sábado, 31 de octubre de 2009

El Estadio Oval


El Palacio en el cual a mi socio Pako se le había ocurrido penetrar a la fuerza en vez de permitirme, malhadadamente cansado como estaba, pasar una noche al ras, era uno de esos edificios mezcla de grandeza y de melancolía que durante tanto tiempo levantaron sus altivas frentes en las márgenes de aquel Nervión que en su época de esplendor, dicen, generó titanes que levantaron a toda una comarca a alturas que parecían reservadas a las grandes capitales.

Según toda apariencia, el palacio había sido recientemente abandonado. Nos instalamos en una de las habitaciones más pequeñas y menos suntuosamente amuebladas. Su decorado era rico, pero antiguo y sumamente deteriorado. Los muros estaban cubiertos de tapicerías y adornados con numerosos trofeos de toda clase, y de ellos pendían un número verdaderamente prodigioso de pinturas y fotografías que hablaban de un pasado glorioso, aunque los marcos dorados estuvieran ya ajados.

Produjerónme profundo interés, y quizá mi incipiente delirio fue la causa, aquellos cuadros colgados no solamente en las paredes principales, sino también en una porción de rincones que la arquitectura caprichosa del palacio hacía inevitable; hice a Pako cerrar los pesados postigos del salón, pues ya era hora avanzada, encender un gran candelabro de muchos brazos colocado al lado de mi cabecera, y abrir completamente las cortinas de negro terciopelo, guarnecidas de festones, que rodeaban el lecho. Quíselo así para poder, al menos, si no reconciliaba el sueño, distraerme alternativamente entre la contemplación de estas pinturas y la lectura de un pequeño volumen que había encontrado sobre la almohada y que trataba de su crítica y su análisis.

Leí largo tiempo; contemplé las pinturas religiosas devotamente; las horas huyeron, rápidas y silenciosas, y llegó la media noche. La posición del candelabro me molestaba, y extendiendo la mano con dificultad para no turbar el sueño de mi socio, lo coloqué de modo que arrojase la luz de lleno sobre el libro. Pero este movimiento produjo un efecto completamente inesperado. La luz de sus numerosas bujías dio de pleno en un nicho del salón que una de las columnas del lecho había hasta entonces cubierto con una sombra profunda. Vi envuelto en viva luz algo que hasta entonces no advirtiera.


Era la maqueta de un campo perfecto, un cinco estrellas. Lo contemplé rápidamente y cerré los ojos. ¿Por qué? no me lo expliqué al principio; pero, en tanto que mis ojos permanecieron cerrados, analicé rápidamente el motivo que me los hacía cerrar. Era un movimiento involuntario para ganar tiempo y recapacitar, para asegurarme de que mi vista no me había engañado, para calmar y preparar mi espíritu a una contemplación más fría y más serena. Al cabo de algunos momentos, miré de nuevo la maqueta fijamente.

No era posible dudar, aun cuando lo hubiese querido; porque el primer rayo de luz al caer sobre la figura, había desvanecido el estupor delirante de que mis sentidos se hallaban poseídos, haciéndome volver repentinamente a la realidad de la vida.

La maqueta representaba, como ya he dicho, un campo de fútbol. Se trataba sencillamente de una maqueta técnica, exenta de arte; pero había en ella algo que trascendía a lo meramente arquitectónico, algo que parecía evocar largos sueños e incontables ilusiones. Las vigas, los voladizos, las tribunas, pendíanse en la sombra vaga, pero profunda, que servía de fondo a la imagen. La forma era oval, magnífícamente iluminada, y de un estilo algo impersonal. Tal vez no fuese ni la ejecución de la obra, ni la excepcional funcionalidad de su fisonomía lo que me impresionó tan repentina y profundamente. No podía creer que mi imaginación, al salir de su delirio, hubiese tomado la maqueta por un estadio real.

Abismado en estas reflexiones, permanecí una hora entera con los ojos fijos en la maqueta. Aquella inexplicable expresión de realidad y vida que al principio me hiciera estremecer, acabó por subyugarme. Lleno de terror y respeto, volví el candelabro a su primera posición, y habiendo así apartado de mi vista la causa de mi profunda agitación, me apoderé ansiosamente de un volumen que contenía la historia de los últimos moradores del palacio.

Busqué inmediatamente algo que explicara lo del estadio oval, y leí la extraña y singular historia siguiente:

Era un campo de fútbol de peregrina belleza, tan señorial como acogedor, que en mala hora fue amado por una casta de plutócratas que se desposaron con él.




Ellos tenían claras sus prioridades: dinero, poder, notoriedad ... Ellos tenían un carácter perseverante y astuto; y habían puesto en ello toda su fuerza.

El campo alimentaba y era alimentado por una afición entusiasta, diferente y algo ingenua. Con su candor casi virginal se había confiado a los plutócratas, y distraída con su propio entusiasmo, enagañada por las promesas de un futuro mejor y por el que no habría que pagar ningún precio, se había puesto las manos de los plutócratas.

Terrible impresión causó sin embargo a una parte de esa afición oir a los plutócratas hablar del deseo de hacerle un campo nuevo. Mas era humilde y sumisa, y sentose pacientemente, durante largos años, en la sombría soledad de la ignorancia, donde más o menos consicientemente esperaba por pura comodidad a que otros decidieran por ella su futuro, aún a costa de perder su libertad.

Y mientras los plutócratas cifraban su gloria en su obra, que avanzaba de hora en hora, de día en día.

Y formaban una casta vehemente, extraña, pensativa y que se perdía en mil ensueños; tanto que no veían que el ambiente de ignorancia que habían creado lúgubremente desde ese palacio, cada vez más aislado aunque físicamente estuviera en el centro de la masa social a la que pretendían servir, secaba la salud y los encantos de esa afición, que se consumía aceleradamente a los ojos de todos, menos a los de los plutócratas y tal vez a los de ella misma, empecinaba como estaba por su cómoda ignorancia en negar la realidad de su decadencia, más que evidente.

Los socios, no obstante, sonreían más y más, porque veían que no solo los plutócratas, tan discrepantes entre ellos en todo menos en esto, insitían en el camino emprendido, sino porque los medios y hasta los políticos de alrededor también les apoyaban, y la idea disfrutaba de gran fama, experimentando todos un vivo y ardiente placer en su tarea, trabajando noche y día para trasladar a la maqueta algo del viejo campo que tanto amaba la afición, aunque esta, de día en día. tornábase más débil y desanimada. Y, en verdad, los que contemplaban la maqueta, comentaban en voz alta la “pocholada” que era, prueba palpable del genio de la casta plutócrata, y del profundo ¿amor? que su afición le inspiraba.

Pero, al fin, cuando el trabajo tocaba a su término, no se permitió a nadie entrar en el palacio; porque los muñidores de la maqueta habían llegado a enloquecer por el ardor con que tomaban su trabajo, y levantaban los ojos rara vez del soporte, ni aun para mirar el rostro del viejo campo ni el de su afición. Y no podían ver que los colores rojiblancos que extendían la maqueta borrábanse en la vida real. Y cuando muchas semanas hubieron transcurrido, y no restaba por hacer más que una cosa muy pequeña: sólo dar un golpe de piqueta para demoler la vieja tribuna del antiguo campo, el alma de la afición palpitó aún, como la llama de una lámpara que está próxima a extinguirse. y entonces los plutócratas dieron el golpe, y durante un instante quedaron en éxtasis ante el trabajo que había ejecutado; pero un minuto después, estremeciéndose, palidecieron intensamente heridos por el terror, y gritando con voz terrible:


“—¡En verdad este viejo campo era la vida misma!— Volvierónse bruscamente para mirar a su bien amada afición, ... ¡estaba muerta!”.


17 comentarios:

jaburu dijo...

Cónsul, Pako

Dejaros de chorradas.

Una noche solos en el Palacio y no habéis localizado el cajón.....de las fotocopias de los DNI.

Soís unos pardillos.

Piston Mazagatos dijo...

Amigo jaburu,... yo tan sólo soy el criado en este relato...

Bastante tengo con mantener encendido "el candelero" ese de tantas velas...

jaburu dijo...

Y comentando la entrada, un apunte sobre el campo....no el nuevo, sino el viejo.

Parece que los tepes que se pusieron, despúes del uso público del Bruchi Espengi ese, no dan mucho de sí.

O bien ¿se está probando el césped, para un uso público de campo de patatas?

Aunque me dá, que los nuevos inquilinos de la llanada alavesa, tampoco se enteran de cúal es la época de siembra de patatas.

Taoteking dijo...

Respecto al estadio oval, me remito a los dichos de mi abuela:
de fuera vendrán y de tu casa te echarán.

Taoteking dijo...

Jaburu dijo...
O bien ¿se está probando el césped, para un uso público de campo de patatas?


Es el plan secreto del Señor de las Patillas: pagar el nuevo campo con la producción de patatas del antiguo.

Kroma dijo...

Cincinato:

Yo también soy un anarkista admirador de Pluto.

SOY UN PLUTÓCRATA!!!

Por lo demás mi detallado informe desde el frio está en la anterior entrada.

jaburu dijo...

!Y qué decir del nuevo fichaje, que no es Cuajo, sino.....Palo!

Anónimo dijo...

zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz Perdon, el tamaño y caliad del ladrillo me han provocado un profundo sopor.

Mariosila80 dijo...

Aqui tenemos un Anónimo al que no le gusta el gótico.

Si el Anónimo en cuestión es reanano, estoy por asegurar que esperaba más que un relato de palacios oscuros con puertas que chirrían,un relato en el estilo de....casita de play boy???...

¿Acierto, renano?.

Anónimo dijo...

Esperaba Mariosila un relato del tipo cañonazo en el Aurora y toma del Palacio de Invierno, multidud de bolcheviques con Kroma de avanzadilla, un piolet se incrusta en el craneo de Nicolas Patillov, Mariosila y el Renano con promiscuidad revolucionaria violan a una aguerrida nurse que se resiste lanzandonos improperios " putos descamisados, podreis deshonrarme pero los piojos devoraran a los desposeidos", Durangova me mira complaciente y me susurra al oido, "segun el articulo 27 de los Estatutos debieras volver a intentarlo", me largo en retirada, mi pene no es indubitado ni fehaciente, un menchevique despistado en tanga de cuero y latigos irrumpe en el palacio... los profesionales terminaran con esta farsa. Jaburoski se sienta en el Palacio Invernal Ibaiganov, porta un tocho considerable " Preambulo de los estatutos de la Union de Republicas Socialistas de Bilbaonistan"...

198 delegados se despliegan por los jardines de Ibaigane, la vaca de adorno ha sido nacionalizada...Pamelas lleva una maquina de esquilar ovejas y pregunta por Fernando... Etxebe pide la baja en el Club... Alguien esta encendiendo un fuego en el Txoko, no se sabe si quemaran chuletillas o compromisarios...


Mejor asi mariosila???

Mariosila80 dijo...

jajajajaja....solo puedo decirte, Renano, que estoy ansioso por ver "El asalto de los Peneviques. Segunda Parte"...

Mariosila80 dijo...

Dentro de la filmografía bendecida por el Partido resultan , así mismo , muy recomendables...

"Tras el tetón de acero"

Y un clásico..."Los estatutos, el "patillas", el ujier....y otras cosas de meter"

Todo visto desde una óptica revolucionaria, por supuesto.

Anónimo dijo...

Mariosila a la vista del escrito de Cincinovski podria decirse que estamos en la epoca de plomo.

Esta mañana en la Lubianka han leido por megafonia el ladrillazo inmisericorde, por el momento tenemos 6 suicidados y docenas de autolesionados. La nieta de Sajarov ha confesado que elaboro un plan para matar a Brezhnev, lastima que cuando murio Leonidas, ella tenia 6 añitos.Al parecer Varenka sajarova tambien habia leido el de la semana pasada.

Mariosila80 dijo...

Hay que felicitar al NKGB y al camarada Beria....cada vez sus técnicas son más sofisticadas.

Piston Mayordomo dijo...

Mariosila dicit:

"Mariosila a la vista del escrito de Cincinovski podria decirse que estamos en la epoca de plomo""

Hasta el telón ha pasado del acero al plomo... jajaja

euup dijo...

Anónimo dice: "Etxebe pide la baja en el Club..."


Cuidado renano, que Rote acecha... e igual te reprende porque no hayan sido más los jugadores que piden la baja...

euup dijo...

Por cierto, muy bueno lo de la máquina de esquilar ovejas...