“Las cumbres montañosas duermen en las tinieblas de la noche. Los valles callados se llenan de frescas sombras. No se alza el polvo en el camino, no tiemblan las hojas…..espera un poco y tú también lograrás descansar”.
Pausadamente cerré el libro con aquellos versos de Lérmontov mientras el murmullo de la ventisca lograba un buen fondo sonoro para mis pensamientos. Miré al exterior del barracón desde el que se dirigía la vida en Kolimá esa primera mañana del año….las grises montañas, la nieve grisácea y el gris cielo….los hombres grises que cruzan delante de mí con ropas andrajosas y , también, grises……todo es monocromático y muy acorde este primer día del año.
Hace tres días que nieva sin parar. Nieve menuda y helada. Con el cambio del calendario llega el momento para la reflexión. La pausa y la reflexión. Momento de resúmenes de lo conseguido y momento de metas propuestas para el nuevo año.
Las metas están claras, el informe S-I-245/3B que reposa, por triplicado, en mi mesa así lo prueba. Moscú lo ha decidido, no hay crisis en Kolimá. Este nuevo año deberá crecer la producción individual un 15% y un 10% adicional para cada brigada. “Ah!, así son los burócratas”….todavía me parece escuchar al camarada Lev Davídovich Bronstein aquel maravilloso verano de 1920…..”expertos en valoraciones….averiguar el poco más del menos…..calibrar el algo menos del insuficientemente más…..volver a considerar la cuestión desde todos los ángulos….”…sí, en Moscú uno más uno es dos….pero en Kolimá uno más uno es cero…..cualquier suma da cero o infinito…..un infinito de hielo y nieve….que viene a ser lo mismo…..aquí estamos tan cerca de lo esencial, tan próximos…..cuando se da cuenta de eso el hombre de esta última frontera se transforma definitivamente en un ser libre….éste es un oasis para los insignificantes sin referencias….aquí se respira igualdad….en las minas no importa el tamaño que tengas….si eres grande o pequeño….ni lo que fuiste…lo que importa es lo lejos que llegues atravesando la roca.
Se espera pues un año de “progreso” para este pequeño y pacífico reino de trotskistas. Pase lo que pase con la producción lo que es evidente es que aplicando esta “norma” descenderán los costes individuales y Moscú sonreirá complacido. Menos "pernoctaciones" por individuo y menos gasto en "manutención". Aquí, en Kolimá, en una mina de oro al “aire libre”, con su sano aire invernal, sus jornadas de 16h. sin festivos, con su dieta hipocalórica, sus harapos por ropa, sus cuatro horas de sueño a sesenta grados bajo cero, sus interrogatorios y palizas, un hombre joven sano se convierte en “terminal” en 20-25 días. Es un plazo científicamente comprobado. Una brigada completa que se forme a principios de verano en un mes se disgrega en uno de estos tres destinos…….el hospital, el poblado de inválidos o la fosa común…Con la aplicación de la nueva “norma” reduciremos claramente esos plazos.
Claro que “encauzar”, como piden en Moscú, es necesario. Solo que no siempre resulta posible y a pesar de nuestros loables esfuerzos, en ocasiones, surge incontenible la fuerza de un resto que no tolera cauce alguno. Por eso existe Kolimá y tal vez, por eso, existimos nosotros.
Pero dejémonos de disquisiciones existenciales. Y lo que el futuro traiga ya se verá. Comienza un nuevo año y es hora de hacer balance. Es lo que tiene el pasado, que se puede cuantificar , valorar, examinar, con precisión. Vuelven a mi memoria las palabras del poeta …..”espera un poco y tú también lograrás descansar”…..descansar…..descansar….para qué negarlo….ése es el objetivo prioritario de cada “ciudadano” que contribuye aquí en Kolimá, con su esfuerzo y trabajo, al proceso revolucionario. Un reino donde los seres vivos se convierten en estatuas y descansan. Debo decir, haciendo balance, que muchos han logrado ese objetivo a lo largo de este año. Son muchos los que han logrado descansar. En ese sentido también podemos decir que hemos cumplido objetivos.
Por ejemplo, descansó el camarada Alekséyevich Sheinin…..economista en Moscú…..un buen hombre…durante mucho tiempo no logró entender lo que estábamos haciendo con él…pero al final lo entendió y se puso a esperar tranquilamente la muerte. Aquel último día el inspector se fijó en él….”¿Estás leyendo algo? ¿Qué lees?”…...”La Historia del Movimiento Obrero de las Hormigas” contestó Sheinin, queriendo provocar un último interrogatorio, una última paliza. Valor no le faltaba. Y descansó.
Descansó el camarada Iván Yákovlevich Fediajin. Era un filósofo, un campesino de Volokolamsk, el organizador del primer koljós en Rusia. Un social-revolucionario rural, uno de aquel millón de personas que votó al partido en 1917. La última vez que lo ví fue a comienzos del invierno, allá en los primeros días de Septiembre acurrucado en la entrada de su barracón. Casi no pude reconocerle. Le dí seis vales de comida. Los vales se iban a perder, llevaban sellada la fecha. El camarada Fediajin lloró al ver en sus manos aquellos papeles, pasaporte a la vida, hizo un esfuerzo final….se incorporó…..al poco estaba sentado en la mesa y vertía de una escudilla a otra aquella agua sucia…..la sopa era clara a más no poder…..no flotaba en ella ni una gota de grasa…..el engrudo de aquellos seis vales no llenaban ni una escudilla de medio litro….el camarada Fediajin que no tenía cuchara, lamía con la lengua aquel recipiente….y lloraba…..lloraba antes de cerrar los ojos y descansar.
Descansó también el camarada Derfel. Era un comunista francés que además del hambre y del frío sufría moralmente. Nunca pudo creer que él, un miembro del Komintern, que trabajaba en Moscú de redactor en TASS, pudiera acabar aquí. Era un ser pequeño y débil. Las palizas que se habían puesto de moda un año antes eran más de lo que él podía soportar. Un día el jefe de la brigada le dio un golpe, un simple puñetazo sin más, para mantener el orden, por decirlo así. El camarada Derfel cayó al suelo y ya no se levantó. Descansó de los primeros, fue de los más afortunados del año.
Descansó Seriozha Klivanski. Un buen amigo. Le conocí en el primer curso de universidad y me cayó simpático desde el primer momento. La química que lo justifica todo. Era un hombre sencillo, amante de las bromas a quién la ironía nunca lo abandonaba. Y era un hombre dulce, encantador, siempre sonriente, diría que había almendras y miel en su mirada. En 1927 supe que lo excluyeron del Komsomol por un informe sobre la revolución china que no gustó. Logró acabar la universidad y estuvo trabajando de economista hasta que cambiaron las circunstancias. Esas mismas circunstancias que lo trajeron hasta aquí. No duró mucho. Le gustaba la poesía, recuerdo que durante los interrogatorios recitaba versos de memoria. Y por lo que pude saber de él compartía hasta el último pedazo de su ración de pan. Esto quiere decir que no logró sobrevivir hasta el momento en que nadie tiene un último pedazo de nada, ese momento en el que nadie comparte nada con nadie. Seriozha, hermano, qué bien que estés descansando.
Descansó Volodia Dobromanov. Fue hace pocos días, la tarde de Navidad. El interrogatorio avanzaba, como siempre, cruel. “Volodia….¿sabes?…..es posible que en pocos días te dejemos libre…..tengo aquí la orden para mandarte a casa…..solo tengo que firmarla”….aseguraba el camarada Inspector….”¿regresar a casa?....¿para qué?...¿para llevarles nuevos miedos, un miedo más, sumados a los mil miedos que inundan sus vidas?. Lo que yo he visto, nadie debería verlo…..no quiero regresar a casa….”……contestó Volodia……”¿Qué es lo que quieres entonces?....hoy estoy dispuesto a darte lo que pidas….” afirmó con ironía el camarada Inspector….Volodia levantó la cabeza….por última vez, con orgullo…..sobre sus ojos caía la luz de las brasas al rojo procedente de la estufa del barracón para interrogatorios…..sus ojos se veían vivos….profundos…..”Pues yo….lo que yo quisiera…..sí….camarada Inspector…me gustaría ser un tronco….un tronco humano…¿me explico?.....sin brazos ni piernas…..entonces encontraría la fuerza que me falta para escupiros a la cara por todo lo que habéis hecho con nosotros.” Así descansó Volodia, durmiendo para siempre como un tronco.
La lista podría ser interminable. Siempre me pasa lo mismo cuando hago balance del año, al poco de iniciarlo tengo que parar para preguntarme siempre lo mismo…..¿cómo empezó todo?...¿qué día de qué invierno cambió nuestro espíritu y todo se volvió demasiado pavoroso?....un pálido y famélico sol escondido entre nubes que huelen a nieve acaba de asomarse….¿otro año más todo seguirá igual en el Norte?….
Hace ya tiempo que nuestros científicos nos desvelaron que compartimos con el camarada ratón 99 genes de cada cien. Es tranquilizador saberlo. Si desaparecemos de la faz de la Tierra bastará con dejar trabajar a la naturaleza un rato, apenas cien o doscientos millones de años para que vuelvan a ser posibles el genocidio y la poesía……para que en Kolimá vuelvan a levantarse barracones donde encerrar poetas.