El seleccionador francés, Raymond Domenech, se presentaba en Sudáfrica con una marca histórica bajo el brazo: en el último encuentro de preparación previo al Campeonato del Mundo batió el record de partidos al frente del combinado galo. La anterior marca estaba en posesión de Michel Hidalgo y coincidió con la eclosión francesa de los ochenta, el llamado futbol champagne que tan brillantemente interpretaron estrellas como Platini, Girese, Tigana, Rochetau,… Después de aquella época gloriosa, tras una breve travesia del desierto, Francia volvió a la cima del futbol mundial en torno a una figura superlativa, Zidane, entre los años 1998 y 2000. Sin la espectacularidad y la elegancia de sus compatriotas de los años 1982 o 1984, la Francia multicolor y multirracial de finales de los noventa (Zidane ha comentado hace poco que “Le Pen casi se muere cuando vió a diez negros cantando La Marsellesa”) llegó incluso a superar los resultados de sus predecesores al conseguir por vez primera la Copa del Mundo. A medida que esta generación triunfadora ha ido envejeciendo, la selección francesa ha ido languideciendo en un proceso de indefinición futbolística y de orfandad del liderazgo que las estrellas del pasado ejercieron en sus respectivas épocas. La sorprendente clasificación como finalista en el Mundial de 2006, con un juego ramplón acompañado de grandes dosis de fortuna, parece que fue el canto del cisne de una brillante trayectoria que comenzó allá por los primeros ochenta. El tremendo fracaso de la Eurocopa de 2008 y el decepcionante debut en la cita sudafricana son señales inequívocas de que la selección bleu necesita una regeneración profunda si quiere volver a ser lo que fue… claro que, el futbol es un juego cuya lógica es la carencia de la misma y en el que cualquier resultado es posible, por improbable que parezca.
Conocido ya el resultado del partido inaugural del campeonato y de este grupo A, el empate a un gol entre Sudáfrica y México, se presentaba en Ciudad del Cabo una oportunidad dorada para franceses o uruguayos de poner un pie en la siguiente fase, un premio que estaba esperando al ganador del partido. Francia comenzó con cierto brio buscando a Ribery y a Govou en las bandas, su principal arma para tratar de abrir la pobladísima defensa uruguaya, pero este dinamismo inicial fue diluyendose a medida que el partido superaba el primer cuarto de hora y que el trabajo de los centrocampistas charrúas empezaba a dar sus frutos. Mediada la primera parte, Uruguay había conseguido desconectar a sus medios de sus jugadores de banda y había logrado que Anelka, su referencia en la punta del ataque, quedara en absoluta desventaja numérica frente a sus rivales. Una llegada de Govou y un disparo de Gourcuff que despejó bien Muslera fueron las únicas situaciones de peligro por parte francesa en la primera parte. El juego francés quedaba asfixiado por la presión uruguaya gracias a las superioridades numéricas que creaban en cualquier zona del campo. Sin posibilidad de romper por las bandas, con unos jugadores muy estáticos e imprecisos, sólo un par de chispazos de ese “todocampista” llamado Diaby, un par de arranques de potencia sin mayores consecuencias que una leve ruptura de la linea defensiva del medio campo, alteraban un poco a los uruguayos.
Claro que, tampoco los franceses tuvieron problemas atrás.Uruguay es una selección eminentemente defensiva. Con tres centrales y dos laterales de amplio recorrido, suma tres volantes de brega en el medio del campo y completa su trabajo de presión y recuperación con un delantero que lo mismo cose un huevo que frie un botón: Diego Forlán. Es impresionante la capacidad de Forlán para presionar al rival, muchas veces en zonas muy alejadas al habitat natural de un delantero. Por otra parte, en cuanto su equipo recupera el balón, es habitual que el jugador del Atlético de Madrid sea el primero en recibir y dar sentido al contraataque, buscando el desmarque de Luis Suarez, el jugador de este combinado que más descargado está en tareas de retaguardia pero el que tiene que correr a todos los balones largos, desmarcarse hacia las bandas y buscar constantemente la espalda de los defensas rivales. Sin duda, un esquema de juego muy simple, nada sofisticado, pero a la vez muy realista, probablemente sea el estilo que necesita una selección con tanta capacidad de sacrificio como carencia de talento. Su éxito se basa en dos principios muy simples: evitar que el rival marque y tratar de aprovechar esa oportunidad que se les va a presentar durante un partido. Forlán no fue capaz de acertar con la que tuvo, así que Uruguay sólo podía conseguir cumplir la primera de las premisas, un éxito a medias, un punto.
Un gran bostezo, profundo y prolongado, sería el gesto que resumiría con mayor fidelidad que cientos de palabras lo que ha sido este partido. Es pronto aún para prever el recorrido que uruguayos y franceses tendrán en este campeonato, pero no puede obviarse que la primera impresión ha sido francamente decepcionante. Más preocupante en el caso de Francia, ya que el potencial de Uruguay posiblemente no difiera mucho del nivel mostrado hoy. Raymond Domenech ha cumplido más partidos como seleccionador francés que ninguno otro, pero dificilmente su forma de entender el futbol y su nula capacidad para renovar una selección obsoleta y sin alma haga olvidar a quien le precedió como seleccionador más longevo: cómo se echa de menos el futbol champagne de Michel Hidalgo.
sábado, 12 de junio de 2010
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5 comentarios:
Buena crónica, Maestro... Ya veo ke te mueves por Cap Town como un mandarín por la Plaza de Tianamennn o un santanderino por la Porticada... Me alegro...
Dispongo de poco tiempo, así ke seré breve:
1º.- El jabulani ese me parece algo botón, aunke para los tiros de fuera del area puede ke resulte ventajoso...
2º.- Sólo vi la 2ª parte del Sudáfrica-México y la 1ª del Francia-Uruguay. Me kedo con el atake zulú contra las murallas aztecas, cuyo portero parecía Cantinflas. Los "bleu" no podían con los "celestes", pese a su superioridad física. A este nuevo "champagne" le falta chispa.
Y ya ke has hablado de la antigua Francia, comentar ke uno de los mejores partidos ke yo recuerde de un Mundial lo vivi en akella semifinal de España 82 entre Francia y Alemania... Auella Francia de los Giresse, Genguini, Luis Fernandez, Platini, Tigana, etc. sí ke tenía "burbuja" para dar y regalar. Lástima ke sucumbieran ante los panzers alemanes de la División Sigfrido en la 2ª parte de akella "beborable" prórroga...
Menudo grupito el A, donde van a pasar el menos malo. ¿Uruguay y Mexico?
¿alguien me explica porque anularon el gol de Mexico? porque en su día anularon un gol parecido a lacruz contra la real suciedad y pitaron fuera de juego.
Grecia palma 2 - o con corea del sur
No he visto más que los diez últimos minutos del Corea - Grecia y a ratos el Argentina - Nigeria y junto a lo visto ayer me da la sensación de que este Mundial no ha empezado con buen pie: mucho aburrimiento.
Como siga la cosa esta tendencia y deje de caer el diluvio universal en los próximos días, me parece que será más fácil encontrarme en la playa que viendo este futbol coñazo que nos están ofreciendo.
Buff. menos mal que la crónica del enviado especial maestro Tao ha resultado bastante más entretenida que el partido. Para mi con mucha diferencia lo mejor del partido fue el árbitro. Magnífico el oriental este, con unos linieres realmente estupendos. No se equivocó ni una sola vez en las jugadas importantes.
Cuando lleguen los arbitros FIFA europeos y empieze a ganar el que tiene que ganar, empezarán también los escándalos.
Légolas: El fuera de juego, en contra de lo que piensa mucha gente y la mayoría de los periodísta (qué tarugos por dios!) no lo habilita el último jugador, sino el penúltimo. Qué sucede? Que cuando un jugador está detrás de la defensa en un lanze normal del juego, lo normal es que el portero (que suele ser el último jugador) esté en su portería, por lo tanto el jugador de campo es el penúltimo, luego habilita el fuera de juego.
Qué sucedió el otro día? Pues que como rara vez sucede, el portero se adelantó y falló en la salida el atacante estaba más adelantado que el portero en el momento de salir el balón de la cabeza de su compañero y un defensa estaba en la linea de gol. Por lo tanto, en este caso el defensa era el último jugador y el portero (que era el que habilitaba el fuera de juego) era el penúltimo. No sé si me he explicado.
Veintitantos tipos en el campo y un solo jugador de fútbol...Forlán.
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