Los diagnósticos se multiplican. Cada aficionado tiene una interpretación para explicar el origen de los males del equipo. Algunos coinciden en parte, otros difieren en casi todo, a veces unos y otros no dejan de ser variaciones sobre un mismo tema. En realidad, nadie sabe con certeza qué es lo que le ocurre al Athletic, si bien hay un aspecto en el que convergen muchas interpretaciones: parece más un problema mental que cualquier otra cosa.
Alguien dijo en cierta ocasión que el aislamiento contribuye a despejar una mente sobreestimulada. Esto significa que, antes de acometer un proyecto de cierta relevancia, conviene alejar todas aquellas preocupaciones cotidianas que embotan el pensamiento y, mediante ese vaciado, es posible un espacio libre en nuestra mente en el que pueda brotar la creatividad. Una perspectiva serena, sosegada, del reto que se dispone a afrontar y de las herramientas necesarias para tal fin.
¿Puede interpretarse un viaje de cinco horas en avión, a más de tres mil kilómetros, como una forma de aislamiento? Podría y, además, en el caso del Athletic, debería. En esta vorágine de partidos en la que está inmerso, un desplazamiento así es lo más parecido al aislamiento que va a tener el equipo, por lo que se plantea una oportunidad idónea para despejarse de unos chavales que, de forma un tanto incomprensible, parecen haber caído en una enorme saturación mental tras la dura y exigente eliminatoria frente al Napoli.
El viaje de ida a Bielorrusia debe ser el punto final de la extraña trayectoria en la que el equipo se ha metido en las últimas semanas. Atribulado, abrumado, carente de ideas, este grupo ha dispuesto de varias horas de vuelo para evadirse de tan perniciosa dinámica. Desde que llegaron a Minsk en la tarde de ayer y hasta que el balón eche a rodar esta noche, a las 20:45 horas en el Borisov Arena, disponen aún de tiempo suficiente para rearmarse mentalmente y decidir que, a partir de ahora, el rumbo va a cambiar. Dicen que el cerebro humano experimenta entre sesenta y setenta mil pensamientos diariamente, por lo que muy mal se tendría que dar la cosa como para que no se encontrasen las soluciones necesarias para dar la vuelta a la situación actual. El Athletic no puede cambiar lo ocurrido hasta ahora, pero sí puede, y debe, mejorar su trayectoria en lo sucesivo. Hay una plantilla que, con todos los defectos que pueda tener, posee la capacidad futbolística suficiente para competir en las zonas altas de la liga y plantar cara, al menos en esta liguilla inicial, dados los rivales que le han tocado, en la máxima competición continental.
El partido en San Mamés frente al Shakhtar Donetsk rebajó un tanto las altísimas expectativas que entre la afición se habían creado tras el sorteo que dio origen a este Grupo H. Fue un baño de realidad, se dijo, visto que el equipo ucraniano se reveló como un hueso mucho más duro de roer de lo esperado. Esa circunstancia hace que la consideración que se tiene del BATE, a quien rápidamente se le atribuyó la condición de maría del grupo, haya variado un poco. Es cierto que el Porto les fulminó con un 6-0 inapelable en la primera jornada... pero, por si las moscas, será mejor ser prudentes. Y es que de este equipo sabemos realmente poco. En los últimos años ha participado alguna que otra vez en la fase de grupos de la Champions League y, si bien nunca ha sido capaz de completar una buena clasificación, sí que ha protagonizado algún susto a equipos de enjundia que han visitado su campo. Por tanto, hará bien el Athletic en no confiarse y en jugar este partido como si enfrente tuviera a unos de esos gigantes europeos frente a los que no hace falta imprimir una motivación especial porque es en ese tipo de partidos cuando todos los jugadores dan lo mejor de si mismos. Efectivamente, este es el camino: un ritmo de juego alto, diputar cada balón y pelear en cada centímetro cuadrado del terreno de juego. El Athletic, demostrado está, no sabe jugar de otra forma, sean sus rivales de mayor o de menor relevancia futbolística.
El aislamiento bielorruso y los tres puntos del partido de hoy, habrán servido para oxigenar las mentes sobrecargadas y como punto de partida de un nuevo rumbo del Athletic esta temporada. Decía Peter Drucker, gurú del management, que las personas efectivas no se orientan hacia los problemas, sino hacia las oportunidades. Es el tiempo de las soluciones.