La gerencia del Ambigú ha vuelto a dejar las llaves del garito debajo de la alfombrilla de la puerta mientras disfruta de unas ¿merecidas? vacaciones. Como el reservado del garito se está pareciendo al camarote de los hermanos Marx en hora punta, procedo a abrir esta entrada, a modo de válvula de escape.
Esta pretemporada, hasta la fecha (y toco mi testa de manera análoga a como tocaría un trozo de madera), está siendo el yin del yang que sufrimos el año pasado por estas mismas fechas. Si hace doce meses nos encontrábamos con un monumental lío institucional y deportivo, con sucesivas trifulcas entre: a) entrenador y directiva, b) directiva y algunos jugadores, c) algunos jugadores y entrenador y d) sectores de la afición con el entrenador, otros con la directiva y algunos más con determinados jugadores, este año todo parece ser una balsa de aceite. Si en la pretemporada pasada la tormenta perfecta asolaba las instalaciones de Lezama, patas arriba por una controvertida ejecución de unas obras de reforma, en esta el sol y el calor adornan la tranquilidad de la montaña austriaca.
¿Y en lo deportivo? Pues algo muy parecido. El inicio del curso pasado se caracterizó, fundamentalmente, por las salidas. En realidad, sólo se produjo la marcha de un jugador (eso sí, con unas maneras muy poco elegantes) y el intento de fuga de otro, pero la sensación por aquel entonces fue que el equipo se caía a pedazos. Aquellos movimientos, apenas compensados por un par de llegadas en tono menor (aunque el fichaje de Aduriz, especialmente en la primera parte del ejercicio, acabaría siendo decisivo para evitar lo que podía haber acabado de muy mala manera), enrarecieron el ambiente de manera intolerable. El aficionado vivió un par de meses en un ay continuo, preguntándose qué nuevo contratiempo /escándalo / follón protagonizaría el Athletic al día siguiente. El contraste de todo aquello con la situación actual es palmario. Paradójicamente, este año ha habido más salidas que el anterior y no se ha producido la histeria de entonces. Quizás, el hecho de que los dos jugadores estratégicos que han acabado contrato han protagonizado lo que hoy por hoy se conoce como una marcha en diferido y, si no fuera porque se han marchado de verdad, añadiría que en modo simulación. Por otra parte, la lista de fichajes está siendo la mayor desde hace bastantes temporadas. Puede que sea discutible (o no... el terreno de juego dictará sentencia) la calidad de los mismos, ero lo que no admite controversia es que el club ha tirado la casa por la ventana a la hora de reclutar nuevos partidarios de la causa zurigorri: al menos media docena de caras nuevas (o no tanto).
Por el momento, el discurrir de la pretemporada sin sobresaltos y con cierta monotonía (no news, good news) y los primeros bosquejos de lo que el equipo va a intentar ejecutar sobre el verde parece que están haciendo asomar tímidamente los primeros rasgos de ilusión entre la parroquia.