“Para la próxima asamblea voy a pedir un diván”. Esa frase, pronunciada por el primer compromisario que habló después de saberse el resultado de las votaciones, resume perfectamente mi estado de ánimo.
Y es que el compromisario en cuestión no aludía al cansancio -podéis ver como acabé yo- sino a la necesidad de someter a la Asamblea a un psicoanálisis colectivo después de haber confirmado la posibilidad que yo consideraba como la segunda con más opciones: que se aprobara todo menos el presupuesto.
Si lo de anoche fue ya una primera sesión, hay que concluir que la terapia puede ser dañina para el Athletic.
Podría pensarse que como yo proponía que se rechazaran cuentas y presupuesto, al haber conseguido el 50% de los objetivos podría estar medio contento. Nada más lejos de la realidad. Y es que, como apuntaba ayer, la decisión adoptada por los compromisarios, digna de un esquizofrénico, no obedece a una visión integral de los problemas del Athletic sino al más primario de los motivos: no querer rascarse el bolsillo. O eso, o que se vota con un criterio de politiqueo interno (Lamikiz vs Macua) lo que no sería sino un reflejo de que el actual sistema, que favorece los grupos organizados de compromisarios, fomenta luchas banderizas en las que solo pierde el Athletic.
Anta sí sabe leer.
El inefable Anta lo dijo en un receso: la gente parece que no lee. Lo que se vota en el primer punto del Orden del Día es “Las cuentas y la gestión del ejercicio anterior”. El que los socios rechacen una mala solución a los problemas del Athletic (el presupuesto presentado) se puede entender, y de hecho era lo que yo defendía, si al mismo tiempo se rechaza la gestión que ha generado ese problema. Pero dar por bueno lo hecho y bloquear la propuesta de solución es de una insensatez supina.
Al final, pese a la casi unanimidad que hay entre la masa social sobre lo nefasto de la gestión Lamikiz-Urkijo, lo cierto es que esa gestión se ha aprobado todos los años. Difícil será que se le puedan exigir responsabilidades al de Busturia. Sabíamos que los compromisarios no entendían de números. Las palabras de Anta ponen de manifiesto otra duda ¿saben leer el Orden del Día?
El Cuarto Poder
Pero no es de extrañar esa dislexia de los compromisarios. El voto conjunto de cuentas y gestión favorece que las directivas vendan la moto de que “Bueno; esto de las cuentas es lo que hay, así que hay que aprobarlo guste o no” haciendo que de rebote y como sin querer se apruebe la gestión un año tras otro. Lo llamativo es que los distintos medios reproducen ese argumento sin más, obviando cualquier aclaración.
Lo que me lleva a hablar del triste papel de los medios. Tres notas:
1.- Iragorri. La víspera de la Asamblea pedía que se ajustaran siempre los mandatos de la Directiva con los de la Asamblea, de manera que ambas obedecieran a la misma mayoría. No entiende la división de poderes, ni el papel de la Asamblea. Con esa mentalidad, mejor eliminarla directamente.
2.- Estecha: Se hizo un lío con las cuentas. Dijo que el porcentaje que aportan los socios al Club había ido bajando año tras año a pesar del incremento del dinero de las televisiones. No es “a pesar”, sino “por”: al aumentar el denominador (ingresos totales) forzosamente disminuye el cociente. Se ve que esto de los números debe ser muy complicado.
3.- Herranz. De nota. Hace tiempo que sospecho que no es muy listo. Al acabar las intervenciones de los compromisarios llamó “remolones” a los compromisarios que tuvieron el suficiente sentido de la responsabilidad como para esperar a ese momento para ir a votar. El mundo al revés. Lo que nos lleva al tema de las formas.
¿Talante? Sí, pero menos.
El nivel de crispación fue mucho menos que en anteriores asambleas. Fue un dato positivo, pero con matices. Y es que el tono más calmado de las intervenciones no evitó el fuerte palo que supuso el rechazo del presupuesto. Y el talante menos autoritario de la nueva secretaria tampoco puede hacer olvidar la enorme chapuza de empezar a votar después de la intervención de la directiva, antes de oir a los compromisarios. El argumento, repetido con aprobación por los periodistas -tendrían prisa por irse a su casa- era que había gente que ya traía el voto decidido y que así podían irse antes a casa.
No me parece de recibo por varias razones:
Si la cuestión es esa, ¿porqué esperar a que acabe la directiva? ¿no decimos que tienen el voto decidido y que se trata de ganar tiempo? Pues que empiecen a votar y se vayan en cuanto se de por constituida la Asamblea.
Hacer lo que se hizo supone que lo que dice la Junta es más importante que lo que dicen los socios, y eso en una reunión del órgano de los socios, el único en el que pueden hablar sus representante, es muy fuerte.
Es un desprecio al sistema parlamentario que se supone debe regir ese tipo de reuniones, y una falta de educación para con los compromisarios que hacen el esfuerzo de hablar.
Constata algo que ya sabíamos pero que es un cinismo reconocer en la práctica: que hay compromisarios que no quieren escuchar y que no importa nada lo que se diga en la Asamblea. No es de recibo trabajar sobre un supuesto tan vergonzoso, por real que desgraciadamente pueda ser.
El cargo de compromisario es voluntario y también lo es la asistencia. El que no tenga tiempo de cumplir debidamente con sus obligaciones con el Club y con los socios, que no vaya por ahí pidiendo firmas.
Dentro de ese talante, se destacó que se contestó uno por uno a los compromisarios y que se respondieron casi todas las preguntas. Pero precisamente por eso, las excepciones fueron significativas:
El silencio de los corderos.
Dicen que el cordero es un animal gregario. Por eso la imagen viene a la mente cuando uno ve que el único compromisario al que no contestaron fue el único que se limitó a pedir que se exigieran responsabilidades a Lamikiz y Arrate. A otros que sacaron este tema junto con otros con les contestaron a las otras cuestiones que plantearon, pero a esta no. El gregarismo de los directivos, por mucha agresividad verbal que gasten de cara a la galería, es significativo.
Aunque solo sea por eso, no me da pena el palo que recibió Macua, que es justo en sí mismo, pero es injusto en comparación con la exoneración indirecta que la Asamblea regaló a Lamikiz.
Es la economía, imbécil
No pretendo insultar a nadie, pero esta frase, que se hizo famosa en una campaña electoral americana, me vino a la mente.
El Athletic tiene un fondo de maniobra negativo de más de 20 millones y unos fondos propios negativos de un millón y medio.
Y junto con eso, se presenta un presupuesto voluntarista que se sabe abocado a un déficit (entre otras cosas se reconoció que la cifra prevista por publicidad sería difícil de alcanzar)
La panacea para solucionar esta situación, que es gravísima, dicen que es recalificar la deuda de corto a largo plazo. Con eso se elimina el fondo de maniobra negativo, es cierto, pero no se soluciona el problema de raíz. La deuda siguirá siendo deuda. Es pan para hoy y hambre para mañana. La única solución es empezar a generar superavits ya. Y eso no se va a conseguir si los gastos siguen subiendo al ritmo del 12% anual. Por no hablar de que si los directivos reconocieron las dificultades que tienen para convencer a los bancos para convertir la deuda a corto en deuda a largo, ya me dirán como encima de esa deuda a largo vamos a financiar un campo de 240 millones. 240, sí. Hasta ahora se había dicho que 200. Es lo que aprobaron los mismos compromisarios que ayer oyeron a Macua soltar esa cifra sin pestañear y sin pedir ninguna aclaración. Al final el campo llegará a los 300 millones. Y seguimos sin saber que plan de financiación nos van a escribir en las líneas en blanco del cheque que firmaron los mismos compromisarios que ahora se sublevan por la subida de cuotas.
Eso sí: con el Athletic en quiebra técnica hubo tiempo para dos intervenciones demandando el local social. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
¿Y ahora qué?
Con las llamadas a pedir responsabilidades a Arrate a Lamikiz desoídas, con la gestión del “bienio negro” aprobada por los socios, solo nos queda esperar a que una ofensiva mediática y del propio club mueva voluntades y la subida se apruebe finalmente.
Y si no, habrá que cuadrar el presupuesto (la LFP exige presupuestos cuadrados) moderando la subida de cuotas e incrementando a cambio algunos ingresos que se sepa que no vamos a tener.
El año que viene tendremos un fondo de maniobra aún más negativo, unos fondos propios aún más en números rojos, y nos volveran a presentar unos gastos mayores que los presupuestados. La bola sigue rodando y el abismo está cada vez más cerca.
Es una chapa, lo sé. Pero disculpadme: fueron 5 horas de Asamblea.