¿Quiénes llegarán? |
En esa segunda fase es de esperar que poco a poco, por poner un símil futbolístico, pasemos de los rumores sobre las convocatorias a conocer detalles sobre la alineación. O lo que es lo mismo: pasaremos de movernos por impresiones a transitar por el terreno de lo concreto.
Yo, sin embargo, le doy mucha importancia también a esas impresiones. ¿Entrenador? A veces no cumplen ni con el primer año y al presidente lo elegimos para cuatro. ¿Programa? Todos se parecen, son declaraciones de intenciones. Al final lo que cuenta es la credibilidad y la sensación de solvencia (o insolvencia) que den los candidatos.
Durante estas primeras semanas esa manera mía de juzgar a los candidatos me ha servido para descartar a uno de ellos: Barkala. El que represente más o menos al partido-guía no es la razón: a veces el candidato oficioso de los jeltzales me ha gustado y no he tenido problema en votarle. Le voté a Uría, que ganó, y a Uribe Echevarría, que perdió, por citar dos ejemplos.
Barkala empezó con mal pie por las referencias de un cliente de este local, que le ha tratado personalmente y que fruto de ese trato le tiene totalmente descartado. Pero no era nada definitivo: aunque me fio mucho de ese cliente, a veces discrepamos al juzgar a determinados personajes.
Lo que me ha hecho descartar a Barkala tampoco han sido las muestras de cierto juego sucio demagógico contra Jon Uriarte, que demuestran tanto cierto mal estilo como que se cree que los socios somos imbéciles. Ni tampoco un rosario de declaraciones desafortunadas desde que empezó el proceso. No: es anterior a eso.
Lo que no aguanto de Barkala es esa chulesca pretensión de que es una desgracia que haya elecciones y que él no haya sido elegido por aclamación. Porque Barkala no quiere elecciones sino un candidato de consenso, candidato de consenso que por lo visto solo puede ser él, así porque sí, por que lo ha decidido... ¿Quién, exactamente? ¿Él? ¿Un consejo secreto de notables del que nadie sabe nada? Me parece una actitud impresentable. Si tan malas son las elecciones, si el objetivo era que no nos desgarráramos en un proceso electoral, cuando se presento Arechabaleta y se suponía que no se iba a presentar Uriarte, lo tenía bien fácil: retirarse. Pero claro: el verdadero objetivo no es que no haya elecciones que nos dividan; el objetivo es ser presidente sin que le votemos los socios, por decisión privada de un sanedrín tan opaco como antidemocrático.
Es curiosísimo que muchos periodistas y tertulianos que insistían en las bondades de la Asamblea Universal, y en que era inaceptable que los perversos compromisarios decidieran por si solos en lugar de acordar las cosas consultando a todos los socios, sean en muchos casos indiferentes, y algunos hasta estén a favor, de suprimir el hasta hora único proceso en el que se aplicaba con normalidad el tan ansiado principio "un socio un voto".
En cuanto a Arechabaleta y Uriarte aún no lo tengo claro. Me gusta el aire fresco que parece que trae Uriarte, pero no quiero dejarme seducir por la trampa del cambio por el cambio. Arechabaleta está siendo listo: creo que no se está metiendo en jardines que le desgasten y no da mala imagen en absoluto. Todavía no me decido por uno de los dos.
Bueno: a ver si en unos días tenemos tres candidaturas. Me gustaría que los tres superaran el corte.
Como final de esta entrada, quiero destacar una cosa: el nivel de estas elecciones es bastante mejor que el que padecíamos últimamente. No hay candidatos tan desastrosos como los que hemos visto en otras ocasiones. Incluso el que es para mí el peor -Barkala- hubiera sido una opción a considerar contra alguno de los candidatos del pasado no muy lejano.
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«El más antiguo ‹Más antiguo 201 – 201 de 201El anónimo anterior es el titular del garito escribiendo desde el móvil.
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