¿Qué ha sido de nuestra alma?

El otro día mencionaba el triángulo del Athletic, y me extendía sobre las cuestiones sociales y económicas, que desde mi punto de vista no se pueden resolver por separado.

Esa misma noche, la primera parte ante el Hércules me puso de manera dramática frente al tercer lado del triángulo: el deportivo. Me quedé, en el descanso, de esta guisa que podéis ver. Y nunca sabremos qué hubiera pasado sin la expulsión de Sendoa.

Y es que la crisis es brutal.

Fenus pecuniae, funus animae

Yo no he vivido las grandes épocas del Athletic. Lo de los 80 fue un oasis sin continuidad. Lo de 1977 un resplandor, pero sin títulos. Yo empecé a ver al Athletic en una época de sequía. Desde 1956 hasta esos mágicos 1983 y 1984, solo hubo unas tres copas que celebrar, lo que era una travesía del desierto para nuestros mayores. Y después nada.

Así que sequías las he vivido ya. Y temporadas bordeando el descenso también. Pero aún así, aquel era otro Athletic. Mejor dicho: era el Athletic. Ya podíamos estar los segundos por la cola que Madrid y Barça venían a San Mamés con los pañales puestos. Porque el equipo, que fuera bajaba muchos enteros, mantenía unas señas de identidad en el juego y sobre todo en la actitud de los jugadores. Éramos el Athletic. Teníamos alma, un alma que mantenía al cuerpo cuando este flaqueaba.

Pero el deambular de ahora, aunque pueda tener momentos mejores, es otra cosa. Es el devenir de un equipo sin personalidad ni ideas. Y lo que es peor: sin alma.

¿Cómo y cuando hemos perdido ese alma? Pues solo podemos teorizar, pero la frase latina citada lo dice claramente: “Interés del dinero, muerte del alma”

El Retrato de Dorian Grey

El Athletic ha intentado heroicamente mantener su filosofía pese al la profesionalización del fútbol. Y lo ha hecho pensando que se podían aceptar muchas consecuencias de esa profesionalización sin renunciar a lo fundamental. No me atrevo a decir que haya sido un error de concepto. Igual de no dar ese salto estaríamos todavía peor, pero lo cierto es que creo que hemos perdido el alma en el campo porque la hemos vendido fuera de él.

El Athletic ha optado por la vía del dinero, del lujo y de las grandes inversiones. No bastaba que los jugadores se formaran en el Lemoa, el Sestao o el Barakaldo. Había que tenerles a todos en Lezama, ese lugar donde manan la leche y la miel y donde el primer día que se aceptó recibir a un padre de un niño de 14 años que venía con representante, (y que seguramente no llegó a destacar nunca en primera) se le dio a la filosofía una puñalada mucho mayor que la que hubiera significado el fichaje de Kepa.

Por su filosofía, el Athletic es el fiel reflejo de los valores de la sociedad vizcaína y vasca en general. De la guerra salieron Zarra y Gainza. De la posguerra Mauri y Maguregui. Del comienzo del despegue económico, no exento de grandes dificultades, salieron Rojo y Uriarte.

De la Euskadi integrada en Europa, del estado del bienestar, con una renta per cápita por encima de la media europea y el dinero barato, ha surgido Del Horno. Y la necesidad de ir a fichar al Tajonar lo que no sacamos de Lezama. Para que luego le echen la culpa a la baja natalidad: ¿acaso no nacen más niños en Vizcaya y resto de territorios donde pesca Lezama que en Navarra?

La nueva cantera

La cultura del esfuerzo, típica de la mentalidad vasca, agoniza y la estamos cambiando por la de el pelotazo. Y de eso no tienen la culpa los jugadores: está en el ambiente.

Y el Athletic ha seguido esa dinámica y ha convertido el dinero en su banderín de enganche. Por dinero vienen a Lezama y por dinero se van (San José, Bereniche ...) pero como seguimos guardando más o menos las apariencias, podemos seguir saliendo lustrosos a la calle con la frente bien alta mientras en una habitación cerrada, el cuadro que muestra de verdad la evolución de nuestra alma, va deteriorándose más y más. Pero algún día no podremos seguir manteniendo el cuadro bajo llave. Algún día tendremos que entrar en esa habitación, y lo que veremos nos horrorizará, ¿o acaso no nos hemos estremecido ya cuando hemos acertado a ver algo a través del ojo de la cerradura?

Porque lo que vemos por esa cerradura es una escuela de futbolistas que no crea futbolistas, o los crea sin alma y sin carácter. Y que cuesta mucho dinero.

Y también vemos un vestuario lleno de personalismos, mercantilizado, falto de ambición, e ignorante de lo que ha sido y representado la camiseta que visten.

De voces blancas a tenores

Lo de los futbolistas es curioso; se lo he oido decir a profesionales y a muchos aficionados que han visto a docenas de grandes promesas en Lezama: el que unos den el salto y otros no es algo misterioso que no tiene que ver con lo que hayan hecho de 13 a 18 años ni con su técnica. Es una lotería: unos valen para primera y otros no. Y no lo sabes hasta que los pruebas.

¿Y si todo el mundo? (o casi todo) piensa así ¿por qué mantenemos tantos equipos inferiores? Si de Lezama salen jugadores mimados, sin carácter, etc. ¿Por qué seguimos optando por ese modelo?

Por no hablar de la cantidad de veces que nos hemos equivocado quedándonos con el que deviene en paquete y dando la boleta al futuro crack que luego tenemos que pagar a peso de oro o es simplemente inalcanzable. Para ese viaje no necesitamos alforjas.

Esto necesitamos ...

Está claro que necesitamos tenores. Y está claro que si se les enseña solfeo desde pequeños eso hemos ganado. ¿Pero tiene sentido mantener un coro de voces blancas cuando sabemos que a todos les va a cambiar la voz y unos servirán y otros no? ¿Cuándo sabemos que los que sirvan se habrán acostumbrado a unas comodidades que igual les impiden desarrollar todo lo que tienen dentro? Y el que me diga que exagero que compare a Jonan, la gran esperanza blanca, con el deshechado Aduriz, que no explotó hasta que se tuvo que buscar las alubias fuera.

... esto buscamos

Yo no creo que en esa Lezama de niños endiosados antes de tiempo, padres ambiciosos y representantes oportunistas vayamos a reencontrar nuestra alma. Yo abogo por el fútbol de bronce.

También ellos son cantera

Viendo de donde venían los grandes jugadores de la historia del Athletic, yo lo tengo claro: hay que hacer grande al fútbol vizcaíno.

Creo que el modelo de Lezama está fracasado, por caro e ineficiente. Y que hay que reducir su estructura. Amigos míos más estudiosos del fútbol base me dicen que hay que mantener del cadete liga vasca hacia arriba. Bien. Les creo. Pero además, yo eliminaría el Baskonia. No creo que un equipo en 3ª aporte nada, salvo retrasar y aumentar el tamaño del escalafón. Del juvenil al Bilbao Athletic, o cedidos a los clubes de 3ª o División de Honor.

Y todo ello con un seguimiento exhaustivo de todos los clubes de 2ª B y 3ª, la verdadera cantera de la que surgen jugadores con carácter, surjan a la edad que surjan, y que verían al Athletic como la oportunidad de sus vidas, y no como lo algo normal desde que echaron los dientes.

Hablamos de competitividad y de hacer jugadores sufridos y con carácter.

La piedra angular.

Pero falta lo más importante. Un equipo en 2ª A donde confluyan, cedidos, jugadores del Bilbao Athletic y lo mejorcito del resto de equipos vizcaínos. Y no hablo de un filial. La 2ª A es territorio comanche para los filiales. Hablo de un club convenido al que habría que hacer fuerte.

Y eso es un problema. Hay muchos equipos en 2ª B que pedirían igualdad de oportunidades. Pero eso es utópico. Y por no tener valor para agarrar ese toro por los cuernos, se pierde el tiempo año tras año.

Yo siempre he sido simpatizante del Sestao River. Siempre me han caído mejor que sus vecinos gualdinegros. Pero hay que ser práctico: por historia, base social y sobre todo capacidad del estadio, la única apuesta lógica es el Barakaldo. El Athletic tiene que dejarse de pamplinas para evitar susceptibilidades, sentarse a una mesa con el Baraka y ver qué se puede hacer para subirle a 2ª A. Y a los demás ya se les consolará como se pueda de otra forma con los recursos liberados de Lezama y con los jugadores que sobren por la eliminación del Baskonia, no lo sé. El que se pique, ajos come. Pero los clubes de 2ª B no pueden ser como el perro del hortelano.

Yo soy un simple aficionado, no soy un técnico. Si he dicho disparates venid al blog y hacédmelo ver. Pero proponer alternativas. Seguir con lo de ahora no me vale. Elección tras elección, se va a cambiar Lezama (es una locura: desde que entran hasta que llegan al primer equipo ¿en cuentas planificaciones distintas ha entrado cada chaval? ¿realmente si sale adelante será por el acierto de alguna de esas planificaciones?) y pese a ello (o por ello) seguimos gastando el dinero en caras mediocridades metidas con calzador en la filosofía para cubrir lo que no producimos con nuestra también cara estructura. Y al que sale le llamamos mingafría y no le esperamos ni a que juegue 4 partidos seguidos para darle ya por perdido.

El que una joven promesa de nuestro club lleve tres años en el primer equipo sin haber jugado esos 4 partidos seguidos y sin que sepamos todavía si es galgo o podenco, no dice mucho de nuestro modelo de cantera.

Pues cambiemos de modelo. Y además, reducimos la nómina y con ella el clientelismo, uno de los cánceres del Athletic. Y trabajar con jugadores de Vizcaya que ya se afeitan tiene otra ventaja: es un mundo que se puede trabajar con planes a corto plazo, que es a lo que estamos abocados por las dinámicas institucionales.