Este fin de semana hay partido importante en San Mamés. No es la primera vez en esta larguísima temporada que en las jornadas previas se cataloga así un encuentro. Afortunadamente, el Athletic ha disputado a muy alto nivel las diversas competiciones en las que ha participado y en todas ellas ha terminado jugando partidos decisivos, con diversa suerte, aunque siempre con muy buena actitud y competitividad. Hubo partidos de este tipo en la Supercopa, frente al Barcelona; en las previas europeas, primero, y en la clasificación de la fase de grupos, después; en la Copa, ante el Villarreal y, sobre todo, otra vez el equipo culé; en las eliminatorias de Europa League, contra el Valencia y, especialmente, el Sevilla. Faltaba el gran partido liguero de la temporada y ese será, precisamente, el que medirá el próximo domingo al Athletic con el Celta. En principio, atendiendo a la lógica de los números, las probabilidades y la razón, leones y celtiñas se estarían jugando la quinta plaza de la Liga, un puesto que al pasaporte europeo, ya conseguido por ambos la jornada anterior, añadiría el bonus de la clasificación directa, sin eliminatoria veraniega previa, para la fase de grupos de la Europa League. Pero como el futbol a veces no entiende de números, la lógica o la razón, el ganador del partido, a expensas de lo que haga el Villarreal en estas últimas jornadas, aún podría alcanzar la cuarta plaza y con ella lograr meterse en la antesala de la Champions League.
Llegan a este partido dos equipos con rachas y sensaciones muy diferentes. El Athletic, tras el frustrante quiero y no puedo ante un intratable Atlético de Madrid en San Mamés, logró la semana pasada un empate in extremis frente al Levante y aunque ese raquítico punto sirviera para certificar que la próxima temporada jugará otra vez una competición europea, dejó una pobrísima imagen en Orriols. El Celta, por su parte, llega a Bilbao con dos puntos más que el equipo bilbaíno y, lo que es más importante, inmerso en una racha de siete partidos consecutivos sin perder. Durante las últimas siete jornadas ha logrado nada menos que cuatro triunfos y tres empates. Una victoria celeste el domingo en San Mamés igualaría el fulgurante inicio de campaña de los vigueses, en el que consiguieron estar ocho jornadas invictos, con un balance de cinco victorias y tres igualadas. Parece, por tanto, que el Celta llega a este choque en un muy buen momento y que el Athletic, como mínimo, genera ciertas dudas. Desde que fue vapuleado por el Real Madrid en el Bernabeu, el equipo de Berizzo ha encontrado un más que estimable nivel de juego: si bien adolece de alguna debilidad atrás, posee una gran pegada arriba y puede permitirse disputar partidos abiertos, de ida y vuelta. El Athletic lleva toda la temporada supliendo los errores y en algunos momentos cierta debilidad defensiva (especialmente tras la baja de Laporte), con una enorme capacidad goleadora. Es uno de los equipos más anotadores del campeonato y eso también le ha permitido proponer en muchos partidos un intercambio de golpes, una estilo este en el que el equipo con más capacidad goleadora tiene todas las de ganar. El problema para los de Valverde es que en este tramo final de la temporada ha sufrido varias lesiones que ha mermado considerablemente sus prestaciones ofensivas. En los últimos tres partidos, ante Málaga, Atlético de Madrid y Levante, la ausencia, sobre todo, de Aduriz ha dejado un equipo bastante plano en ataque. En algunos de estos partidos se ha conseguido marcar, pero la sensación de falta de recursos mientras el delantero donostiarra ha causado baja ha sido muy preocupante. No obstante todas las consideraciones precedentes, no todo será positivo para el equipo gallego: podrá llegar a San Mamés en una fase de buen juego, de mejores resultados y pletórico de ánimo, pero es que el Athletic recupera a su delantero de referencia y máximo goleador.
Hay aspectos que rodean el futbol que no tienen una explicación razonable. Uno de ellos es que hay equipos que tienen en algunos jugadores muy concretos sus auténticos verdugos. Son como algos así como la kriptonita para Superman o una ristra de ajos para los vampiros. Cualquier aficionado zurigorri que escuche nombres tales como Penev, Raúl o el más reciente Griezmann rápidamente los asociará con la expresión bestia negra. Esto es, nos referimos a ese jugador que uno sabe que, haga lo que haga durante el partido, acabará indefectiblemente marcándote algún gol. De todos los jugadores que actualmente están en la Liga, la mayor bestia negra del Celta es Cristiano Ronaldo. Tras el portugués, el siguiente en la lista del terror celeste es Aritz Aduriz. La mala noticia para el equipo céltico es que el próximo domingo en San Mamés, a las doce de la mañana, con el arbitraje del colegiado catalán Estrada Fernández, en la delantera del Athletic estará Aduriz. Así que... mensaje para un Celta imbatido y muy crecido: apártate, Drácula, que llevo escapulario.