No: no están detrás de una portería |
Dentro de una semana, el siete de abril, tendrá lugar en el Euskalduna la Asamblea General Extraordinaria para debatir la Grada de Animación.
Los argumentos a favor y el entusiasmo que al explicármelos puso mi pilier de cabecera tiempo ha, han conseguido que a pesar de mi rechazo instintivo haya intentado tomarme este asunto con una mentalidad abierta, pero aún así no puedo evitar decirlo claramente: estoy en contra.
Por ponerlo claro: se nos propone una solución drástica, injusta, polémica y susceptible de crear una gran división social, a un problema... que no existe.
Atribuyen al Dr. Goebbels, el siniestro ministro de propaganda nazi, la cita de "Una frase repetida cien veces se convierte en verdad". Pues yo me siento así exactamente en relación con el mantra de "En el nuevo San Mamés no se anima".
Lo curioso es que uno de los que repite que tenemos un problema con la animación es nuestro presidente, que es el mismo presidente que se ha hartado de repetir hasta la saciedad, durante lo peor de la pandemia, que éramos el equipo más perjudicado por jugar a puerta cerrada, que San Mamés es el estadio que da más puntos. ¿En qué quedamos? ¿Cómo nos puede perjudicar juagar a puerta cerrada si parecemos un teatro de ópera? Perjudicados serían esos maravillosos estadios que nos ponen como modelo al que parece que hay que replicar, esos templos del megáfono machacón y las coreografías de espaldas al terreno de juego ante los que babean algunos y que se parecen tanto a nuestro estilo como un huevo a una castaña.
Se nos dice que hay que unir a los grupos de cuarentones que gozan ya del privilegio de pagar menos por la misma localidad, con los jóvenes del Gazte Abono. Eso se hizo en otros lugares (Valencia, por ejemplo) y el resultado es que los chavales han sido atraídos al lado oscuro de grupos no del todo limpios que estaban en trance de desaparición o al menos decadencia, y que ven ahora como se han perpetuado gracias a la aportación de carne fresa a la que han podido modelar. Es cierto que nuestros grupos son bastante menos cafres que los de otros equipos, pero eso no quiere decir que sean unos querubines. No voy a entrar en detalles porque no se trata de tirarnos trastos entre nosotros, pero cualquiera que me lea tendrá sus propios recuerdos.
Sin entrar por lo tanto al detalle, sí voy a decir un par de cosas:
- Que esos grupos a veces tienen su propia agenda y sus propios objetivos, ajenos al Athletic en sí, y que cuando ambos intereses colisionan a menudo prevalece el particular sobre el colectivo.
- Que cuando estaban detrás de la portería nos cerraron el campo varias veces, cosa que se ha corregido desde que les pasaron a una esquina. Eso, lo de la esquina, se le suele reprochar a Urrutia, cuando creo recordar que fue una recomendación de la Ertzaintza, recomendación que la disminución de incidentes parece avalar.
Esto nos lleva a que quieren estar detrás de la portería, y no en el corner. Perjudicando gravemente a los socios ubicados allí en estos momentos. ¡Claro! Es que es por el bien del Athletic, dicen. No soy un experto en acústica, pero no acabo de entender por qué los gritos de apoyo al equipo son más efectivos dependiendo de que procedan de detrás de una portería o de una esquina. Tampoco entiendo por qué concentrar a la hinchada presuntamente más animosa es mejor que crear dos o tres pulmones. Con la separación en dos zonas, por ejemplo, ¿No se favorece que se releven una a la otra? ¿Qué compitan entre sí (en el buen sentido)? ¿Qué se cree variedad de gritos y estilos de animación? ¿O es que precisamente lo que se busca es la uniformidad, la homogenización al dictado de unos "elegidos"?
¿De verdad todo esto se sostiene después de ver cómo se anima en San Mamés desde que está operativa la grada joven de sur alta? Yo he vivido noches de animación maravillosas este año, sin necesidad de reubicar a la masa social ni hacer nada de lo que nos quieren vender como poco menos que imprescindible.
¿Hay margen de mejora? Sí. Aunque en mi opinión se trata más de hacer menos que de hacer más. Hay una serie de iniciativas bienintencionadas que yo creo que son contraproducentes. Lo de la txalaparta, por ejemplo. La idea en sí suena bonita: el sonido de la txalaparta es muy evocador (aunque habría que ajustar el volumen: a veces es demasiado alto para la salud auditiva) pero al igual que el megáfono y otras cosas quita espontaneidad, que para mí es un valor superior. Mientras suena la txalaparta el campo enmudece. Y lo mismo es aplicable a otras cosas. La animación a base de forzar los decibelios que es capaz de alcanzar nuestro sistema de megafonía es algo artificial, que está al alcance de cualquiera y por lo tanto dudo de que sea algo que marque diferencias en algún sentido positivo. ¿Os acordáis de la eliminatoria de copa contra el Sevilla en el viejo San Mamés? Un cuarto de hora antes de empezar el partido el campo ya era un volcán: desde el Sagrado Corazón ya se oían los gritos de ánimo como si estuviéramos remontando en una prórroga. Hoy, entre las luces discotequeras, la txalaparta y el exceso de megafonía ¿hubiera sido eso posible? Y "eso" es lo que para mí es animar: cada athleticzale del campo implicado, sin delegar en el del megáfono, los de la txalaparta, el speaker ni los de las bocinas. Eso es lo que sí marca la diferencia.
La diferencia... Cada temporada hay alguien que nos hace sacar pecho por las cosas que dice de San Mamés. Desde la danesa del hermano del renano, que flipó cuando el KKK le llevó a San Mamés, al árbitro que pide a la federación que su partido de despedida se juegue en la catedral, pasando por entrenadores, jugadores e hinchas de equipos que nos visitan: son legión los que nos dicen que somos algo con una personalidad admirable.
Por eso, y porque llevo 50 años yendo a San Mamés, me duele especialmente que en vez de apostar por lo nuestro unos papanatas de tres al cuarto se queden babeando ante lo que hacen en Dusseldorf, Liverpool o incluso en Donostia. ¿Nos hemos vuelto locos? No digo que por ejemplo en dos de los tres sitios mencionados no se lo monten bien, pero niego que tengamos que copiar a nadie. ¡Qué nos copien ellos, cojones, que tenemos nuestro propio estilo! Ese estilo que cuando viajábamos con el equipo nos hacía despreciar a los que confundían animar con dar la matraca con lo que en música llamarían un "bajo continúo" de megáfonos, tambores y ruido: eso no es animar; al menos no lo ha sido en San Mamés. Inoiz ez, nunca, never, jamais.
En resumen: no tenemos ningún problema, salvo el egoísmo de unos, el papanatismo de otros y la ingenuidad de muchos que se están creyendo las monsergas de la táctica goebbelsiana arriba mencionada.
Egoísmo de los que quieren erigirse en grupo de aficionados pata negra con privilegios a costa de reubicarnos a todos los socios (tremenda caja de Pandora que no hay que abrir) o jorobar, directamente, a los socios de norte baja.
Papanatismo de los acomplejados que defienden que tenemos que copiar a otros en lugar de apostar por nosotros mismos. Como diría Unamuno: ¡Qué nos copien ellos, coño!
¿Facilidades para que los jóvenes vayan a San Mamés a precios asequibles? ¡Todas! ¿Aprobar este gravoso e innecesario proyecto basado en una propaganda tan machacona como irreal? ¡Ni hablar!
Por terminar con la animación, ojo con las luces de discoteca y las bandas de tela zurigorri: esas cosas funcionan cuando no se hacen siempre. Convertirlas en rutina les quitan todo valor.
Espero que a pesar de que hablo claro los muchos que legítimamente discreparán no se cabreen demasiado. Lo más gordo que he escrito es la palabra "egoísmo", que es de lo que los defensores de este peregrino proyecto acusan a los socios de Norte Baja que no quieren inmolarse para esta "no solución" a un "no problema". Y al fin y al cabo, no he llamado hijoputa a nadie. Ni siquiera a los que a veces me lo llaman a mí, socio de tribuna principal (y a mucha honra) de forma coral.
P.S. He omitido comentar lo que dicen algunos jugadores sobre este asunto. No le doy ningún valor.