Ante una encrucijada |
No es una final, no incurramos en el tópico. Pero hay partidos que por producirse en un contexto determinado pueden marcar el camino por el que transitar esta temporada. Ganar nos reequilibraría un poco después de la mala racha que llevamos, pero perder, o incluso empatar, nos dejaría ya en una situación de crisis declarada.
Es cierto que gracias a los puntos que sumamos al principio de la liga todavía no estaríamos en alarma total clasificatoria, pero esa clasificación sería como una especie de retrato de Dorian Grey: una imagen ficticia, procedente de un pasado feliz, que estaría escondiendo el lamentable estado en el que nuestra mala vida nos está dejando por dentro.
Según escribo esto me doy cuenta de que aunque ganemos hoy, dependiendo de cómo lo hagamos, esta reflexión no perdería su vigencia.
Es por eso importante no solo ganar sino demostrar que el equipo es capaz de practicar un juego medianamente solvente.
Pero a mí el partido de hoy más que esperanza me da miedo: no me gusta nada la deriva del equipo ni lo que percibo como falta de ideas en el banquillo. A este respecto, suscribo prácticamente todas las reflexiones de los últimos comentarios de la entrada anterior.
Eso incluye -cambiando de tercio- al deseo expresado por el pilier de que Sudáfrica gane el Mundial de Rugby. Pero lo veo difícil: Inglaterra da miedo, por mucho que los sudafricanos den la sensación de estar yendo a más.
¿Le tienes inquina al rubiales medio de melé de los springboks, Peibol? No veo por qué: me parece que está haciendo un gran campeonato.
Volviendo al quince de la rosa, creo que mucha de la inquina que les profeso procede del "Swing low, sweeet chariot". La única vez que el difunto Philip Kerr menciona al Athletic en su trilogía de novelas futbolística lo hace para decir que la de Darío Urzay es la camiseta más fea de la historia del fútbol. Vale. Lo tengo que encajar con deportividad porque razón no le falta, aunque ahora esté de moda hacerse el "cool" y decir que fuimos unos atrasados incultos que no supimos entender la genialidad de nuestro paisano. Pues bien: si eso del récord de fealdad que detentamos puede que sea cierto, no lo es menos decir que el cántico inglés de marras es probablemente el peor y más enervante de todo el deporte mundial.