Entre los claro oscuros se decidió a buscar las sombras del pasado. Son esas horas sombrías, con su enjambre de insomnios, las mejores para explorar lo que fue y lo que puede volver a ser. Envuelto en tinieblas ha comenzado a sentir como un peso en la arena, un peso conocido, un peso antiguo, infinito. Es hora de rescatarnos y cobrar un poco de orgullo en el silencio y en la soledad de la noche que ya es dueña y señora.
Hace tiempo leyó que “lo que perdemos en el fuego lo encontraremos en las cenizas” y se dispuso a ello, a rescatar las cenizas. En su biblioteca, en aquel anaquel repleto de libros descansaba lo que buscaba.
Tomó con mimo el preciado y pesado volumen, titulado “Crónicas Zurigorriensis”. Tras depositarlo en la mesa, lo abrió con sus dos manos, y tras despejar la inicial polvareda encontró lo que anhelaba leer:
“Norte contra Sur. Viento boreal contra el aire austral. Lluvia rojiblanca desatada. Tormenta zurigorri que anegará el desierto. Las siete estrellas que conforman el Septentrión cegando a los hijosdel Sol.
Aquí llegan, ejércitos meridionales, mercenarios africanos que vienen a perder el Norte. Ha llegado la hora del asalto. El momento en el que la larga espera llega a la única resolución posible. Nuestra conquista y nuestra victoria. Más de cuarenta mil leones andan sueltos.
Al salir a la luz de los focos el relámpago rojiblanco iluminará la noche. Ante el atronador y eterno grito el sudor frío y un temblor de muerte les hará maldecir su suerte. El Mediodía que pedirá clemencia al león del Norte.
Yo los vi caer. Escuché sus quejidos, sus lamentos teñidos de Sur. Intentaron escapar bajo el manto de la noche. Huir mientras fuera posible. Buscaron refugio en los brazos de la Luna, en los recónditos escondites del río. Cerraron los ojos sobre la escarcha derretida.
Yo les ví caer desangrados, víctimas de una tormenta de goles, de la furia de los dioses zurigorris. Yo les vi quemarse, caer ahogados rodeados de una atmósfera para ellos irrespirable.
Venid a verlos caer, entre bufandas rojiblancas. Venid a ver. Venid a verlos caer”
Con lágrimas en los ojos en recuerdo de aquellos momentos épicos cerró el pesado volumen. Recuerdos que vienen Del Nido. Rabos satisfechos. De nuevo la lectura de aquel pasaje le llenaba de emoción y de fuerza.
Poder que ahora que las huestes del Sur, amenazantes de nuevo, han cruzado Despeñaperros queriendo conquistar el Norte volverá a ser necesario para pelear la penúltima batalla.
Y fue intuyéndose ya la luz del alba….cerró los ojos un instante más y en su mente se dibujó el cesped ….allá en San Mamés, el preciado verde iluminado…y en las gradas todas las generaciones de hombres y mujeres zurigorris que alguna vez las poblaron. Allí estaban una vez más…era la pálida hora en que los niños nacen y las hogueras se extinguen...fue tan hermoso.
No, no podemos esperar a que pase la tormenta, no, hay que aprender a bailar bajo la lluvia.
¿De verdad lo que perdimos en el fuego del pasado volverá alguna vez desde las cenizas?
¡!!!Venid a verlos caer!!!!