletic seis puntos en la clasificación y que tiene ventaja en el goal-average particular). La empresa parece complicada, sobre todo porque el equipo castellonense es un gran conjunto y difícilmente va a dejar escapar tantos puntos en la recta final, aunque, como contrapeso a este argumento, si hay un momento en el que el Submarino Amarillo puede fallar es ahora, momento en el que se encuentra en una situación inmejorable para lograr el primer título (continental) de su historia. Por delante tienen un mínimo de dos partidos frente al Oporto y, si se clasifican, otro partido más ante otro rival portugués. No tanto por un eventual cansancio sino por un lógico despiste en una plantilla que no está acostumbrada a luchar por tan altos objetivos, no descartemos que en este tramo final de la liga protagonicen alguna sorpresa, negativa para ellos, en el campeonato liguero.

No obstante, a pesar de que el cuarto puesto es razonablemente alcanzable, aún siendo conscientes de la dificultad de que esto ocurra, la mayor incógnita puede plantearla el propio rendimiento rojiblanco. Las pobres sensaciones que está dejando sobre el césped nos hace poner los pies en la tierra y pensar que una clasificación europea con un quinto puesto estaría muy bien, que estaría más acorde con lo que es este equipo y con sus perspectivas de futuro y, sobre todo, colmaría la necesidad de los miembros de la cuadrilla de tener una excusa algún que otro jueves para llegar más tarde a casa.

4 comentarios:

Mariosila80 dijo...

Excelente reflexión , maestro Tao.

Es por eso que yo prefiero, con mucho, quedar séptimos a cualquier otro puesto.

¿Por qué?

El séptimo puesto como bien se apunta implica una eliminatoria previa más....podriamos estar de juerga europea en el mismisimo mes de Julio!!!!......pasearse en ese mes en un combate con un equipo nórdico, por ejemplo....o danés para gloria del camarada Kroma....

No quiero el cuarto puesto...a menos que me aseguren que caemos en la previa y vamos a la EL....es obvio que correriamos peligro de quedar cuartos en el grupo de Champions y en Diciembre ya no tendriamos posibilidades de irnos con el Aitite por Europa.....previa noche de parada técnica en Mallorca a la ida y a la vuelta....

Taoteking dijo...

Lo malo de quedar septimos es que pone en peligro los habituales caladeros de triunfos veraniegos: Lepe, Lemona, Haro... por no hablar de la ilustre Morocco Cup.

Anónimo dijo...

Y la posibilidad de entrar en los grandes salmones veraniegos, Teresa Herrera, Cokies cup y el Trofeo Naranja.

Mariosila80 dijo...

Joer...quereis que seamos algo así como el Merckx del fútbol....

Creo que de hacer la hombrada y quedar séptimos deberíamos ser más selectivos en los objetivos para Agosto.

Eso sí, ganar de una puñetera vez al Eibar en Ipurua me parece irrenunciable.