Testimonio (ignominioso)

Ayer pude leer el siguiente comunicado en Facebook.

Buenas tardes, mi nombre es Perivaldo Arantes Do Nascimento y tengo un testimonio que ofrecerles. Ignominioso, por supuesto.

Sitúense en el verano de 2009. Me encontraba en un local de distinguida clientela y coloridos aperitivos, llamado el Ambigú Zurigurri, a la espera de que en la cocina acabaran de preparar el menú del día, así que aproveché para echar un vistazo a los periódicos de los últimos días que se amontonaban en un rincón de la barra.

No he explicado aún que por aquella época yo era muy aficionado al Athletic y que me gustaba ir a comer a ese tugurio porque siempre podía compartir mesa y mental con algún que otro zurigorri más. No era el caso del cocinero, cuya vena madridista explicaba la cantidad de ejemplares del diario Marca que se agolpaban sobre la barra. Sin hacer demasiado caso a lo que estaba leyendo, fui pasando uno tras otro todos aquellos periódicos. Vaya, me dije, parece que son inminentes los fichajes de  Villa y Cesc por el Real Madrid.

No hubo que esperar mucho más para que de la cocina saliera una enorme perola humeante con lo que tenía pinta de ser un sabrosísimo marmitako. La clientela se precipitó rápidamente sobre las mesas y en cuestión de minutos todos los presentes nos encontramos dando cuenta de tan suculento guiso. Los comensales iban rebañando sus platos y alguno se levantaba para el reenganche, como hice yo mismo cuando dí cuenta de todo lo que contenía el mío. Me levante y me asomé sobre el borde de la gigantesca marmita y... ahí comenzó la tragedia.

La voracidad de mis compañeros de comedor había sido tal que la marmita estaba vacía. Eso no lo supe hasta que, vencido por mi propio peso al asomarme a su interior, caí de cabeza. Sin patatas o pedazo de bonito alguno que ejerciera de colchón, mi cabeza fue a dar de lleno con el fondo de la olla metálica. Si, con toda razón, puede asegurarse que el golpe fue brutal, no lo fueron menos las consecuencias.

Consiguieron sacarme del interior de la marmita y entre las voces que acompañaron a dicha operación, dejando al margen la de algún gracioso que dijo algo sobre un tal Obelix y no se qué de una poción mágica, surgió un tenue hilo de voz de mi garganta, un susurro cuyo leitmotiv era el Real Madrid: Puskas, Gento, Di Stefano, la Quinta del Buitre, el Bernabeu, la novena.... Alguno de los clientes más perspicaces sentenció: el leñazo en la cabeza le ha convertido al madridismo.

No recuerdo nada más. Parece ser que he estado inconsciente desde entonces hasta hace apenas unas horas. Tres largos años. Al despertarme, lo primero que he recuperado ha sido mi afición futbolística. Rápidamente he preguntado por mi querido Real Madrid. Me han contado que ahora tenemos a Mourinho de entrenador y yo, recuperando poco a poco el recuerdo de lo que leí en la prensa aquel día nefasto, he preguntado:  

¿Qué tal lo están haciendo Villa y Cesc desde que los fichamos?