Lo recuerdo y lo repito cada año por estas fechas: contra los dos Fernandos (Lamikiz y Macua) vivíamos mejor.
No os asustéis: no es que les eche de menos. Es que hay que reconocer que en esos tiempos cuando no nos enfrentábamos a una crisis deportiva, o bordeábamos la ruina económica o afrontábamos un escándalo institucional.
En ese ambiente, las asambleas eran crispadas y a ratos apasionantes.
Urrutia no es perfecto, pero por una u otra cosa; ya sea por sus méritos o porque haya tenido el viento de cola, la situación deportiva, económica y social del Athletic, siendo mejorables -todo lo es- ofrecen poco terreno a la polémica, o eso me parece a mí.
No obstante, algunos temas hay que pueden dar cierta vidilla a la asamblea de mañana. Vamos con ellos.
El asunto de la lluvia.
Pertenezco a dos colectivos: el de los que están encantados con el nuevo campo y la forma de hacer el traslado, y el de los que se mojan más a menudo que el campo anterior.
Con eso creo que os doy una pista de como juzgo mi caso personal: me fastidia el cambio a peor que he experimentado en ese sentido, pero lo pondero menos que otras ventajas que le veo al nuevo campo.
Pero yo no soy la medida de todas las cosas, y el que yo no le dé tanta importancia al tema en lo que me afecta, no quiere decir que el asunto no carezca de importancia ni que no haya casos más sangrantes que el mío.
Así que estoy de acuerdo en que hay un problema; y que como las directivas están para solucionar problemas, no pueden ponerse de perfil, sino que tienen que tomar cartas en el asunto.
Ignoro si la solución arquitectónica existe y se puede ejecutar a coste razonable. En vista de ese desconocimiento, no la voy a abordar: me voy a referir a este asunto sobre la premisa de que el campo siga como está.
Yo diría que podemos definir tres tipos de afectados:
1) Los que se mojan excepcionalmente en situaciones climatológicas extremas que solo se han dado una o dos veces. Creo que no merece la pena que nos ocupemos de ellos. No me parece razonable que tengamos que buscar soluciones a lo excepcional: hacerlo tendría un coste desproporcionado. Sería como matar moscas a cañonazos.
2) Los que se mojaban excepcionalmente en el campo anterior, y ahora se mojan mucho más a menudo. Este sería mi colectivo, que es muy heterogéneo: la gravedad de la situación dentro de él es muy variable.
3) Los que se mojaban habitualmente y se siguen mojando.
Hablemos de estos dos últimos casos. Pero antes una cuestión previa: tiene razón la Junta Directiva cuando nos recuerda que ellos no hicieron el proyecto del campo. Pero ellos sí que lo publicitaron y sí que son los que han fijado -y fijan las cuotas-.
Hay una polémica también previa sobre lo que se prometió o se dejó de prometer. La Junta insiste en que nunca dijeron que nadie se iba a mojar, que solo dijeron que todo el graderío estaría cubierto y que lo está en el sentido de que la cubierta llega hasta la vertical de la primera fila.
Aparte de que yo no tengo tan claro que no llegaran a prometer expresamente nadie se iba a mojar en alguna de las muchas declaraciones públicas que insistían en engolosinarnos con el campo nuevo, decir eso es un sofisma inaceptable: independientemente de la literalidad de las palabras, a lo largo de varios años se ha dado la sensación de que nadie se iba a mojar habitualmente. De hecho, si no se llega a dar esa impresión, ¿se hubiera aceptado la descomunal subida de cuotas que han sufrido los socios de preferencia?
En todo caso, tenemos dos colectivos de afectados según mi clasificación anterior.
Los que se mojaban y se mojan vienen a ser, fila arriba o fila abajo, los antiguos socios de preferencia, que creo que ocupan las diez primeras filas de tribuna. Son los socios a los que, con diferencia, se les ha subido más el carnet. Parte de esa subida se explica porque históricamente esas localidades eran un chollo, y el cambio de campo era un buen pretexto para terminar con lo que hay que admitir que era una especie de privilegio. Pero otra parte de la subida se justificó, tanto si se admite como si no, porque se suponía que no se iban a mojar o lo iban a hacer en días extremos. Me cuesta admitir que en su día al asamblea hubiera aprobado esa subida de cuotas de no mediar esa expectativa, alimentada por la directiva fuera cual fuera la expresión literal que se utilizara al hablar del asunto.
Creo que es de justicia admitir que, mientras no se solucione esto, habría que reducir esas cuotas. Como orientación, podría reducirse a la mitad la subida que sufrieron.
Luego están las restantes 15 filas de tribuna, que antes solo se mojaban un poco de tarde en tarde en función del viento y que ahora se mojan muy a menudo, dándose además la peculiaridad de que creo que si bien las cuotas de estos socios, al menos en muchos casos, no se han subido, son las más caras del campo, cosa que no parece justa. En este caso, propongo también una bajada de cuotas, no drástica, pero que sí signifique un reconocimiento del problema, y que además sea gradual: podrían mantenerse los precios de las filas más altas que se pueda acreditar que no se mojan, y a partir de ahí hasta la fila diez, ir bajando una cantidad por fila.
El asunto de estos afectados no lo considero de todas formas un casus belli. Pero el de los anteriores sí.
Creo que cualquier presupuesto que no recoja una bajada de cuotas significativa para los socios más afectados, mientras no funcione una solución definitiva, debería ser rechazado por los compromisarios.
Animación en San Mamés
Creo que nos estamos jamando demasiado el coco con el tema de si se anima o no se anima en San Mamés. Pero aún así creo que la inquietud que hay en ciertos ambientes sobre la cantidad, calidad y ubicación de las gradas de animación se debe atender.
El asunto es complejo y de no fácil solución.
En el fútbol de hoy, la capacidad económica es fundamental. Pero -y más en un club como el nuestro- también debería serlo el facilitar un cupo significativo de entradas a precios asequibles. La recaudación es importante, pero también lo es que San Mamés no sea un reducto solo al alcance de la clase media. ¿Dónde está el equilibrio? Espinosa cuestión, pero que merece una reflexión.
Algunos piensan que en todo caso la situación actual de San Mamés no está cerca de ese hipotético equilibrio, sino que está claramente escorada hacia el elitismo. Yo creo que exageran, pero que algo de eso hay.
Añadamos además el hecho de que el tipo de público de clase media y edad madura que constituye el espectador tipo de San Mamés no es el que más anima.
¿Soluciones? Para mí lo idóneo sería que la grada de animación sur animara de verdad y que la norte se pudiera agrandar. Recordemos que en la sur se han "colado" muchos sujetos que se benefician de un precio especial y que no animan.
Pero ¿cómo solucionar esto sin perjudicar derechos adquiridos de socios? Sobre todo en el caso de los limítrofes con la zona norte...
Es un asunto difícil, no tengo clara una solución. Pero me permito opinar que si el club fuera generoso a la hora de reubicar a los socios afectados, aunque fuera a costa de algo de pérdidas económicas, sería más fácil resolver el asunto; y que a no ser que el coste sea disparatado, creo que dejar de ingresar algo de dinero para solucionar esto puede merecer la pena.
Las cuentas.
¡Qué feliz soy disparando con pólvora del rey!
¿Problemas de agua? A bajar cuotas.
¿Problemas de animación? A ser generoso con los socios que haya que reubicar.
¡Qué fácil es gestionar así! ¿Populismo? ¿Inconsciencia?
Creo que no: que lo primero es un asunto de justicia y que lo segundo a la larga merecería la pena. Pero mi alegría presupuestaria nos lleva a la parte económica.
El club presenta un beneficio de 18.700.000 €, más los 12.100.000 € de cuotas de entrada de los Barria que van directamente al fondo social sin pasar por resultados.
Además, el presupuesto para el próximo ejercicio prevé un superávit de 12.600.000 €.
¡Nadamos en la abundancia! ¿Nadamos en la abundancia?
Repito la frase con interrogantes porque al hilo de la bonanza económica crece el número de socios que opina que hay que bajar cuotas, quitar días del club y regalar partidos europeos. Ojo con esto.
Ningún gestor responsable debe tomar decisiones de reducir ingresos estructurales o recurrentes basándose en fenómenos coyunturales o extraordinarios.
¿En qué caso estamos?
No he hecho un estudio exhaustivo. Me he fijado solo en un par de cosas: una comparación de balances entre el actual y el de hace 15 años, y un vistazo a la cuenta de resultados reciente y la prevista en comparación, también, con la de hace cinco años.
En estos cinco años los fondos propios han aumentado en 85 millones. ¿Cuántos de esos millones dse deben a operaciones atípicas? Veamos: 70 millones de traspasos, 10 millones de plusvalía por la permuta de terrenos de San Mamés, 12 millones de cuotas de entrada de los Barria... Eso suma 92 millones. O sea: que a vuela pluma (habría que pulir estas cifras con un análisis más fino) de no ser por las operaciones extraordinarias, en vez de un aumento de fondos propios de 85 millones, hubiéramos visto una reducción de 7 millones. Esto sugiere que las cuentas que pudiéramos llamar recurrentes nos hubieran hecho perder 7 millones en cinco años, a pesar de los ingresos europeos que hemos tenido.
¿Confirman esta hipótesis los datos de la cuenta de explotación? El presupuesto para el año que viene prevé, como he dicho, 12 millones de beneficio. Pero es que ¡los ingresos televisivos suben 21 millones! Con esos ingresos congelados, hubiéramos presupuestado pérdidas de 9 millones.
Mención especial a la primera plantilla: de 2014 a 2015, el gasto por este concepto ha crecido 8.748.000 €, lo que supone nada más y nada menos que un 25%.
En el periodo 2011-2015 el incremento medio del gasto de la plantilla ha sido del 5,7% anual.
En el mismo plazo, los ingresos de socios y abonados han sido del 3,6% anual de media. O sea: que en cinco años unos han crecido el 32% y los otros solo el 19%. A lo que voy es que una supuesta tasa de cobertura de gastos de plantilla con los ingresos de socios y abonados ha empeorado sensiblemente; esto unido a lo dicho anteriormente de los 7 millones de pérdidas teóricas de no mediar operaciones extraordinarias, me hace concluir que está bien no apretar las cuerdas teniendo tanto en caja, pero dentro de un orden. Vamos: que lo que está haciendo la junta (bonos a buen precio, algunos partidos europeos gratis...) me parece que es la justa medida de lo que se puede hacer.
Y hasta aquí llego. Pese a no meterme demasiado en las cuentas (espero que otros lo hagan) me ha salido un auténtico ladrillo. Como en los buenos tiempos del Ambigú. El Renano estará contento.