Alfred Hitchcock presenta ...

En San Mamés se está proyectando una vieja película de Hitchcock. Pero parece que la calidad de la copia no es muy buena, o hemos olvidado a los clásicos, pero lo cierto es que pasada la mitad de la proyección, y avanzando hacia los dos tercios de la misma, todavía no estamos seguros de qué película del mago del suspense estamos viendo.

La cátedra contempla dos hipótesis: “La Sombra de una Duda” y “Sospecha”. Sería fácil distinguir una de otra si fuéramos capaces de saber quien se sienta en el banquillo del Athletic, Joseph Cotten o Cary Grant.

Pero precisamente ese es el problema: no sabemos cual de esos dos actores es el que protagoniza la película y por lo tanto no sabemos qué papel debe acabar jugando la afición zurigorri: el de Teresa Wright o el de Joan Fontaine.

Recapitulemos: en “La Sombra de una Duda”, la vida aburrida y gris que el personaje encarnado por Teresa Wright lleva en una anodina pequeña ciudad californiana se ve sacudida por la llegada de su tío, interpretado por Joseph Cotten, que aporta una nueva alegría a la vida de la protagonista. Pero no es oro todo lo que reluce: el tío Charlie no es lo que parece y aunque el reloj de pulsera que regala a su cuñado, el padre de Charlie (la prota también se llama Charlie) permite a la familia presumir y sacar pecho, pronto llegan las dudas. El tío Charlie es un farsante, un delincuente buscado por la policía, y su sobrina se verá en el dilema de callar para salvar la apariencia de felicidad que ha traído a la familia o denunciarle a la policía.

Joan Fontaine, en “Sospecha” se ve en un dilema similar. El simpático tarambana de Cary Grant, con el que se ha casado, también parece un tipo encantador. Pero pronto le empezará a parecer sospechoso de ser un tipo simpático pero sin ningún fondo detrás de sus agradables maneras. Un vendehúmos que además está planeando su muerte.

Al final, y a diferencia del tío Charlie, Johnnie resulta estar verdaderamente enamorado, y tener un gran corazón, pese a ser un poco bala perdida. La sospechas de Lina resultan ser infundadas y termina sintiéndose culpable.

En la película que se proyecta en San Mamés, el protagonista se hizo querer al llegar por una buena parte de la afición. Sus declaraciones, la mejoría defensiva, los menores apuros clasificatorios, la línea lenta pero constantemente ascendente ... hicieron que cayera en gracia, pese a parecer también un poco tarambana, con esos gestos hacia los jugadores de la cantera y algunas decisiones tácticas que nadie entendía.

Pero lo cierto es que poco a poco nos acabó llevando a la gran alegría de la final de copa, como el tío Charlie llenó de alegría la vida de la pequeña Charlie y Johnnie le dio algo de vidilla a la mojigata Lina.

Pero ahora ... ¡ay! La pobreza táctica del equipo, la dependencia total de jugadores que corremos el riesgo de perder por nuestra situación económica o por su edad, y la ausencia de “plan B” (mucho entreno con Muniain y Jonas pero pocos minutos o ninguno para los que sí deberían estar a punto de dar el salto) hacen que crezcan las dudas en la afición zurigorri.

¿Llamamos a la policía por si es Joseph Cotten? ¿Y si luego resulta que es Cary Grant y nos arrepentimos toda la vida? Al fin y al cabo, ¿estamos o no mejor que antes de que llegara? Algo así se preguntarían Teresa Wright y Joan Fontaine. Algo así nos preguntamos nosotros.

Pero en algún momento, el ocupante del banquillo empezará a subir las escaleras con un vaso de leche para nosotros. Del acierto o no en calibrar cual de los dos personajes es y por ende si el vaso está o no envenenado dependen nuestra vida y nuestra felicidad futuras.

¿Qué harías tú, amigo zurigorri? ¿Beberías el vaso o llamarías a la policía?

P.S. Yo me bebería el vaso, aunque tendría a mano el teléfono de urgencias.